Damaris Calderón
EL MUERTO ILUSTRE
Por el barranco
en el que me precipité,
nadie contempla mi belleza:
las deformaciones craneanas
que me hicieron mis padres desde la cuna
(con amor).
Almohadillas
y tablillas
en el hueso frontal y occipital
me distinguieron de mi tribu.
El amarillo y el rojo
simbolizaban mi nobleza
(y no alcancé a cruzar la Cordillera).
Cráneo que burló a Lombroso
siglos después,
regresaré por mi carjac y por mi flecha,
regresaré a venerar al Sol
desde las altas cumbres,
y al cóndor, de pigmentos rojos.
Astuto,
me las arreglaré para terminar lo inacabado.
(Las deformaciones craneanas no disminuyen
la inteligencia del difunto).
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