Irvine Welsh |
Irvine Welsh,
un escritor
sin método
El novelista británico presentó ayer su novela más reciente, ‘La vida sexual de las gemelas siamesas’
Por VIRGINIA BAUTISTA
GUADALAJARA
02/12/2015 01:17
Irvine Welsh confiesa que algunas veces es muy disciplinado, “me levanto temprano y trabajo de nueve a cinco”, pero que en otras ocasiones escribe donde sea y hasta se le olvida bañarse durante días, hasta que su esposa le recuerda que “existe un mundo real, no sólo el de mis personajes imaginarios”.
El escritor británico, reconocido por su novela Trainspotting, que tuvo una exitosa adaptación cinematográfica, comentó ayer en rueda de prensa que no tiene un método creativo definido o estricto, ya que para confeccionar sus novelas y cuentos necesita “ver a la gente”, involucrarse “con el mundo, socializar”.
“Cuando me disciplino me pregunto qué caso tiene cumplir un horario, pues para eso me consigo un trabajo. A veces me reúno en un bar con mis amigos y regreso a casa a escribir, de una manera más libre. Pero cuando tengo fechas límite de entrega, voy a la oficina a escribir y sólo me paro para comer e ir al baño.
“Pero hay días en que mi esposa casi debe arrastrarme a la ducha. Dice que hay gente real que viene a la casa. La atiendo, pero quiero regresar a mi cuarto imaginario. Creo que si quieres escribir lo puedes hacer en cualquier parte”, agregó el narrador nacido en Leith, Edimburgo, en 1958.
El también dramaturgo y guionista, cuya obra se caracteriza por el uso del dialecto escocés, decidió radicar hace 12 años en EU y vivir de cerca la cultura de esta “sociedad neoliberal”. Pero se “escapa” seguido a los lugares que le interesan, como México.
“Creo que hay que aprender a vivir en los países. Cuando vengo a México me siento muy refrescado, es bueno relajarse. Los mexicanos se basan más en vivir realmente el momento, no trabajar para alguien, eso me atrae mucho. La comida me gusta, ir a lugares como Oaxaca, en donde recorro grandes distancias para tomar un mezcal”, añadió.
El autor de Escoria, Porno y Skagboys contó que en invierno se va a Miami, pues no le gusta el frío de Chicago. “Tiene un clima cálido. No es una ciudad cultural, pero es espectacular en cuanto al arte visual. Al alejarte empiezas a energetizar tus células cerebrales, caminas mucho y no piensas demasiado”.
Justo en Miami, “donde la gente hace mucho ejercicio, está en la playa, hay mucha luz, te topas con las modelos en un entorno glamoroso”, está inspirada su novela más reciente, La vida sexual de las gemelas siamesas (Anagrama).
El gran narrador de las adicciones, como se le considera, pone ahora el foco en algunas genuinamente americanas: el sexo, el físico perfecto, la comida, la obsesión por la fama y el empeño de los medios en convertirlo todo en un circo. “Es bueno ver diferentes culturas y espacios. La forma en que la cultura occidental se ha desarrollado, sobre todo con el neoliberalismo e individualismo extremo. Hay una mezcla extraña de género y edad. Los niños quieren crecer rápidamente y los adultos insistimos en querer ser cada vez más infantiles.
“Tomamos decisiones extrañas. No podemos hablar de la muerte ni del envejecimiento, pues nos sentimos fuertes y bellos cuando ya no lo somos. Puse en esta novela a interactuar a dos personajes muy diferentes”, dijo sobre el libro que promueve en la FIL Guadalajara.
La vida sexual de las gemelas siamesas se desarrolla en una urbe de contrastes, donde conviven cuerpos esculturales con la obesidad más desbocada. La experta en fitness Lucy Brennan se convierte en una heroína al desarmar a un hombre que iba a matar a dos personas. La prensa sensacionalista la adora. También queda prendada de ella una testigo, Lena Sorensen, una mujer obesa y deprimida.
EXCELSIOR
No hay comentarios:
Publicar un comentario