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jueves, 29 de noviembre de 2007

Rubem Fonseca / Rulfo siempre tendrá qué decir y qué enseñar

Rubem Fonseca
Rubem Fonseca
"Rulfo siempre tendrá qué decir 
y qué enseñar"
BIOGRAFÍA DE JUAN RULFO

 El escritor brasileño recibe en la FIL el galardón que lleva el nombre del jalisciense

 Acude García Márquez al encuentro libresco para acompañar en la premiación a su amigo El Flaco 

 El agasajado se abstiene de sus recurrentes efugios y recorre los tendidos de la feria

MONICA MATEOS-VEGA Y JOSE DIAZ ENVIADA Y CORRESPONSAL

Guadalajara, Jal., 29 de noviembre de 2003. La presencia de Gabriel García Márquez a la inauguración de la 27 Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) provocó que el auditorio donde se celebró el acto se abarrotara. El Nobel colombiano explicó que su asistencia se debía a que deseaba entregar personalmente el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo a su amigo El Flaco: el brasileño Rubem Fonseca.
Ambos escritores fueron recibidos de pie, con una larga ovación que confirmó la presencia de fieles apasionados a la literatura. Fonseca, poco afecto a la vida pública y a la prensa, simplemente se dejó querer, y en su breve discurso de aceptación del galardón manifestó su admiración por Juan Rulfo.
El narrador relató la tarde en que García Márquez dio un libro al escritor Alvaro Mutis con la recomendación: "lea para que aprenda". Se trataba de Pedro Páramo, novela con la que, "cuenta Gabo, se pasó toda una noche leyendo y nunca sintió una conmoción tan grande, a excepción de cuando leyó La metamorfosis, de Kafka, en una lúgubre pensión de estudiantes de Bogotá".
''Era un secreto'', interrumpe García Márquez, bromeando.
Fonseca continúa: "en Gabo ese asombro permaneció intacto. Leí Pedro Páramo y El llano en llamas en una traducción portuguesa, y sentí el mismo impacto. Quedé impresionado con la riqueza de los personajes de Rulfo, que hacen que el lector participe creativamente, mezclando aquello que ha vivido con aquello que ha imaginado, que ha soñado o que es real.
''Carlos Fuentes dice que con Pedro Páramo Juan Rulfo percibió que toda gran visión de la realidad es un producto de la imaginación. Quizá es cierto, y como dice un filósofo, una realidad es una realidad de la imaginación.
''En mayo de 1993 estuve aquí, en México, participando en un homenaje a Juan Rulfo. En aquella ocasión recibí de regalo una foto de él, grabada en metal, la cual tengo en mi librero y la veo constantemente. Pero Rulfo no está reposando, callado en nuestros estantes de libros. Rulfo está entre nosotros, continuamos oyendo lo que él quiere decir. Porque Rulfo tendrá siempre qué decir a sus lectores y qué enseñarnos a sus colegas de oficio."
Jorge Sánchez ofreció una semblanza de Fonseca y reveló por qué el escritor brasileño prefiere permanecer en el anonimato: "él dice que si nadie sabe quién es puede espiar ferozmente a su alrededor''.
Agregó que a 40 años de la aparición de su primer título, Los prisioneros, Fonseca asegura que todo lo que tiene que decir está en sus libros, ''y ha conseguido mantener, ante el asedio de conocidos y desconocidos, un personaje que a veces se confunde con ese yo, primera persona de sus novelas.''
Lo calificó de "espléndido escritor, con una prosa impresionantemente ágil, económica y fulminante, de frases certeras, llenas de humor, a veces negro, no pocas veces pegajoso y acre."
También recordó cuando en 1976 Fonseca fue perseguido por la justicia brasileña, por "atentar contra la moral y las buenas costumbres" con su libro Feliz Año Nuevo. La novela se convirtió en "símbolo y ejemplo de la intolerancia. El escritor emprendió una acción legal contra la unión, lo que significaba demandar a las cámaras legislativas y señalar que el Estado no puede tener el arbitrario poder de prohibir un libro''.
Fonseca ganó la batalla, y a partir de entonces se convirtió en un relator de las injusticias y perversiones de la sociedad que le tocó vivir, en un "inventor de las palabras''.
''Que nadie se engañe: el lenguaje de Rubem Fonseca es altamente sofisticado; el habla de los marginales, por ejemplo, es siempre recreada, lo que le da la autonomía y la resistencia que no se encuentran en las prosas naturalistas condenadas a envejecer, como envejece la jerga callejera", citó Sánchez a un crítico brasileño, al abundar sobre la pasión por el cine de Fonseca, el tenor camaleónico de su personalidad y su fobia a los actos públicos: "él ha dicho: preferiría morir que presentarme a firmar libros".
No obstante, al término de la premiación, Fonseca recorrió las instalaciones de la FIL (que este año espera recibir 400 mil visitantes), en medio de tumultos y apretujones, siempre con una gran sonrisa y saludos. Su amigo Gabriel García Márquez fue quien protagonizó, como siempre, la graciosa huida ante el acoso de la prensa. Pero Fonseca, inclusive, acudió al brindis de honor por la apertura del pabellón dedicado a Quebec, provincia canadiense invitada de honor de este encuentro, y espera gustoso el encuentro Mil jóvenes con Rubem Fonseca, que se realizará el próximo lunes. 

LA JORNADA




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