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sábado, 24 de marzo de 2018

‘House of Cards’ / UK / La mente maestra de Francis Urquhart





‘House of Cards’ (UK)

 La mente maestra de Francis Urquhart

21 de abril de 2014
Muchos ya se han familiarizado con el personaje Frank Underwood de la exitosa serie política de Netflix, House of Cards (2013-), pero… ¿qué hay de la original?. Ambas producciones están basadas en el libro de Michael Dobbs del mismo nombre, y ambas cuentan con él como productor ejecutivo y guionista, así como Andrew Davis, quien también está detrás de las dos producciones. Ian Richardson interpretando a Francis Urquhart y Kevin Spacey haciendo lo propio con Frank Underwood. Una adaptada por la BBC en 1990 y la otra por Netflix en 2013. Una contextualizada en Gran Bretaña y la otra en Estados Unidos. Esta entrada se centra en adaptación británica, aunque también contiene una sección final en donde se ponen en la balanza las dos series, obviamente con spoilers pero señalando cuando corresponda.
Algo que caracteriza a ambas producciones, es que su protagonista principal rompe la ‘cuarta pared’ frecuentemente, es decir, habla directamente a la cámara dirigiéndose de forma personal al espectador. Esto nos permite interiorizarnos en la mente de Francis Urquhart, cómo es su manera de ver la vida y de entender la política.
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Pero antes de adentrarnos en esta soberbia historia, primero hay que hacer un repaso breve de los antecedentes y la concepción de esta brillante ficción. Michael Dobbs es un político del partido británico Conservador y autor de novelas best-seller, dentro de las cuales destaca House of Cards (1989) y sus secuelas también adaptadas por la BBC, To Play The King (1992) y el cierre de la historia en The Final Cut (1994), las tres novelas se centran en Francis Urquhart y en las diferentes etapas de su vida política.
Francis es un ambicioso Jefe de Grupo (“Chief Whip”) con aspiraciones a un importante ascenso en la pirámide política británica. Una persona que planificará su llegada al poder en base al engaño, traición, manipulación, desconfianza y símiles adjetivos con la finalidad de conseguir lo que le habían prometido en un principio; un cargo de mayor categoría. Para llegar a esta idea, Michael Dobbs tiene mucha propiedad para hablar de este tema, ya que él mismo fue Jefe de Grupo del Partido Conservador, durante el mandato de la Primer Ministro Margaret Thatcher, en los años 1986-1987.


El creador

El escritor, de 66 años, que además de político es periodista,  editor, diplomático y doctor en estudios nucleares, tiene una banca en la Cámara de Lores (“House of Lords”) desde diciembre de 2010. Tiene más de 40 años de experiencia en política, ha sido asesor del Primer Ministro James Callaghan y luego Jefe de Grupo de Thatcher, y fue una fuerte discusión que sostuvo con ella (en el período de su reelección) lo que lo condujo a renunciar al cargo, y posteriormente, lo llevó a escribir la historia de House of Cards en respuesta.
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El título, proviene del juego de conceptos de los parlamentos, refiriéndose a a que éstos funcionan como si fuese un Castillo de Naipes, en donde cada movimiento, si no es calculado, puede ser fatídico. Es aquí donde se elabora el personaje de Francis Urquhart, naciendo de las inspiraciones directas de Richard III y Macbeth del dramaturgo William Shakespeare. Francis será el político que utilice a sus pares y superiores como marionetas para cumplir sus oscuros objetivos.

Trama

La historia de House of Cards se centra en la figura política de Francis Urquhart, un Jefe de Grupo que se encarga de la disciplina y el orden dentro del Partido Conservador. El contexto histórico es ubicado después de la renuncia de Margaret Thatcher y la consecuente búsqueda de su reemplazo. Henry Collingridge, el político con más posibilidades al cargo, es elegido como Primer Ministro, y luego de un período, convoca a elecciones generales en donde se juega la reelección o la salida del puesto. La gestión de Francis Urquhart rinde frutos y consigue la reelección de Collingridge, quien le ha prometido un cargo ministerial si ganase.
En estas circunstancias, es en donde ocurre el hecho que impulsa la historia de House of Cards; la promesa de un puesto de mayor importancia le es rechazada a Francis y ninguna de sus peticiones como Jefe de Grupo son tomadas en cuenta. El gobierno se mantiene con la misma administración y personal, sin hacer ninguna modificación. Este desprecio cargado de sorna y pedantería por parte del Primer Ministro y su asesor, toma a Francis desprevenido y sepulta sus aspiraciones políticas en un santiamén.
Una vez digerida laFrancis_Mattie noticia, su esposa comienza a incitarlo a que tome acciones al respecto, motivando sus pérfidas ambiciones. Sus años de dedicación y lealtad fueron desechados, y en esta oportunidad, utilizará esa misma astucia política para elaborar un plan maestro… y obtener la justa venganza y adueñarse del cargo de Primer Ministro. Todo sea por el bien de su país, o al menos, eso es lo que el protagonista pregona.
Una periodista se esfuerza en conseguir una exclusiva con Francis Urquhart, centrándose en la decisión del Primer Ministro de no hacer ningún cambio en su gabinete. Francis ve en ella una puerta hacia la manipulación de los medios periodísticos y a la filtración de información interna del parlamento que dañe a sus rivales, sin que él se vea afectado. Se genera una complicidad y una atracción casi magnética entre el político y la periodista. Y todo pensado, medido y aprobado bajo la aguda mirada de Elizabeth, la esposa del protagonista.
Así es como Francis Urquhart completa las aristas de un elaborado plan, que ejecuta con brillantez a lo largo de esta trama, comprando poder político con chantaje, engaños y traición, todo sin descuidar nunca su elegante imagen carismática, tanto en vida política como en vida pública.
La intriga, el misterio, la manipulación, el sexo y la corrupción, son elementos presentes en este thriller político, que hace gala de una originalidad narrativa interesante y de una factoría técnica admirable. Repleto de unas magníficas interpretaciones, tanto en los principales como en los secundarios, todos a un altísimo nivel. Los personajes poseen además muchos matices, lo que les da una intensidad enorme y de gran categoría. Un guión complejo pero bien presentado, y con un tono narrativo inquietante y sorpresivo.


Presentación

En este video, se puede ver el comienzo del primer episodio de House of Cards, en donde un solemne Francis Urquhart observa detenidamente una fotografía de Margaret Thatcher y realiza un breve monólogo.
A continuación, el video:
“Nothing lasts forever. Even the longest, the most glittering reign must come to an end, some day.”
(“Nada dura para siempre. Incluso el reinado más largo y brillante tiene que llegar a su fin, algún día”)

Escenario

La historia ocurre en Gran Bretaña, principalmente en el Parlamento del Reino Unido (ubicado en el Palacio de Westminster), que se compone de la Cámara de los Comunes (“House of Commons”) y la Cámara de Lores (“House of Lords”) en donde también se halla “La Torre Elizabeth”, o popularmente conocida como “Big Ben”. La edificación se ubica al costado del conocido Río Támesis.
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Una calle famosa e histórica del Reino Unido, es Downing Street. Este es el lugar en donde reside y trabaja el Primer Ministro Británico ocupando el número 10 de la calle. Junto a él, el número 11 de la calle es utilizado por el Ministro de Hacienda, con las mismas finalidades. Downing Street ha sido por más de 300 años el lugar de residencia y de trabajo de estos cargos, con los años, la construcción se ha ido deteriorando y se ha pensado en una restauración moderna que ha sido aplazada constantemente, ya que ha adquirido un nivel histórico importante y difícilmente vaya a tener un cambio significativo.
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Otro lugar frecuentado, es el Palacio de Buckingham, el cual es la residencia oficial y la sede del gobierno monárquico. Aquí vive la realeza y se efectúan las ceremonias oficiales, las visitas de Estado, guías turísticas, entre otras actividades. Además alberga el “Royal Collection”, una colección real de arte, en donde las joyas se exhiben al público.
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Personajes

Francis Urquhart (Ian Richardson), también llamado “F.U.” por sus iniciales, es un Jefe de Grupo (“Chief Whip”) del Partido Conservador. Él es el encargado de mantener la disciplina y el orden en el partido, y además es hábil en la obtención de votos para las elecciones generales. Es un tipo elegante, refinado, con clase y con un carisma excepcional; ésta es una cualidad muy útil para sus dotes de manipulador, ya que jamás revela sus intenciones, sus movimientos nunca quedan expuestos. Posee una hábil mente capaz de maniobrar las personalidades de su entorno político con mucha facilidad, no sin antes investigarlas para luego hacerlas hundir en la vergüenza. Francis Urquhart es perfeccionista, ambicioso, amoral, hipócrita, cínico, pero por sobre todo, es un despiadado estratega. Apoyado de su característica elocuencia y convicción en sus palabras, logra engañar a quién quiera. Su familia se compone sólo por su cónyuge, no tienen hijos juntos. Está casado hace años con Elizabeth, a quién respeta mucho y la escucha constantemente en sus decisiones, ambos formen un matrimonio basado en la ambición, pero inmejorablemente estable. Francis Urquhart es la personificación de la corrupción política y humana.
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Mattie Storin (Susannah Harker) es una joven periodista encargada de la sección política del diario Chronicle. Ella se preocupa de informarse sobre los últimos movimientos en el interior del parlamento para así conseguir primicias y tener una mayor consideración dentro del diario en el que trabaja. Es una persona dedicada y esforzada, es inteligente, prudente, discreta y muy precavida. Sus ambiciones se centran en la búsqueda de la verdad y en desenmascarar quién está detrás de todos los tejemanejes políticos, en base a su gran habilidad deductiva. Mattie ve en Francis Urquhart un aliado, ve a alguien que le pueda proporcionar información de las altas esferas y comparte con él su postura e ideología. Además, percibe una franqueza y honestidad en las palabras de Francis que no se le da con ninguna otro político ni con ninguna otra persona. Esto generará una peligrosa pero atrayente relación entre ambos, en donde más de algún sentimiento nublará el juicio de Mattie. Es soltera y vive sola.
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Elizabeth Urquhart (Diane Fletcher) es la esposa de Francis y el pilar fundamental de su vida. Ella es una  persona emocionalmente distante, no así con su marido. Al igual que él, es alguien que mide sus objetivos en base a la ambición, cinismo y mucha astucia. De apariencia refinada y culta, es la fiel compañera de Francis, cómplice y gestora de las turbias ideas que motivan a su marido. Tiene una frialdad para analizar las situaciones con tanta o mayor facilidad que Fracis. Es una persona sumamente cortés, pero totalmente hipócrita y falsa. Su actividad laboral no se especifica en la serie y se asume que es ama de casa, aunque constantemente tiene la labor de apoyar en público a su marido en organizaciones o eventos, con la finalidad de facilitarle el camino en su estratagema política.
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Roger O’Neill (interpretado magistralmente por Miles Anderson) es el Director de Publicidad del Partido Conservador, es quién tiene el desplante y la personalidad para construir la imagen del partido, la propaganda y las frases publicitarias. Roger es un tipo extrovertido, carismático, alegre, espontáneo y revoltoso, pero además es un hombre vicioso. Sus objetivos siempre son a corto plazo y no tiene ambiciones tan determinadas como los demás de su entorno político. Roger es una persona sincera, no es alguien con intenciones dañinas hacia las demás, lo que también lo convierte en un ingenuo; sobre todo, a la vista del astuto Francis Urquhart, quien lo utilizará como una marioneta más dentro de su malévolo plan. No tiene hijos y no está casado, sin embargo tiene una pareja llamada Penny Guy (Alphonsia Emmanuel) y que además es su asistente, por lo que no es referida como tal en su vida pública. Roger, es un hombre que lucha contra sus propios demonios.
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Henry Collingridge (David Lyon), o también llamado “Hal”. Es el Primer Ministro de Gran Bretaña. Su asesor y fiel compañero es Lord Billsborough (Nicholas Selby), junto al cual despreciarán las peticiones de Francis de un cargo ministerial luego de ganadas las elecciones. Henry es una persona que confía en su gente en base al interés, con la finalidad de mantener su presencia en el poder y las de sus subalternos, es por ésto que Francis no entra en su nominación y lo mantiene en su puesto actual de Jefe de Grupo. Sin embargo, el apoyo dentro del partido comienza a flaquear severamente. Es aquí donde ve en Francis otra perspectiva; comienza a tomarle más en cuenta y escucha cada uno de sus sabios consejos, mientras Francis conserva  ingeniosamente su postura humilde y de hombre sencillo. Henry Collingridge está casado y aparentemente no tiene hijos. Tiene un hermano alcohólico llamado Charles Collingridge (James Villiers) que le causa algunos problemas en su vida pública.
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Francis Urquhart cuenta con un asesor que es de mucha ayuda, el leal Tim Stamper (Colin Jeavons). Él es quien se encarga de buscar información que resulte perjudicial para el prestigio público de los adversarios de Francis, de los cuales destacan Patrick Woolton (Malcolm Tierney), que es un tipo arrogante, directo y de estilo más bien agresivo, y Michael Samuels (Damien Thomas), que es un joven idealista y con mucha autoconfianza, quien cuenta además con el beneplácito de Lord Billsborough (Nicholas Selby).

Trilogía House of Cards

La historia de House of Cards, al estar basada en un libro, poseía un final que pretendía ser definitivo. Pero el éxito de este primer libro y su exitosa adaptación a la televisión de la mano de la BBC, conllevaría a que Michael Dobbs extendiera su relato en dos libros más; To Play The King (1992) y The Final Cut (1994). Completando así, la trilogía de Francis Urquhart, en donde cada libro tiene una adaptación de 4 episodios televisivos, llegando a un total de 12. Lamentablemente, las secuelas tienen la mala fortuna que ocurre con la mayoría de las historias que se extienden obligadamente: ambas no están al nivel creativo de la primera(no así interpretativo, que Ian Richardson y demás actores no dejan de sorprender). A pesar de esto, To Play The King y The Final Cut, logran entretener y conservar el estilo dinámico e intrigante de su primogénita. La codicia, las estrategias, las ambiciones… siguen causando un gran efecto en el relato, así también como algunos personajes secundarios bien elaborados y argumentos políticos bien expuestos e interesantes.
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Un detalle característico de la adaptación de la serie (desconozco si ocurre en los libros), es que se utilizan recursos metafóricos que alimentan y nutren la historia. En la primera temporada, pueden verse muchas ratas que deambulan en las cercanías del Palacio Westminster, las calles de Gran Bretaña y lugares recónditos e insalubres; haciendo una comparación con la clase política y sus sucias estrategias en el parlamento y los lugares que visitan, siempre escondiendo sus intenciones reales y su verdadera imagen.
En la segunda temporada, son los vagabundos, ya que hacen una perfecta contraposición (en vez de una comparación) a la realeza y sus lujos; las ideas socialistas del nuevo Rey, son desacreditadas por las ideas conservadoras de Urquhart, generando una tensa relación entre ambos mostrándonos unos diálogos magníficos, poniendo en tela de juicio al propio monarca. Francis también comienza a sentir una culpabilidad progresiva sobre su obrar manipulador y sus consecuencias.
Y en la tercera temporada, aunque de una manera más sutil, la vejez es la que se adhiere a la historia; en esta ocasión, afectando directamente a Francis Urquhart y su anhelo de dejar un legado; una huella que lo recuerde como uno de los mejores Primer Ministro de la historia de Gran Bretaña. Es aquí donde se revela parte importante de su pasado, y además es en donde se muestra mucho más sensible hacia los actos dañinos que ha cometido en su vida, los remordimientos tarde o temprano llegan, y tal como Francis decía en su monólogo al comienzo de la historia: “Nada dura para siempre. Incluso el reinado más largo y brillante tiene que llegar a su fin, algún día”.
Otro de los méritos de esta serie, es que introdujo y popularizó una frase que dice Francis Urquhart: “You might very well think that; I couldn’t possibly comment” (“Puedes pensar eso; yo me abstengo de hacer comentarios”), que se utiliza con el fin de evadir una pregunta no deseada y dejar la respuesta dependiendo de la situación en la que se haga. De hecho, se sabe que esta frase se ha utilizado frecuentemente en la vida real en la Cámara de los Comunes (“House of Commons”) del Parlamento del Reino Unido.
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Ian Richardson, ganó un BAFTA en la categoría Mejor Actor y Andrew Davies ganó un Emmy por el guión de la serie. House of Cards ha sido elegida por la British Film Institute como uno de los 100 Grandes Programas de Televisión Británica.

Conclusión

House of Cards es un excelente thriller político sobre ambición, codicia, manipulación, corrupción y venganza; presenta un guión complejo y sorprendente, sin ser confuso ni forzoso. Posee unas magníficas interpretaciones de parte del elenco en general, con diálogos y momentos memorables, haciendo pasar al espectador por situaciones que causan complicidad, angustia y tensión. Sus secuelas si bien no están en el mismo pedestal que la primera entrega, logran entretener y darle un cierre digno (aunque previsible) a esta historia.
De recomendación obligatoria es ver House of Cards, una producción que no tiene la fama que goza su actual remake estadounidense, pero que logra salir victoriosa y alzarse como una de las mejores ficciones políticas de las últimas décadas. Totalmente imperdible.
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Año: (1990-1995)
País de origen: Reino Unido
Duración: 60 min.
Género:  Thriller Político / Drama
Episodios: 12.  (4- House of Cards / 4- To Play The King / 4 – The Final Cut)
Dirección: Paul Seed, Mike Vardy
Creador: Michael Dobbs, Andrew Davies
Reparto: Ian Richardson, Susannah Harker, Miles Anderson, Diane Fletcher, Colin Jeavons, David Lyon, James Villiers, Michael Kitchen, Kitty Aldridge, Nicholas Farrell, Paul Freeman, Isla Blair, Nick Brimble.


¿Inglesa o Americana? ¿Original o Remake? (Terreno de SPOILERS)

Éste es un punto aparte en esta entrada que pretende servir de motivación a ver la House of Cards original. En ambas producciones, los protagonistas se llaman Francis, pero es citado con mayor frecuencia como Frank en la versión americana, dejando su nombre verdadero para la intimidad con su esposa, también cambia su apellido a uno estadounidense. La batalla la protagoniza Francis Urquhart vs Frank Underwood.
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Méritos

Los méritos de la House of Cards americana y la comparación con la británica:
I- Otorgarle mayor protagonismo a la pareja del protagonista. En la versión original, Elizabeth Urquhart tiene un rol muy importante; es quien define con frialdad los objetivos de Francis cuando éste se encuentra entrampado en una situación, ella es quien manipula a Francis sin que él se de cuenta y él jamás duda de su juicio y decisión (eso pasa por un tema de personalidad del personaje más que por otra cosa, algo que más adelante explicaré). Sin embargo, las motivaciones de Elizabeth no son muy profundas; sólo se destaca la motivación que ejerce en su marido a llevar adelante su venganza, (que de hecho, ella misma le sugiere), y no hace más que ser la susurradora de ideas malévolas y nada más. En cambio Claire Underwood tiene objetivos diferentes de su marido; lo apoya, es cierto, pero también tiene sus propias ambiciones y no dejara que por un capricho Frank haga lo que quiera con sus metas. Claire es un personaje fuerte y mucho más interesante que Elizabeth Urquhart, que es una carente de alma total y sin motivaciones poderosas. Es una persona inteligente, con estilo propio y despiadada, aunque a veces intenta conectar con algo más que el poder y la ambición, e intenta ser más sentimentalista, sintiéndose extraña cuando se generan situaciones que involucran la compasión y el entendimiento, como cuando un vagabundo le devuelve el dinero que le regaló convertido en un origami. Otro ejemplo es su fuerte interés en ser madre, que lamentablemente se ve diluida por sus objetivos pero su deseo, se cree que aun está presente.
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II- Contextualizar la historia en Estados Unidos. Michael Dobbs y Andrew Davies, a pesar de ser ingleses, se asesoraron bien en cuanto a la adaptación de la historia original a la política americana. El cambio de los oscuros pasillos y salones de mármol del Parlamento del Reino Unido al blanco pulcro del Capitolio es un gran acierto, así como la estructura de la política está bien dibujada. Los creadores tras la House of Cards americana han sabido como adaptar el sistema político, para una historia que tuvo que sufrir fuertes modificaciones y aún así conseguir salir victoriosa. El paso de los años también muestra un cambio fuerte en el uso de la tecnología, que es una herramienta vital para el guión y para la interacción de los personajes; aunque en ocasiones se abuse de la propaganda de marcas, y a algunos les pueda resultar exagerado (hay una escena en que Frank y Stamper tienen nueve productos Apple a la mano) es un elemento innegable que complementa a esta House of Cards del siglo XXI.
III- Interpretaciones principales de gran nivel. Aunque no se pueda decir prácticamente nada negativo de las interpretaciones en la versión británica, la americana también tiene buenas actuaciones. Kevin Spacey (American Beauty, The Usual Suspects, Swimming with Sharks, K-PAX, L.A. Confidential), un pulido actor de teatro y cine, demuestra ser efectivo en el rol de Frank Underwood, en donde logra llenar al personaje de una malsana presencia, demostrándose con desprecio y arrogancia. Underwood logra descontrolar a sus rivales, incluso haciendo que lo golpeen para poder victimizarse, consigue hacer que la gente crea en sus palabras y falsas promesas, como en aquella escena del discurso que da en una iglesia tras el fatal accidente de una joven y la posterior reunión que convence a los padres en su muestra de sincero interés, la escena en donde se juega todas las cartas con Linda Vasquez, la frialdad en darle muerte a Peter Russo, y así. Hay muchos momentos memorables de Spacey en House of Cards, y además con el particular sello impreso de su característico golpe de puño en una superficie, dándole énfasis a sus decisiones. Corey Stoll como Peter Russo no logra convencer mucho en algunas escenas, y si bien tiene sus momentos, con este personaje y su par inglés hay que ser categóricos; no llega al nivel de interpretación que imprime Miles Anderson en su agónico papel de Roger O’Neill, en una actuación magnífica, que es una verdadera joya y un total delirio en la versión británica. Robin Wright como Claire Underwood también logra sobresalientes escenas en la serie y de gran credibilidad, le da una vitalidad al personaje que su homónima británica no logra, además es un personaje mucho más complejo. Michael Kelly en el papel de Douglas Stamper logra ser un personaje interesante, demostrando tener muchas contradicciones en su vida personal y cómo éstas le juegan en contra en su vida privada; el Stamper de la versión americana contra el Stamper de la versión británica, está mucho mejor definido y logrado, un mérito notorio para la House of Cards americana.
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IV- Redefinir la interacción del personaje principal con el medio. Frank Underwood y Francis Urquhart son muy diferentes, eso está claro. En esencia, las ideas que tienen son las mismas, pero los enfoques y el entorno en el que se desarrollan ambos políticos son distintos. Underwood tiene que enfrentarse a una cantidad más elevada de oponentes y debe lidiar no solo con sus pares, sino que también debe hacer visitas como congresista, convencer a la gente común y corriente, preocuparse de la prensa, preocuparse del Presidente, sugerir ideas y perspectivas en diferentes bandos, y así. Francis Urquhart en cambio, tiene menos burocracia de por medio y eso le facilita el camino; debe atender la crisis de hallar un reemplazo ideal de Margaret Thatcher como Primer Ministro y de obtener votos de parte de su partido para asentar el Partido Conservador en el poder.

Defectos

Los defectos de la House of Cards americana y la comparación con la británica:
I- Poco compromiso con los secundarios. Si hay algo que se le critica con frecuencia a esta versión de Netfilx, es que House of Cards despacha con una enorme facilidad a sus personajes. Por citar algunos ejemplos; el vicepresidente Jim Matthews (Dan Ziskie), que suponemos que ganó su elección como Gobernador de Pensilvania, ya que ni siquiera se mostró y si no me equivoco ni siquiera se mencionó si ganó, solo se dio por hecho. El papel de Gillian Cole (Sandrine Holt) que luego de una introducción y un interés importante de parte de Claire, fue sentenciado con un pueril diálogo de telenovela. Christina Gallagher (Kristen Connolly), que luego de la muerte de Peter Russo pierde mucha importancia, a pesar de que se hace cercana al Presidente, demuestra que está ahí solo por la ambición, motivo rutinario y archi-repetido en esta versión. Y pasa también con la presentación de personajes, como Jackie Sharp (Mollie Parker), que debemos tenerle respeto e interés solo por que Frank la conoce y asumimos desde el primer capítulo que aparece, que tiene que ser importante así sin más, y que para darnos la cuota de lo malo que es este personaje, traiciona a su mentor y luego se auto-flagela (a su modo) expandiéndose un tatuaje. A diferencia de la británica, los secundarios que son presentados y luego se topan con Francis o con alguna otra trama que lo involucre, no son sacados del argumento con tanto desdén como en la versión americana, y no todos tienen como regla general la ambición. De ejemplo, Charles Collingridge (James Villiers), Penny Guy (Alphonsia Emmanuel), Lord Billsborough (Nicholas Selby), Patrick Woolton (Malcolm Tierney) y tantos otros. Eso sí, también hay algunas situaciones un poco inverosímiles en su resolución, como la ‘supuesta’ muerte de un parapléjico tras retroceder el vehículo en que iba Mckenzie (Christopher Owen), aunque tal vez el comentario de la mujer que dice que está muerto se deba al pánico. De todos modos, se ve falsa y artificiosa. Estas resoluciones se acentúan un poco más en las secuelas, aunque siempre cuentan con un cierre y no caen en tachar secundarios con la displicencia de su homóloga estadounidense.
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II- Los conflictos políticos pecan de enrevesados. El guión de House of Cards es complejo, tanto de la versión británica como la americana. Pero hay una gran diferencia entre ambos, y lamentablemente, esa diferencia es abismante. Los conflictos políticos en la versión americana no se entienden con claridad y exudan pretenciosidad. El detonante de este error (del cual la británica sale muy bien parada por su certera narrativa) se debe a que la historia de Underwood se alarga demasiado. Los estadounidenses toman las sutilezas de los británicos y lo convierten en un estallido publicitario, descuidando tramas, personajes y guión. Tal vez si la trama fuera centrada en menos capítulos y de menos duración (digamos 45 miutos y 8 capítulos por temporada), la historia no sólo sería más intensa, sino que se dilataría menos y se tendría un producto más redondo y mejor explicado.
III- Escandalización efectista y personajes demasiado atractivos físicamente. Nadie queda indiferente cuando ve la versión americana de la serie, que la trama tienda a escandalizarse con facilidad, esto quiere decir, que utiliza recursos que son de impacto rápido y que genera más revuelo por la escena, que por su potencia narrativa. Una de ellas (y la que más resalta en lo absurdo), es la innecesaria introducción de Xander Feng (Terry Chen) en una situación de sadomasoquismo con una prostituta y con un prostituto. Ninguna otra mención se hace al fetiche erótico del personaje asiático, a excepción del ofrecimiento que le hace Feng a Stamper de disfrutar de la compañía de las mujeres que tiene, aunque no con la misma dirección. El argumento del ciberterrorismo se muestra con importancia, pero luego entendemos que la única finalidad que tuvo presentarlo fue el de inculpar a Lucas Goodwin (Sebastian Arcelus) y de mostrar a un forzoso personaje como lo es Gavin Orsay (Jimmi Simpson), la amenaza de ántrax y la inapropiada e ilógica entrevista a Claire Underwood… si hay un aviso de ántrax en el Capitolio, CNN va a estar transmitiendo en directo los avances de la noticia y no entrevistando a la esposa de un congresista (que más encima está encerrado), además la entrevista tenía un carácter íntimo y cercano, ya que sería enfocado a los Underwood, no a Claire. Por ende no se justifica que porque Claire haya estado sola, la entrevista se torne agresiva, mezquina e invasora como termina siendo. Eso no quita que la interpretación de Robin Wright esté excelente, porque lo está. Otro punto fue la faceta bisexual de Frank Underwood, que da la impresión que fue solo para dar de qué hablar.                                    
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Los personajes tienen una estética demasiado cuidada, incluso para un alcohólico, cocainómano y cliente habitual de prostitutas se ven demasiados correctos; todos con buen estado físico y/o de buena apariencia, gran parte de las mujeres tienen un cuerpo bello y esbelto (Claire Underwood, Jackie Sharp, Zoe Barnes, Christina Gallagher, Rachel Posner) y con los hombres pasa lo mismo, no necesariamente siendo modelos pero todos de buena apariencia (Adam Galloway, Remy Danton, Peter Russo, Garret Walker, Lucas Goodwin, Seth Greyson), con más de alguna excepción. La escandalización de la británica no es tan fuerte como en la americana, tal vez sea porque los ingleses se ríen con más ironía de ellos mismos que los estadounidenses, que siempre quedan bien hasta cuando se pintan de malos. Y con respecto a la apariencia física en la británica, se puede ver que la clase política es desganada, vieja, fofa y con calvicie, no se ven rostros nuevos, jóvenes ni seductores por todos lados como en la americana, y eso le quita una credibilidad enorme al producto de Netlfix, dejando demasiado bien ubicada la estilosa presencia de la clase política estadounidense.
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IV- Personajes sin maticesMuchos personajes de la House of Cards estadounidense no tienen matices fuertes. Casi todos son conducidos por la ambición y la codicia, el dinero o el poder, por ejemplo, las periodistas usadas como marionetas por los dos Francis, Zoe Barnes (Kate Mara) y Mattie Storin (Susannah Harker). Zoe, es una periodista que busca figurar, es oportunista, egocéntrica, atrevida y confrontacional, a diferencia de Mattie, que es precavida, discreta y confidente. El sexo, que Zoe utiliza como estrategia con Frank Underwood no le resulta y es manejada al antojo por él. En cambio en la versión británica, la personalidad de Mattie es muy diferente a la de Francis Urquhart, el político muestra ser una persona amable y sincera, siendo que es un hipócrita y símbolo del cinismo humano, esto genera una relación compleja entre ambos, y no previsible y sin tensión como la de Frank con Zoe, y digo sin tensión porque sus personalidades y motivos son similares. Kevin Spacey está muy bien interpretando a Frank Underwood, pero hay algo que no consigue frente a la cámara y que Ian Richardson si lo hace; el carisma y la empatía. Spacey no logra ser carismático con el espectador cuando habla con él, su personaje mira a la cámara incluso con desprecio, y tiene el descaro de mentirle y no contarle ciertas cosas. La fuerza de la historia con Ian Richardson, es que contaba todo al espectador y con franqueza, interiorizándonos en su mente y en su forma de pensar, de modo que sus acciones eran seguidas junto a la complicidad del auditor, cosa que nunca se logra con Spacey. Con Ian Richardson, uno se pone de parte de su pensamiento y no se atrevería a contradecirlo con sus miradas llenas de reproche y dureza en su decisión, con Spacey sólo se ve cómo es un político corrupto, el diálogo a la cámara en la versión de Netflix perfectamente pudiese no estar y el resultado sería el mismo. De hecho, sabemos desde la primera escena que el tipo es malo, frío y mentiroso, y que juega por ese lado. Con Urquhart en un principio no sabemos, ya que habla de una perspectiva sincera y sus motivos se alteran drásticamente cuando tiene la noticia de que no será ascendido, y nosotros como espectadores, somos testigos y cómplices de cómo planifica su venganza. Si se puede ver que es un tipo manipulador, pero hasta el momento en que le niegan el puesto, es en donde saca toda su habilidad para emplearla.

Conclusiones

Hay muchos más aspectos por analizar en este remake que podrían hundirla más en sus defectos o elevarla más por sus certeras diferencias con la serie original; hay que rescatar que es una serie con una buena producción y que Netflix logró convencer a los auditores y críticos en general, no así como el fallido intento de 10 pilotos de series de Amazon. House of Cards es una buena historia ya sea en adaptación británica o estadounidense, ambas logran entretener con sus tramas, argumentos y excelentes actuaciones.
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Las dos historias, por el modo en que están contextualizadas y definidas se pueden considerar como independientes, de hecho hay un detalle sobre la personalidad de Urquhart que es radicalmente cambiado y sin embargo es efectivo en esta versión americana. Francis Urquhart es un maestro en la planificación estratégica y Frank Underwood es un artífice de la improvisación. Por eso es que Urquhart necesita del apoyo de Elizabeth cuando se encuentra sin salida, porque Urquhart no espera ningún error en su plan, en cambio Underwood improvisa frecuentemente y modifica puntos claves en su plan sin que se altere su objetivo final. Ambos tienen defectos y ventajas muy potentes, Urquhart no es capaz de maniobrar las piezas cuando algo no sale exactamente como él quiere, pero jamás deja ver sus verdaderas intenciones a nadie, y hace gala de su elocuencia, carisma, simpatía y elegancia generando una confianza con sus rivales. Frank Underwood no planifica perfectamente y muchas veces es descubierto, sus oponentes ya saben qué clase de persona es y a muchos no les cuenta nada en darse cuenta cómo los está manipulando; es ahí donde lo encaran y le dicen que es un hipócrita y un cínico. Underwood deja ver sus cartas, es cierto, pero si no halla solución, encuentra rápidamente una salida arriesgando todo lo que tiene en solo una frase, se dispone a ser un ganador absoluto o un derrotado con honores, lo cual le da una ventaja de manipular a las personas cuando declara con dura sinceridad qué es lo que planea. Es de ésta forma que Frank Underwood genera confianza (como lo hizo con Linda Vasquez), aunque también tiene un aspecto negativo, ya que muchas de las personas con las que no genera confianza deben actuar por temor a que no los delaten, lo que no le da ninguna garantía.
Finalizando, ambas series son muy independientes como para ser comparadas con justa razónpero si tuviese que elegir, me quedo definitivamente con la versión original de House of Cards. Tiene una intensidad en sus cuatro capítulos que la versión americana no lo logra en sus primeros trece ni en los que siguen. Sus secuelas no están a la misma altura, pero sustancialmente la versión americana está basada en la primera temporada de House of Cards de Paul Seed, no en To Play The King ni The Final Cut. Además las interpretaciones están en un pedestal muy alto, ya que casi todos son actores de teatro en la versión británica que realizan unas actuaciones memorables. Considero que es preferible la calidad antes que la cantidad, y en este caso, la balanza se inclina hacia el maquiavélico de Francis Urquhart. El Castillo de Naipes definitivo, se  queda en la BBC.

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