Biografía de una leyenda: el ‘boom’
Xavi Ayén rastrea la historia de la literatura hispanoamericana en la Barcelona de Carmen Balcells y Carlos Barral
JORDI GRACIA 27 JUN 2014 - 20:22 CET
Incluso a distancia ya sideral llega todavía la luz de un fenómeno extravagante. Y persiste y aumenta la incontenible curiosidad por enterarse de todo y sobre todos, incluidos compañeros de viaje, auxiliares, taxistas, chóferes o secretarias, arrendatarios y traductores, críticos y periodistas. A Xavi Ayén le gusta reivindicarlo como Boom, a otros nos gusta menos, pero es indiferente, porque el libro ofrece la óptica plural que va de un señorial Álvaro Mutis ya muy mayor, o un torturado José Donoso, hasta la timidez cortada de Sergio Pitol o del mayor lúcido del reino, Julio Ramón Ribeyro y sus impagables diarios de La tentación del fracaso desde 1950. Los reflejos luminosos de cuando entonces mantienen una vivacidad inaudita, como si el carisma se hubiese encarnado en un puñado de escritores en el español de América. Gran parte de sus obras no pasan, aunque varíe la estimación de unos y otros, y la curiosidad sigue siendo incluso morbosa, compulsiva, ante la red de significados de ruptura literaria y ética que atrajeron sobre sí tantos escritores entre principios de los sesenta y medidados de los setenta. Hubo antes buena literatura en español (sobre todo en América) y hubo después buena literatura en español (en América y España), y sin embargo sigue fragante y rumbosa la nube de factores que ligaron la alta literatura a la mayoría lectora.
Las casi 900 páginas de Aquellos años del boom pasarán a ser la enciclopedia informada, dispersa, chismosa y a menudo confidencial sobre las relaciones personales y profesionales de los escritores hispanoamericanos que encontraron en una muchacha despierta e inagotable, Carmen Balcells, y en un editor con vocación de actor, marino pirata y estrella literaria, Carlos Barral, los catalizadores para cuajar sus vocaciones literarias. El relato de Ayén sin embargo sacará de quicio al lector académico porque apenas usa nada de la bibliografía crítica sobre todos ellos y remite demasiado a menudo a la historia literaria de Giuseppe Bellini (que es de 1985). De ahí quizá se derivan algunas inexactitudes o imprecisiones insignificantes pero incómodas: el hallazgo expresivo sobre la metralla del boom, por ejemplo, no es mío; es de Dunia Gras (y el mono azul que algunos vestimos hace mil años lo imitamos del mecánico mayor García Márquez).
Ayén va legítimamente a su aire, como el buen periodista cultural que es, y maneja, ordena y confronta tres tipos de materiales, además de las biografías de los más relevantes autores: las entrevistas con todo tipo de testigos —entre los más sugestivos están Joaquín Marco, Salvador Clotas, Nélida Piñón, Beatriz de Moura, Elena Poniatowska, Juan Cruz, Luis Feduchi, Balcells—, los testimonios directos y actuales de muchos de los autores, y quizá lo más valioso de todo: el acceso a una parte del archivo de la Agencia Carmen Balcells y a las fuentes disponibles e inéditas que custodia la Universidad de Princeton en el Fondo Mario Vargas Llosa. Las citas son generosas, con extensos extractos de cartas inéditas de muchos de ellos, largas parrafadas de entrevistas, cruce de testimonios para intentar aclarar detalles: ¿quiso o pudo Carlos Barral editar Cien años de soledad? No. ¿Sabemos por qué García Márquez encajó un sólido puñetazo de Vargas Llosa en 1976? En el fondo tampoco, pero importa poco, aunque es divertido seguir la pesquisa en busca del fotógrafo notarial (García Márquez quiso retratarse con el ojo morado) y de la causa de que Patricia Llosa perdiese un avión cuando García Márquez la llevaba al aeropuerto en Barcelona.
¿Sabemos por qué García Márquez encajó un sólido puñetazo de Vargas Llosa en 1976? En el fondo tampoco, pero importa poco, aunque es divertido seguir la pesquisa
Esta biografía colectiva contiene retratos potentes, y muy en particular, el de Balcells y sus poderes taumatúrgicos, sus aptitudes de maga doméstica y pegajosa, irresistible y astuta, también frágil, vulnerable y sentimental, y quizá por eso indómita e incómoda para los editores y a veces para los propios autores. Pero el objetivo se abre al retrato de grupo a través de las noches de Boccacio, los encuentos en Los Caracoles y después en Flash Flash o Il Giardinetto, los barrios y esquinas míticas, las ciudades legendarias con un París que los ha vivido a todos, los contratos editoriales y los datos asombrosos, como la curva de ventas de Cortázar cruzada con la de García Márquez. Quizá porque las obras de Cortázar en 1966 llegaron a tirar 65.000 ejemplares en total y quizá porque Cien años de soledad era un libro especial, su editor en Sudamericana, Francisco Porrúa, y el dueño de la editorial, Antoni López-Llausàs, se atrevieron a tirar en junio de 1967 la enormidad de 8.000 ejemplares. Desde entonces y sin cesar, vendieron 100.000 ejemplares anuales, mientras Cortázar aumentaba la tirada de sus propias obras hasta casi 100.000, aunque no hubiese libro nuevo.
Pura brujería, desde luego, o pura magia, quizá como la que Cortázar había detectado en un capítulo de novela que lee en 1966, en la revista Mundo Nuevo, con una prosa "tan viva, tan caliente, tan fabulosamente inventiva", que necesita contárselo de inmediato a su autor, Gabriel García Márquez, para que nadie se olvide.
Aquellos años del boom. Xavier Ayén. RBA Libros. Barcelona, 2014. 800 páginas. 26 euros
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