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sábado, 7 de octubre de 2000

El capítulo final de Tennessee Williams

Tennessee Williams
Ilustración de Bernad Safran 



El capítulo final deTennessee Williams


ANDRÉS FERNÁNDEZ RUBIO
7 OCT 1996

Hace un mes que no llegan flores frescas, como cada semana, a la suite de dos habitaciones en la que vivía Rose Williams. La hermana e inspiradora de Tennessee Williams, disminuida mentalmente tras la lobotomía que le fue practicada en 1943, murió el pasado 4 de septiembre, a los 87 años de edad, y la noticia apenas traspasó las paredes de la Bethel Methodist Home (en Ossining, Nueva York), un edificio de ladrillo rojo en lo alto de una colina.-El patronato que el dramaturgo dejó constituido a su muerte en 1983 -unos 1 300 millones de, pesetas de herencia-, se encargó de que a Rose Williams no le faltase nada: le llegaban flores, tenía enfermeras las 24 horas, buenos muebles, visitas frecuentes y una fotografía enmarcada sobre el televisor con su actor favorito, Tristan Rogers, de su serie favorita, Hospital general."Rose. Su cabeza cortada abierta. Una navaja punzando en su cerebro. Yo. Aquí. Fumando". El poema de Tennessee Williams revela el dolor que supuso para él la pavorosa operación a la que su hermana mayor fue sometida, al parecer sin conocimiento del dramaturgo y con la sola autorización de su madre, Edwina Dakin (quien siempre pensó que su hijo nunca la perdonó por ello). En la biografia Tom, el desconocido Tennessee Williams, Lyle Leverich retrata el sofocante ambiente habitado por los hermanos, ambos vírgenes con 24 y 22 años, bajo la presión puritana de la madre y el temor a un padre alcohólico y violento (Tennessee Williams acabaría descubriendo su homosexualidad y Rose entraría en un declive demencial en buena parte consecuencia de su sexualidad frustrada).
"Tom [Tennessee] había idolatrado a su hermana desde que era un niño, y disfrutaba con cualquier imagen de ella", escribe Leverich, para quien "con el tiempo, se fue desvelando que el amor que sentían Tom y Rose el uno por el otro fue el más profundo de sus vidas".

Sangre alterada

"Mi madre y mi abuela materna venían de una sangre más calmada que mi hermana y yo", escribió Tennessee Williams. "Ellas eran incapaces de sospechar los peligros a los que nos enfrentábamos por el hecho de tener la sangre turbulenta de nuestro padre. Energías irreconciliables luchaban por la supremacía dentro de nosotros. La paz no podía conseguirse nunca: como mucho una especie de armisticio, de fuego latente alcanzado tras numerosas batallas". Esa violencia interior, la represión, la santidad, la histeria, el desequilibrio de la mente, los tranquilizantes, la opresión amiental y el fracaso de los débiles desprotegidos forman parte de los rasgos con los que Tennessee Williams dibujó algunos de sus mejores personajes. Varios de ellos se inspiraron en su hermana Rose Williams, sobre todo el de Laura en El zoo de cristal, pero también el de Blanche du Bois en Un tranvía llamado deseo, Hannah Jelkes en La noche de la iguana y Alma Winemiller en Verano y humo (esta última obra se representa en la actualidad en Broadway, en un desigual montaje interpretado por Mary McDonnell y Harry Hamlin). Prácticamente en cada obra de Williams puede seguirse el rastro, en algún personaje principal o secundario, de su hermana Rose. El dramaturgo le devolvió la conciencia por medio del teatro, en un sentimiento difuso de huida, desolación y culpa. En un poema se dirige a ella: "Quién vendrá, temprano y suavemente, a tranquilizar mi casa / mientras ando por las habitaciones en sombra con el corazón abrumado?"
En su vida cotidiana Rose Williams se había inventado una familia con la mujer que la cuidaba -a la que consideraba su hija-, la enfermera de día y el conductor. En la pared había un póster de su hermano, al que imaginaba como hijo suyo, al igual que al productor Charles Bowden, uno de sus visitantes leales. Disfrutaba de placeres como la ropa, cantar himnos en la iglesia, viajar en coche o las navidades. En una ocasión, con su hermano todavía vivo, éste, Maureen Stapleton y otros amigos le montaron a Rose Williams unas navidades en pleno verano, y los dos hermanos bailaron y cantaron villancicos. Como si se tratara de un reflejo real de Blanche du Bois, Rose Williams nunca decía no, sino "no lo deseo".
La revista The new yorker ha dicho que su muerte cierra el capítulo final del gran legado que su hermano dejó al siglo XX.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 7 de octubre de 1996

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