Artur Lundkvist Ilustración de Triunfo Arciniegas |
Por Armando Maldonado
27 de mayo de 2015
Lundkvist es un poeta visual; su poesía nos carga de imágenes como un caudal enérgico. Estas imágenes son las de un viajero, las de un lector, las de un hombre que sabe construir un mundo poético con cimientos en el mundo real. Una trasfiguración que lleva al lector del surrealismo poético a un realismo visceral en el que vive el lector.
Lejos de toda pretensión y de una perfección falsa, Lundkvist escribe una obra lúcida, fluida, transparente, obstinada y gigantesca, que transita por los años con estoicismo, y que seguirá así por el andar de los siglos.
En Poemas entre animal y dios (1944), escrito durante la Segunda Guerra, Lundkvist abre su espectro hacia el hallazgo y la asociación inesperada, que en el ámbito de Suecia era algo desconocido, y que tiene sus indudables raíces en el surrealismo. En sus poemas encontramos la huella de Dalí, de García Lorca, de Aleixandre, del Neruda de Residencia en la Tierra. La estela de Lundkvist no fue ignorada por los poetas suecos posteriores, mucho menos por los mejores entre ellos.
Este es un libro humano, un libro donde el hombre está a merced de los elementos: del fuego, del agua, del viento y de la tierra; así como de otros elementos que nos los da la naturaleza misma pero que también están dentro del ser humano y lo pueden levantar o también desolar como el peor de los cataclismos de la naturaleza. Este libro se mueve en diferentes direcciones, es un libro vivo que encamina al lector por sendas interiores donde habita la humillación y la sublimación del ser.
Una poesía que aun siendo de lejanas latitudes geográficas, nos entrega un lenguaje universal, coherente, exuberante, que solo puede ser escrito por un hombre poética y humanamente bien ubicado en el universo. Lundkvist irrumpe en lo cotidiano, y lo descompone en su penosa realidad; la muerte como la “Espada de Damocles” que caerá tarde o temprano sobre nuestras cabezas de ceniza. Es una poética de contrarios donde el más débil, el ser humano, está expuesto en su fragilidad animal. Pero lo que el ser humano tiene como única arma ante las furias es esa misma animalidad, es esa fragilidad constante que lo derrumba pero también lo hace tener la esperanza de poder dominar los elementos.
Sin dudas es la experiencia de incansable viajero lo que trajo a Artur Lundkvist a recorrer toda América Latina, a influir en la Academia Sueca (de la que fue miembro vitalicio) para que otorgaran el Premio Nobel a Miguel Angel Asturias, a Pablo Neruda, a Octavio Paz y a Gabriel García Márquez. Además, Fue traductor de numerosos poetas de habla española como García Lorca, Juan Ramón Jiménez, Pablo Neruda, Xavier Villaurrutia, entre otros. Marcó así una nítida línea dentro de la Academia a favor de las letras iberoamericanas. Por esto, su poesía y su vida, son para nosotros algo lejano pero también cercano.
El mérito de hacer una edición de Poemas entre animal y dios para un público centroamericano es valioso, porque gran parte de esta región es una casa de espejos y esfuerzos destinados a romper esas prisiones de autorreflejos en las que nos han confinado: políticas culturales retrógradas y carentes de todo sentido de progreso.
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