Gay Talese se enreda con la veracidad de su último libro
El reportero y escritor lanza dudas sobre la fuente de ‘El motel del voyeur’, el propietario de un establecimiento que espiaba las relaciones sexuales de sus huéspedes, pero horas después se retracta
Cristina F. Pereda
Washington, 2 de julio de 2016
Prometía ser el reportaje y el libro del año. El escritor estadounidense Gay Talese, autor de El motel del voyeur admitió este jueves que no promocionará el título al haber perdido la confianza en la fuente principal de su relato. Un fragmento de la obra, publicado en la revista The New Yorker, causó un gran impacto la pasada primavera con la sorprendente historia del dueño de un hotel que había espiado durante décadas a sus huéspedes.
“Gerald Foos no es de fiar. Es un hombre deshonesto, totalmente deshonesto”, declaró Talese al diario The Washington Post. “Hice lo que pude en este libro, pero puede que no fuera lo suficiente”. Con esas palabras el escritor estadounidense parecía dar la espalda a su fuente y a su propio trabajo. Pero en un comunicado emitido por su editorial este viernes, Talese alegó que había hablado en un momento de enfado y que probablemente dijo “cosas con las que no estaba ni estoy de acuerdo”.
Adentrarse en El motel del voyeur era avanzar por un laberinto de incómodas sorpresas, incluido el papel del autor. Talese había sido contactado por Gerald Foos, un hombre que reconocía haber remodelado su hotel para crear un falso techo en las habitaciones y poder catalogar las prácticas sexuales de sus huéspedes. Admitía haberlo hecho durante décadas. Para verificarlo, Talese le visitó en el motel en las afueras de Denver (Colorado), durante tres días. Una de esas noches espiaron juntos a una pareja.
Tanto Talese como los editores del libro y la revista The New Yorker, confiaron en una sola fuente de este relato: Foos. Pero nada más salir a la luz el reportaje, numerosos medios intentaron atar cabos desatendidos en la historia. The Washington Post, por ejemplo, intentó verificar que el hotel verdaderamente pertenecía al protagonista durante los años en los que aseguraba haber espiado a las parejas. El relato de Talese se basa en un catálogo con anotaciones durante décadas cuya veracidad acaba de ser puesta en duda por el Post.
El diario asegura en una exclusiva casi tan jugosa como el reportaje original que este miércoles mostraron al autor los registros que demuestran que vendió el hotel poco después de su visita en Colorado. Cualquier afirmación de que Foos conservaba acceso a las habitaciones a partir de ese momento ha quedado cuestionada.
“Yo no voy a promocionar mi libro. ¿Cómo voy a promocionarlo si su credibilidad acaba de quedar en la basura?”, afirmó el autor, de 84 años, al Post antes de cambiar de opinión. “Nunca debería haber creído ni una sola palabra que me dijo”. Talese explicó en el texto adelantado esta primavera que la historia salía a la luz tras llegar a un acuerdo económico por el que Foos cobró a cambio de compartir sus diarios.
La fecha de publicación del que todavía puede ser uno de los libros del año es el 12 de julio. La editorial asegura que han tomado “muy en serio” las alegaciones del Post y que trabajarán con Talese para resolver cualquier discrepancia en futuras ediciones. “Quiero dejarlo claro”, dice el escritor en el comunicado, “no he desautorizado el libro y tampoco lo va a hacer mi editorial. Si hay detalles que corregir en adelante, lo haremos”.
El impacto inicial de El motel del voyeur fue tal que Steven Spielberg compró los derechos para convertirlo en película. Estaba justificado: Talese es uno de los periodistas estadounidenses más respetados de las últimas décadas dentro y fuera de su país. A pesar de que él mismo reconocía en el reportaje que no había conseguido resolver todas las discrepancias en la versión ofrecida por Foos, la naturaleza de la historia del voyeur atrapaba a cualquier lector, obligándole a dejar las dudas sobre su moralidad hasta el momento en que hubiera cerrado la revista.
Hábitos sexuales
Cuando Talese ya había repasado el catálogo de hábitos sexuales de los huéspedes del motel, revela una de las anécdotas más espeluznantes del texto. Foos alega ser testigo de la muerte del estrangulamiento de una mujer en una de las habitaciones, pero no avisó entonces a la policía. Talese tampoco. El escritor asegura en el texto que no consiguió confirmar en los archivos públicos tal asesinato, pero lo atribuyó a una incongruencia en los datos registrados.
Talese sacó a la luz los posibles delitos cometidos, desde el espionaje hasta la omisión de un asesinato a las autoridades o su posible complicidad en elvoyeurismo de Foos, 36 años después, cuando ya habían prescrito. Las indagaciones del Post revelan ahora que Foos no solo no era dueño del motel en aquel momento sino que, en contra de lo que había afirmado anteriormente, tampoco tenía acceso a las habitaciones desde las que espiaba y el nuevo dueño, además, había reformado el falso techo desde el que supuestamente accedía.
Quienes pensaron esta primavera que el escándalo se quedaba ahí, se equivocaron. Días antes de salir a la luz el relato completo, El motel del voyeur acaba de añadir un capítulo más a la que sí puede ser la polémica del año.
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