Autorretrato, 1927
Kuzmá Petrov-VodkinPetrov-Vodkin, uno de los pintores rusos más polémicos del siglo XX
03 MAYO 2019
RUSSIA BEYOND
Kuzmá Petrov-Vodkin pintó desde finales del siglo XIX y fue activo durante la Revolución porque se decía que era poco ‘fiel’ al espíritu del realismo socialista. Fue redescubierto en la época de Jrushchov.
Kuzmá Petrov-Vodkin nació el 5 de noviembre de 1878, en la provincia de Jvalinsk. Era hijo de un zapatero. Fue uno de los artistas rusos más originales de las primeras décadas del siglo XX. Sus obras causaron una enorme controversia.
‘Retrato de Lenin’ (1934).
Kuzmá Petrov-Vodkin
Petrov-Vodkin era un pintor espectacular, un dibujante insuperable, un teórico original, un profesor nato, un talentoso escritor y una eminente figura pública. Era un individuo lleno de talento, un artista único e hijo de su tiempo que desplegaba múltiples intereses: desde la pintura de iconos rusos a Vladímir Lenin, el líder de la Revolución rusa.
‘Muchachas en el Volga’ (1915).
Kuzmá Petrov-Vodkin
Surugó como artista en un momento en el que el simbolismo pictórico estaba en declive y la pintura vanguardista todavía no había eclosionado. En la principal asociación artística de la época, la Unión de Artistas Rusos, había una hostilidad creciente de los miembros de San Petersburgo hacia sus colegas moscovitas.
‘Niño africano’ (1908).
Kuzmá Petrov-Vodkin
Con la ayuda de Serguéi Makovski, editor de la revista Apolo y admirador del trabajo del autodidacta Petrov-Vodki, se organizó una gran exposición en San Petersburgo. Las obras de su ciclo africano resultaron especialmente peculiares. Al contrario que muchos de sus contemporáneos, que habían decidido rechazar el principio de la pintura figurativa, Petrov-Vodkin se esforzó por preservar la forma tradicional de pintar, sintetizando la objetividad de la imagen del neoclasicismo con la convención simbolista del ritmo y el color.
‘Sueño’ (1910).
Kuzmá Petrov-Vodkin
Los pintores vanguardistas rusos de principios de los años 10 consideraron las obras de Petrov-Vodkin como anticuada y académica. El público general lo consideró un formalista más, como los vanguardistas, aunque un poco diferente. Tan solo unos pocos críticos y expertos comprendieron la importancia de los mejores logros artísticos de Petrov-Vodkin. Su pintura de 1910, Sueño, tuvo un gran éxito.
‘Orilla’ (1908).
Kuzmá Petrov-Vodkin
Si pinturas como Elegía, Orilla o incluso Sueño, bien podían haber sido creadas fuera de Rusia, la inmensa mayoría de las obras de Petrov-Vodkin a partir de 1910 son manifestaciones de los rasgos nacionales de su visión artística, que hunden sus raíces de forma orgánica en el arte ruso antiguo.
‘Chicos jugando’ (1911).
Kuzmá Petrov-Vodkin
La primera y más emblemática pintura de este tipo es Chicos (o Chicos jugando, 1911). El propio artista declaró veinte años después de ser pintada que Chicos se “pintó como marcha fúnebre” por las muertes de Valentín Serov y Mijaíl Vrúbel. Esta pintura, una celebración de la juventud y la vida, fue una respuesta a la pérdida para el arte ruso de dos de sus más grandes maestros. El principal concepto de Chicos, en particular su esquema de color, trae a la memoria el cuadro Danza de Matisse. Sin embargo, Petrov-Vodkin respondió a estas observaciones: “Sabes, creo que nosotros en Rusia pintamos mejor que Matisse”.
‘Baño de un caballo rojo’ (1912).
Kuzmá Petrov-Vodkin
Después de Chicos, Petrov-Vodkin creó Baño de un caballo rojo, una obra que ocupa un lugar especial en su producción y que marcó el inicio del arte ruso de la primera década del siglo XX. La obra Baño de un caballo rojo, sin embargo, se comenzó en invierno de 1911 y a principios de la primavera de 1912.
‘Madre’ (1915).
Kuzmá Petrov-Vodkin
Entre 1912-1913, la maternidad fue el tema central de las obras de Petrov-Vodkin. El prototipo nacional de la mujer rusa se convirtió en el más brillante ejemplo de las bellas artes rusas del siglo XX.
‘Ternura de los corazones malvados’ (1915).
Kuzmá Petrov-Vodkin
El artista también encarna una emoción completamente terrenal y humana, en los temas religiosos que le interesaban en aquella época.
‘Boceto para el panel de Stepan Razin’ (1918).
Kuzmá Petrov-Vodkin
Para celebrar el primer aniversario de la Revolución de octubre de 1917, docenas de casas de Petrogrado (San Petersburgo) fueron decoradas con construcciones ornamentales hechas en base a los bocetos realizados por artistas. Entre ellos había cuatro enormes paneles de Petrov-Vodkin. Uno de ellos estaba dedicado a Stepán Razin, mientras que los otros tres representaban temas de los cuentos populares y narraciones épicas rusas.
‘Madonna de Petrogrado’ (1918).
Kuzmá Petrov-Vodkin
La primera pintura del periodo soviético de Petrov-Vodkin fue en 1918 en Petrogrado. En esta pintura el artista intenta encarnar la nueva esencia de la figura materna: su versión urbana y proletaria.
‘Después de la batalla’ (1923).
Kuzmá Petrov-Vodkin
Después de la batalla se concibió con una serie de escalas opuestas. En el plano más cercano predominan los tonos ocures, mientras que en el fondo los azules tienen mayor peso. Se trata de una predicción de las futuras posibilidades del cine, entre las que se encuentran la retrospección y la combinación de múltiples niveles temporales.
‘Alarma’ (1919).
Kuzmá Petrov-Vodkin
Alrededor de 1934 Petrov-Vodkin volvió a la pintura y creó una de las mejores obras de su último periodo en el que resurge el tema revolucionario.
‘Cerezo en un jarrón’ (1932).
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