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domingo, 6 de diciembre de 2020

La conversación de «The Crown» que explica por qué el Príncipe Harry rompió con la Familia Real británica


Enrique de Inglaterra y Meghan Markle

La conversación de «The Crown» que explica por qué el Príncipe Harry rompió con la Familia Real británica

A través de una conversación entre el Duque de Edimburgo y la Reina Isabel II en la serie de Netflix se pueden sobreentender los motivos que han provocado la reciente ruptura entre los Duques de Sussex y la Corona británica


19 de enero de 2020

Cuando los Duques de Sussex anunciaron que abandonarían la Casa Real británica, se resquebrajó un muro que llevaba años cerrado a cal y canto, desde que el escandaloso duque de Windsor abdicó de sus funciones como Rey de Inglaterra y cedió el testigo a su hermano Jorge. Los ecos de la tensa relación del príncipe Harry y su mujer con el resto de la familia trascendieron las siempre discretas paredes del Palacio de Buckingham, sobre cuyo tejado han planeado rumores que nunca han tenido respuesta.

Ni la supuesta mala relación entre Lady Di y la Reina Isabel II ni las envidias de esta con su hermana Margarita han derivado nunca en un comunicado oficial, como sí ha sucedido con la ruptura del hijo de Diana de Gales con su abuela. Tras la reciente separación de Harry y Meghan Markle con su familia, son muchos los que encuentran un paralelismo con la serie «The Crown» y en la relación entre los duques de Cambridge y los de Sussex que se ha precipitado tras los últimos acontecimientos.

Precisamente en el segundo episodio de la tercera temporada de la ficción de Netflix, a través de una conversación entre el duque de Edimburgo e Isabel II en la que la monarca le traslada su preocupación por si debería delegar más responsabilidades en Margarita, más carismática que ella.

En ese momento, el marido de la Reina de Inglaterra la consuela repasando otros nombres de la casa Windsor y cómo sus diferencias pasaron a ser virtudes finalmente. Así, le habla a Isabel II de su padre, Jorge VI, al que considera más soso que su hermano Eduardo, que fue Rey menos de un año. También compara a la Reina Victoria con su hijo, Eduardo VII, cuya mala fama trascendió al pueblo llano durante su etapa como Príncipe de Gales.

«¿Por qué no deberíamos darle más trabajo? Hay dos respuestas para eso y ninguna de las dos es bonita de escuchar. Sí, el sistema es desigual, injusto y cruel, la política del primer hijo divide a las familias, es una porquería, pero refleja algo más que es duro y brutal, nadie nos sugiere que lo hagamos de otra manera. Todos queremos igualdad pero no nacimos iguales», asegura en el capítulo «Maragaritología» el Duque de Edimburgo, que continúa: «¿Te acuerdas cuando te dije aquella vez, cuando me emborraché con el monstruo de Tommy Lascelles? Bueno pues esa noche compartió conmigo su teoría sobre la Casa de Windsor y nunca se la he vuelto a contar a nadie (...) Me pidió que me imaginara una criatura mitológica, un águila de dos cabezas. Para esta conversación imagina que eso nos representa, a esta familia, a tu familia. Siempre ha habido Windsors deslumbrantes y aburridos. Tu padre... aburrido, igual que tu abuelo (...) Junto a esa vena aburrida, diligente, fiable y heroica, discurre otra. La deslumbrante, brillante, individualista y... temeraria. Así que por cada Victoria, hay un Eduardo VII; por cada Jorge V hay un príncipe Eddy. Por cada Jorge VI hay un Eduardo VIII. Por cada Lilibet (el nombre cariñoso con el que llama a su esposa) hay una Margarita». Y, suponemos, por cada Guillermo, hay un Harry.






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