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sábado, 30 de noviembre de 2019

Alda Merini / Cuerpo de amor / Reseña




Alda Merini
CUERPO DE AMOR

Declaración de amor


ÁNGEL RUPÉREZ
28 de agosto de 2010

Poesía. ¿Quién teme a la muerte? La poeta italiana Alda Merini (1931), coetánea de Quasimodo, sugiere en este libro que quien ama a Jesús, y cree en él, no puede temer a la muerte sino que, por el contrario, la solicita para encontrarse con el maestro que, siendo muy joven, supo sacrificarse por los demás. O, si no la solicita, la acepta de buen grado, sin dramatismos de ninguna clase, con un sentimiento de apertura al Ser trascendente en cuya entraña reside el Amor total, la única y real experiencia que justifica la existencia que, de lo contrario, estaría desposeída de cualquier sentido. "Danos la muerte para poder vernos... Un día Él nos dirá: deja tus alforjas y ven, ven por mí, para siempre". El misticismo que acompaña a estas convicciones se expresa mediante secuencias de versos o fragmentos en prosa de una sinceridad arrebatada, como si estuviera segura la autora de que, al decir una verdad importante, de fuerte raigambre personal e indiscutible evidencia experiencial, se evitara así el peligro de la locuacidad desenfrenada e inane. Ahora bien, puesto que emergen aquí y allá luminosas advertencias, plenas de significado y fuerza poéticos, con ese ímpetu que creíamos desterrado por antiguo y desacreditado, surge, al menos en mí, una simpatía creciente por esta declaración de fe, pues no otra cosa es este libro. Por otra parte, el Mal, que nadie puede explicar, tiene un contrapunto redentor, otra vez, en la figura del maestro, y no solo por sus enseñanzas, concebidas como antídotos radicales contra la perversidad criminal, sino por su misma muerte que es la negación de todas las muertes injustas, como la suya misma. Por tanto, no hay por qué temer a la muerte puesto que toda muerte es redimible, gracias a la propia muerte Jesús. Así es la fe, incluso para los que carecen de ella. Portentoso Jesús Humano y Pobre -y hasta Romántico-, pero, sobre todo, Hijo de Dios, que murió "cuando era música de su pasado del cielo", dice Alda Merini en este libro arrebatado, defectuoso, torrencial, concebido todo él como una declaración de amor, y que siempre huele a Verdad vivida, a necesidad que cuaja en momentos -ráfagas, rachas, fulgores- que son suficientes para salvar cualquier libro de la quema.


Cuerpo de amor

Alda Merini
Traducción de Jeannette L. Clariond
Vaso Roto. Barcelona-México, 2010
101 páginas. 10 euros

EL PAÍS


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