Doug Liman: “Preferiría morir antes que ajustarme a las normas”
El director de 'El caso Bourne' estrena 'Al filo del mañana',
la nueva película de Tom Cruise
CLARA MORALES
Madrid 29 MAY 2014 - 17:08 COT
Esta es una historia de amor tras las líneas enemigas. Una película con vocación, defiende su director, de gran filme bélico. “Como Casablanca, o El puente sobre el río Kwai”, puntualiza el realizador Doug Liman (Nueva York, 1965). Lo único es que los adversarios de las superestrellas Tom Cruise y Emily Blunt no visten de gris ni les obligan a construir un paso bajo el sol tailandés. La amenaza que combate la pareja de tortolitos en Al filo del mañana no pertenece (aún) a ningún Eje del Mal: es un inmenso ejército de alienígenas invencibles. El arma para derrotarlos tampoco es de este mundo. La última baza de la humanidad es el soldado Bill Cage (Cruise), que tiene la capacidad de repitir una y otra vez la batalla decisiva para el futuro de la humanidad, y así aprender de ella y ganarla.
El empeño de Liman no es cualquier cosa. Hacer un Casablanca en una guerra ficticia… “No es que sea ficticia, es que todavía no ha sucedido”, replica con tono grave en la enésima entrevista de su breve paso por Madrid, aun durante el proceso de montaje. Pero los marcianitos… “No me interesan los aliens, sino el héroe y lo que puede florecer románticamente en un ambiente bélico”. ¿Y qué hay de la acción, esas explosiones y golpes que se ven ya en el tráiler? “En la escena que me hizo aceptar dirigir la película no hay armaduras ni armas”. Queda poco, entonces, de All you need is kill, la novela japonesa que da origen a la película. “El proceso de trabajo ha sido destrozar todo hasta que no hubiera nada, y luego reconstruirlo”. Queda claro.
Liman no piensa “doblegarse”. Quiere ser “un caballo de Troya” que “reviente” el sistema de estudios desde dentro. En El caso Bourne, la primera entrega de la saga de espías, el realizador enredó el guion, desarrolló un personaje complejo y metió acción en un género que parecía agotado. “Rompí muchas reglas, y la película fue un éxito. Lo que se espera de mí es que me aleje de lo convencional”. No en vano, el director provenía del cine independiente: Swingers, su segunda película, costó 200.000 dólares y recaudó más de cuatro millones solo en Estados Unidos. Luego los derroteros le llevaron por el camino de las grandes producciones, con Sr. y Sra. Smith (2005), un duelo de agentes secretos protagonizado por Angelina Jolie y Brad Pitt, o Jumper, con Hayden Christensen y Samuel L. Jackson. Pero él se sigue considerando un rebelde: “Preferiría morir que ajustarme a las normas”.
Y algunas ha roto. El héroe Cruise —actor cada vez más acostumbrado a salvar a la humanidad de una amenaza espacial, como en Oblivion— no es un héroe en absoluto, sino un cobarde empujado al frente por las circunstancias. Para que Emily Blunt, acostumbrada a otro tipo de papeles (El diablo viste de Prada, Conociendo a Jane Austen), se adecuara a su rol de guerrera infalible, tuvo que entrenar durante cuatro meses. Parte del rodaje se ha realizado en Europa, con toma de la Trafalgar Square londinense incluida, algo no tan frecuente en este tipo de producciones. Incluso se negó a que los trajes que portan los soldados fueron recreados por ordenador: “Quería un mundo que pareciera real”. Blunt y Cruise tuvieron que llevar una especie de exoesqueletos de metal de más de 40 kilos durante buena parte del metraje. “Cuando se lo probó, Emily se echó a llorar”, aseguraba el actor entre risas en la presentación del filme.
El director niega que la presencia de una de las mayores estrellas de Hollywood haya sido impositiva sobre el proyecto. Aunque la película, en los primeros pases a prensa, estuviera precedida de un vídeo de Cruise loando el filme y la labor de sus compañeros. Y aunque se trate del gran proyecto del actor tras la tibia recepción de Jack Reacher (2012) y Oblivion (2013). “Tener a Tom y a Emily es un lujo, y dan unas interpretaciones honestas. Ellos son lo más interesante de la película”.
Luego están, claro, los viajes en el tiempo, el terror de cualquier guionista. Liman asegura que no hay ningún descosido en el ir y venir de Bill Cage por este día de la marmota en clave bélica. Bueno, sí, uno; que por supuesto no revela. “Cuando uno rueda una historia de viajes al pasado, sabe que el ser humano nunca podrá hacerlo. Hay que sortear demasiadas paradojas”. Filmar la película sin tropezarse con ninguna la ha convertido en “la obra más ambiciosa de su carrera”. Tanto, que otras empresas se le antojan pequeñas. Incluso rodar en la montaña, donde transcurre Everest, su próximo filme: “¡No tengo que preocuparme por paradojas temporales, efectos especiales o trajes! ¡Lo único que tengo que hacer es subir a más de 2.000 metros y rodarla!”. Nimiedades.
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