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lunes, 16 de mayo de 2016

Vargas Llosa / Un pie en el mausoleo y otro en la mesa de novedades



Mario Vargas Llosa

BIOGRAFÍA


“Un pie en el mausoleo
y otro en la mesa de novedades”



Vargas Llosa celebra la noticia de su ingreso en La Pléiade. "Me hace muy feliz", asegura

JUAN CRUZ Madrid 

Mario Vargas Llosa en Paris.
Mario Vargas Llosa en Paris. / FOTO: DANIEL MORDZINSKI (EL PAÍS)
Nunca se había sentido más feliz como escritor Mario Vargas Llosa que cuando Carmen Balcells, fallecida recientemente, le enseñó una carta de Gallimard en la que informaban a su agente de que ya era hora de que el autor de La ciudad y los perros entrara en La Pléiade. Aquí explica esa alegría.
Pregunta. ¿Cómo se sintió?
Respuesta. Creo que nada podía haberme dado tanta alegría como escritor. Siempre fui afrancesado; lo fui de adolescente, leí ávidamente autores franceses; me matriculé de chico en la Alianza Francesa, creía que ahí estaba el canon universal. Me compraba esos libros de La Pléiade de vez en cuando; me los regalaba. No había nada comparable en elegancia y rigor, en seriedad editorial. Así que cuando Carmen me dio esa sorpresa es fácil imaginar cómo me sentí.
P. Y se lo tomaron muy en serio los de La Pléiade...
R. ¡Y tanto! Crearon un equipo que ha trabajado años... ¡Volvieron a traducir Conversación en La Catedral porque no les satisfizo la existente!
P. ¿Qué tomo se regaló primero a usted mismo?
R. Me regalaba en Navidad o en cumpleaños. Ahí leí por primera vez La guerra y la paz de Tolstoi. Y el primero debió de ser Rimbaud. Me lo compré en una librería francesa de la señora Ortiz de Ceballos. Era tan afrancesada que, cuando apareció La ciudad y los perros, me dijo: “Qué bien, Marito; ojalá la traduzcan pronto al francés para poder leerla”.
P. ¿Y quiso ser usted Rimbaud entonces?
R. No. Yo quise ser Sartre siempre. Seguía todo lo suyo, sus vaivenes ideológicos, sus polémicas. Por eso, unos amigos me llamaban El Sartrecillo Valiente. Pero, sí, Rimbaud me emocionaba, y traduje un texto suyo, Un corazón bajo una sotana.
P. Imagine a un chico de la edad que usted tenía cuando leía a Rimbaud iniciándose en la lectura de sus libros en La Pléiade.
R. Le aconsejaría que leyera por orden cronológico.
P. ¿Y aquel Marito qué leería de lo que escribió el Mario adulto?
R. Para no reconcomerme con la autocrítica, leería Conversación en La Catedral, que es lo menos malo de lo que he escrito.
P. Ahora publica [a finales de marzo, en su 80º cumpleaños] su nueva novela, Cinco esquinas. ¿Cómo afecta lo que ya ha escrito a sus novedades?
R. Todos los libros son la consecuencia de una obra en marcha. Y, sí, puede decirse que hay cierta unidad; a esta, por ejemplo, la acompañan en sucesión novelas como La ciudad y los perros,Historia de Mayta, Conversación en La Catedral...
P. Escribir le rejuvenece.
R. Para eso se escribe. Un libro te regresa a los comienzos.
P. Pues ahora va a estar usted a la vez en un mausoleo literario y en la mesa de las novedades.
R. Eso me hace muy feliz: un pie en el mausoleo y otro en la mesa de novedades. ¡Nunca los dos pies en el mausoleo!



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