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martes, 12 de mayo de 2020

El género negro de Maj Sjöwall y Per Wahlöö / Roseanna y El hombre que se esfumó



Roseanna: 213 (NOVELA POLICÍACA BIB): Amazon.es: Sjöwall, Maj ...


El género negro de Maj Sjöwall y Per Wahlöö
Roseanna y El hombre que se esfumó

Blanca Vázquez 
La República Cultural
20 de junio de 2010

Revolviendo entre el bolsillo de las librerías y después de abierto el apetito por el negro nórdico gracias al melancólico Wallander, descubro, como si de un galeón perdido en las profundidades se tratara, un pequeño tesoro del género; Un par de volúmenes que han viajado en el tiempo y conservan un interés que difícilmente despiertan hoy en día muchas novelas fabricadas con formularia artificiosidad. A no ser, claro está, los deudores de aquellos primeros exploradores, quienes no tenían miedo a romper ciertas reglas, las impuestas por el roman policier, y su mundo dividido en blanco y negro. Dentro de este círculo de valientes estaba una pareja sueca, tanto en la vida real como en las letras, formada por Per Wahlöö y Maj Sjöwall.

El hombre que se esfumó, precisamente la segunda de una serie de diez novelas protagonizadas por otro de esos policías con carisma suficiente para crear serie, arrastrando al éxito a sus autores llama poderosamente mi atención. Martin Beck, el maestro o predecesor de Wallander, oso afirmar, es el protagonista de unas investigaciones llevadas a cabo en plena década de los sesenta, un mundo que oscila entre dos polos, los extremos opuestos de la Guerra Fría.

Martin Beck es de esos policias dueños de un carisma basado más en un carácter inquisitivo, paciente, inteligente, depresivo y sobre todo intuitivo: el del golpe en el pecho, o en el alma, el del flash instantáneo producido por la mirada que atraviesa al sospechoso.

Como anécdota contaré que cuando me encontraba en el último tercio de la novela, el momento siempre culminante y tenso de las soluciones del enigma policíaco, en el que no desayunas sin el libro en una mano, te acompaña en los descansos del trabajo o ya no se separa de ti una vez concluido el refrigerio de la cena, descubro la opera prima de esta pareja: Roseanna, el gran éxito con el que Wahlöö y Sjöwall crearon y diseñaron al inspector Beck y a partir de ahí le dejaron suelto.

Vaya camino el emprendido, empezar por la segunda y continuar con la primera, algo así como la manía de leer un fanzine al revés. Un juego, un doblete en estas lecturas de verano junto a este inspector que se siente indispuesto tantas veces, de intuición tan femenina, a quien después de vivir la aventura que le llevará a un Budapest comunista en El hombre que se esfumó, le redescubro a través de sus propias palabras en la lenta y desesperante investigación sobre el asesinado de la joven norteamericana, Roseanna: “Recuerda que posees tres de las principales virtudes de un policía –pensó para sí mismo-. Eres tozudo y lógico. Y muy sereno. No pierdes los estribos, tu compromiso en una investigación, sea del tipo que sea, debe ser única y exclusivamente profesional. Palabras como detestable, horror o crueldad pertenecen a los periódicos, no al mundo de tus pensamientos. Los asesinos son gente completamente normal, sólo que más infelices e inadaptados.”

Por lo tanto, este par de lecturas, aunque sin ser continuación, es uno de esos casos en que la calidad del segundo trabajo ha influenciado en la decisión de saborear la primera incursión de este par de periodistas en el mundo de la literatura. Sjöwall y Wahlöö construyeron un extraordinario argumento detectivesco en Roseanna. Sin prisas pero sin pausas, elevan la tensión, la curiosidad y las expectativas del lector. Como nos prevee otra novelista del género, Val McDermid, Martin Beck forma parte de un equipo, no es un superhéroe que va por libre alimentando su ego. Un equipo cuyos miembros son personajes plenamente caracterizados, bien diseñados, en un constante equilibrio que se contrapesa por las fuerzas y flaquezas de todos, cuyas ideas se ponen en común, y la brillantez se releva de unos a otros. Un socialismo sutil que subyace en lo más profundo del desarrollo de estas tramas, reflejo, por otro lado, como apunta a su vez el otro prologista, Henning Mankell, de la sociedad sueca, huyendo del puro y simplón entretenimiento.
Pareja que siempre ha confesado su clara influencia del escritor norteamericano Ed McBain (seudónimo de Evan Hunter) quién inventó la novela negra urbana con el protagonismo de toda una brigada de policías, con una clara crítica social.

Martin Beck es un hombre incansable, de mediana edad, con problemas de estómago que se siente indispuesto muchas veces, como cualquier lector que le tiene en sus manos. Su matrimonio va a la deriva, sin una razón concreta, algo así como una lenta extinción del amor que un día sintió por la mujer que comparte su casa y con la que tiene dos hijos. Un poco idealista, los mandamás y políticos de las altas esferas no le gustan lo más mínimo. Le gusta observar todo tipo de barcos, y no puede evitar cierto fatalismo, fumar demasiado, y anteponer su deber como policía al de su deber familiar. Se lleva bien y se complemente a la perfección con sus compañeros: Kollberg y Melander. Apreciamos las diferencias que la resolución de sus tramas tendrían hoy, a estas alturas del siglo XXI, no obstante son esas diferencias las que hacen que toquemos con la punta de los dedos la profundidad que deja en nosotros la cadencia y la frustración, el punto muerto, o el momento en el que la investigación se haya bloqueada. Esto ocurre en ambos casos, ralentizado en la primera, Roseanna, donde la investigación del cadaver de una joven turista norteamericana encontrada en el dragado de un canal, se alarga medio año.

En El hombre que se esfumó la acción se desarrolla principalmente fuera de Suecia, en un entorno tan seductor, romántico, luminoso y majestuoso como Budapest. Las descripciones son abundantes, tanto de los desplazamientos de Martin Beck por la hermosa ciudad un tanto decadente y prisionera de la guerra fría, como de la organización del dragado del Canal de Göta y el movimiento de barcos de carácter turístico en la primera novela, así como la vida de la ciudadanía sueca de la época en ambas. La búsqueda de un periodista sueco desaparecido misteriosamente en tierra húngara será el motivo que llevé a las autoridades diplomáticas a exigir la colaboración de un buen profesional en el extranjero.

Dos libros, que junto al comisario de Henning Mankell inauguran un verano descorriendo la cortina en negro.




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