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jueves, 11 de junio de 2020

Tres protagonistas femeninas en tres novelas gráficas hechas por mujeres


El último crimen de la gran dama del cómic | Cultura | EL PAÍS
Cassandra Darke
Ilustración de Posy Simmonds

Tres protagonistas femeninas en tres novelas gráficas hechas por mujeres

Sr. John
8 de marzo dee 2020

Jessica Campbell / XTC69

‘XTC69’ es el más combativo de estos tres trabajos que reseñamos, por arremeter contra el machismo con contundencia, aunque desmarcándose con humor e ironía. Ya ha conquistado a Grimes, hasta el punto de considerar a Jessica Campbell única a la hora de unificar ciencia ficción con realismo mágico, y no es para menos viendo las mañas que se gasta la comandante Campbell pilotando la nave espacial XTC69 junto al resto de féminas de la tripulación, con el objetivo de encontrar hombres por la galaxia con quienes reproducirse.
La autora canadiense parece hacer un guiño a la película de Spike Jonze ‘Cómo ser John Malkovich’ por crear una serie demente de chistes y bromas e interpretar ella misma a varios personajes de ‘XTC69’, demostrando una gran fortaleza narrativa pero también cierta debilidad en los dibujos. El trazo grueso le da agilidad, y el blanco y negro elemental aporta ligereza a un asunto tan trascendente, pero la escasez de detalles más elaborados impide ampliar horizontes a este cómic que podría impresionar más. 

Posy Simmonds / Cassandra Darke

¿Quién no conoce a una señora que roza la tercera edad egoísta y solitaria? ¿Quién no tiene una amiga que se pasa el día despotricando de su sobrepeso, alardea de tacañería, es ágil mentalmente hasta regodearse en su mala educación, e incluso miente con maravillosa imaginación? Todas estas cualidades y otras más han convertido a la marchante de arte Cassandra Darke en una exiliada social tan segura de sí misma que nada parece provocarle remordimientos.
La autora Posy Simmonds, con una nominación a los Oscar por ‘Famous Fred’ y autora de libros infantiles principalmente, consigue meternos con profundidad en la vida de la divorciada Darke. Ni empatizamos con el personaje para reforzar nuestras convicciones más asociales, ni nos alejamos por antipatía. Nada se echa de más o de menos en este universo femenino burgués en el que prevalecen las apariencias, y en el que el suspense hace acto de presencia cuando Cassandra encuentra una pistola en su casa en extrañas circunstancias. A esto hay que sumar un dibujo magnífico rotulado en tonos pardos, combinados con rosas y violetas en determinadas viñetas; que no se cumple con un patrón estándar en más de dos páginas seguidas con la consiguiente estimulación de la acción; y que su autora reflexiona sobre los límites de la soledad más allá de lo políticamente correcto. 

Ulli Lust / Cómo traté de ser una buena persona

Este trabajo que aparece bien posicionado en algunas listas de lo mejor del pasado año -no todas, suponemos que por el volumen brutal de publicaciones-, corre el riesgo de quedar sepultado como uno más porque la calidad media general ha sido apabullante. Y eso a pesar de tener un título francamente llamativo, suficiente para captar nuestra atención, si bien hay que dejar claro de antemano que no estamos ante un manual de autoayuda al uso, y que su autora no trata de solucionar las cosas por medio del psicoanálisis o cuentos sanadores. Lo que sí intenta es estimular la sinceridad con la propia identidad a pesar de que las circunstancias lo imposibiliten.
Ulli Lust, nacida en Viena y residente en Berlín, retoma la senda de sus memorias con esta última entrega autobiográfica. Un ejercicio valiente por ser capaz de poner encima de la mesa las relaciones entre tres desde un punto de vista alejado de la mujer tradicional inmersa en el patriarcado, y adentrándose en el jardín de si se puede amar a dos personas a la vez.
Siendo madre a los 23 años de un hijo de 5, desvincula dicha edad de la experimentación y el descubrimiento de la sexualidad, pues Lust tiene claro que quiere romper convencionalismos afectivos y sexuales. Con un tono rosa como arma como el de la portada, en esa búsqueda de la identidad desfilan la diferencia de edad, la cultural y la inmigración, por si todo esto del triángulo sentimental fuera poco. 

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