Ocho novelas gráficas para niños
Una selección de los títulos más destacados del año 2019 en el género
Tereixa Constenla
13 diciembre de 2019
1. Fantasmas, Raina Telgemeier. Maeva
Raina la reina. Con ella erupcionó el género. Tiene ventas escandalosas y tres premios Eisner en casa. El último por esta historia, donde la hermana pequeña, Maya, es la valerosa y la hermana mayor, Catrina, la asustadiza. Un homenaje a la cultura mexicana con páginas festivas con el colorismo de Coco y pinceladas de humor, ternura y miedo. Un cóctel sobre la aceptación de la enfermedad, la iniciación sentimental, el poder del afecto y la relación con los que ya no están. Los fantasmas solo intimidan cuando no les conoces.
2. Los espeluznantes casos de Margo Maloo, Drew Weing. Maeva
Las historietas de Charles y Margo Maloo nacieron en la web. Su éxito las catapultó al mundo físico. Eco City, la ciudad a la que acaba de mudarse la familia del protagonista, tiene una doble vida donde residen fantasmas, trasgos, troles y monstruos. Como todos los niños, Charles tiene miedo de ellos hasta que, de la mano de Margo Maloo, descubre que también los monstruos se sienten atemorizados por los niños. Estructurado en capítulos, cuenta con pasajes trepidantes y diálogos divertidos entre una heroína rebosante de empatía y un antihéroe repleto de curiosidad.
3. Hicotea, Lorena Álvarez. Astiberri
Premiada este verano en la Comic-Con de San Diego con el Russ Manning, destinado a la mejor promesa del cómic, la autora colombiana continúa en este álbum con el exuberante mundo imaginario de Sandy, alumna en un colegio católico femenino, iniciado en Luces nocturnas. La dibujante se apropia de sus experiencias infantiles para transferir a la protagonista de la realidad a la fantasía donde, por supuesto, ocurre todo lo interesante. La excusa, aquí, es una excursión al campo donde una laguna en retroceso esconde secretos.
4. Wáluk 3, Ana Miralles y Emilio Ruiz. Astiberri
El regalo perfecto para Greta Thunberg a los 10 años. Tercera entrega de las aventuras árticas de Wáluk, oso en fase de formación y aprendizaje con la ayuda de Esquimo, un veterano achacoso cuya presencia aún impone. La plasticidad del hielo ayuda a resaltar la expresividad de sus protagonistas: búhos sabios, perros sometidos y osos buscavidas. Los animales tienen valores éticos y algunos humanos, instintos bestiales. La historia de Wáluk, que había escrito Emilio Ruiz como cuento, estuvo 10 años en un cajón hasta que Ana Miralles decidió convertirla en un cómic. ¿El último país donde ha salido? China.
5. Bahía Acuicornio, Katie O’Neill. La Cúpula
Hace un año la autora neozelandesa asombró a niños y a adultos por igual con La sociedad de los dragones de té, que obtuvo dos Eisner. Un cómic dibujado con delicadeza y escrito con valentía sobre los seres diferentes. Aquí mantiene esa plástica de toque manga en una historieta donde se mezclan el amor, la tristeza y la magia con un potente mensaje conservacionista.
6. Los diarios de Cereza y Valentín, Joris Chamblain y Aurélie Neyret. Alfaguara
Un fenómeno en Francia. Y un fenómeno en España desde que, en 2017, salió el primer volumen de Los diarios de Cereza. El zoo petrificado, protagonizado por una niña de 10 años que sueña con ser escritora. Después de cinco entregas, Chamblain y Neyret han optado por una suerte de spin-off. Cereza ayudará a Valentín, el hijo de la pareja de su madre, a superar el miedo a esa nueva familia reconstituida que están formando a través de una metafórica misión espacial.
7. El pavoroso miedo de Epifanía, Susto Gauthier y Lefèvre. Astronave
Epifanía Susto tiene ocho años y un miedo a sus espaldas que va creciendo incontrolable. Cansada de semejante lastre, emprende una aventura que tiene ecos de Alicia por un mundo poblado de criaturas y lugares fantásticos, como un quijotesco caballero que siempre viaja hacia poniente o un guía perdido en un punto de información en el bosque al que se llega siguiendo el letrero “Tengo preguntas para todas tus respuestas”.
8. Y entonces nos perdimos, Ryan Andrews. Astronave
Ryan Andrews dibuja una aventura con aire de clásico envuelta en azules nocturnos. Ben y sus amigos deciden seguir la pista a los farolillos que en cada equinoccio de otoño se arrojan al río de su pueblo para comprobar si, como afirma la leyenda, se transforman en estrellas. Rigen dos reglas: nadie da media vuelta y nadie mira atrás. Solo Nathan, el niño del que todos se mofan, y alguien tan inesperado como un oso serán capaces de acompañar a Ben hasta el final.
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