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sábado, 20 de septiembre de 2014

Borges / Bioy Casares / El diario inédito de una amistad




CONVERSACIONES 
ENTRE JORGE LUIS BORGES 
Y ADOLFO BIOY CASARES 
El diario inédito de una amistad
Por Matilde Sánchez

Acceder a los cuadernos inéditos de Adolfo Bioy Casares, en los que documentara durante cuarenta años y de manera obsesiva sus conversaciones con Jorge Luis Borges, se torna un acontecimiento mayor. Acontecimiento desplegado en más de mil páginas, aún sin editor, en las que se transparenta la mirada de Bioy sobre Borges. Y para alimento y placer de sus lectores los cuadernos incluyen, como indica Matilde Sánchez, "el ejercicio de la crítica, muchas veces cruenta, un curso magistral en epigramas, arma temible cargada por la sintaxis" y, dada "la fruición del chisme", difícil se torna distinguir la "delgada línea que separa la injuria de ese otro género indefendible y tan rioplatense, el cuereo".



Borges y Bioy Casares, una amistad
fundada fuera de toda ficción.



Un amigo de Adolfo Bioy Casares y de Jorge Luis Borges, el crítico Enrique Pezzoni era para muchos, y hasta hoy, el más virtuoso narrador de anécdotas de literatos. Hacía una verdadera historia de la literatura argentina con esa materia. Por cierto, hay quienes saben leer los chismes como lo que son: relatos indefendibles, según escribe Edgardo Cozarinsky, cuyo destino es transgredir su cerco original. Secretos pero siempre deseosos de ir en busca de nuevos damnificados. Referencista apasionado en varias lenguas -pero sin ponzoña-, tan formal, Daniel Martino dice que empezó a estudiar la obra de Bioy a mediados de los ochenta. Es el editor detrás de las memorias del escritor, quien desde 1994 custodia, por decisión expresa de Bioy, su lengua muerta, un hombre visto por algunos como el ghost editor, la "tijera fantasma". Los fragmentos inéditos que damos a conocer pertenecen a los cuadernos de ABC, en sus anotaciones referidas al amigo Jorge Luis Borges desde 1947. Se trata del diario de una amistad, en cuyo desglose Bioy y Martino trabajaron hasta 1998. El resultado fue un libro aparte, al que llamaron desde siempre el "Borges". Los días elegidos no pueden representar sus 1.500 páginas en toda su diversidad. Hemos privilegiado el retrato de un período, los años cincuenta, porque registra la mayor cantidad de entradas y por su importancia en la vida nacional.

Una vez publicado Descanso de caminantes, en 2001, el "Borges" despertó el interés de cuatro editoriales internacionales en Buenos Aires -Sudamericana, Emecé, Tusquets y Mondadori-. Permanece sin editor. En estos tomos gigantes fluye la conversación de las cenas casi diarias en casa de los Bioy, el trabajo y las lecturas compartidas. Contienen, además del retrato en espejo, el registro documental del campo literario argentino en sus años de mayor irradiación.

Buena parte del "Borges" consiste en el ejercicio de la crítica, muchas veces cruenta, un curso magistral en epigramas, arma temible cargada por la sintaxis. Si la fruición del chisme es su carácter transmisible, al ser empuñado por un escritor como Bioy contempla el horizonte de la publicación: una delgada línea separa la injuria de ese otro género indefendible y tan rioplatense, el cuereo. Nadie se salva de la amistad de estos dos, nadie; ni José Bianco ni Flaubert. Pero será la escuela viperina donde el maestro (Borges, autor del ensayito "Arte de injuriar" y de algunos de los Epitafios de la revista Martín Fierro) acabe como víctima. Será el ciego retratado mientras procura pescar una clara de huevo que escapa del tenedor. O peor, cuando se hurga los cachetes para "ver si una vez más olvidó ponerse ropa interior". Este arte del cuereo que los enhebra y los alza -al cielo más altivo, del que están excluidos hasta los clásicos-, desdobla el idioma de los argentinos en el filete bífido de los porteños, la lengua cómplice que puede decirlo todo, incluso festejar los fusilamientos del 56.

1950
Miércoles, 28 de junio. Borges llegó ayer de Tucumán. Contó que, recorriendo la ciudad con unos profesores, llegaron a un triste barrio de ranchos de paja (…). Uno de los profesores dijo: "Este barrio es muy peligroso. Hay muchos malevos", y aclaró que no había verdadero peligro de ser atacado por ladrones o asesinos, sino por homosexuales. "Todos los malevos son homosexuales". Ante la sorpresa de Borges, el doctor explicó: "La bicicleta excita al malevo. El movimiento, usted comprende. Además, el malevaje es muy inclinado al ciclismo. Si uno va en bicicleta y ve a otro de a pie, se ofrece a llevarlo. Los dos se excitan, dejan la bicicleta… Una vez, con el doctor X, vimos a dos malevos en una acequia. El doctor dijo: 'No hay por qué escandalizarse. Total a todos nos gusta'".

1952
Martes, 6 de mayo. Borges me habló de un artículo que hace años Francisco Romero publicó en Sur; en él nuestro mayor filósofo llegaba a la conclusión de que las dos operaciones esenciales y tal vez únicas de la actividad humana eran unir y separar. Borges comentó: "Es un presocrático. Tiene todo el pasado por delante". Viernes, 30 de mayo. Habló de Flaubert: "A pesar de lo mucho que se esforzaba por escribir, las frases no le salían bien. Cae, como Lugones, en un estilo burocrático que apaga el interés del lector. No trata de ser interesante; la impresión que da no es de impulso, sino de insistencia en una materia ingrata. Después de leer La tentación de San Antonio a sus amigos, le dijeron que debía dejarse de asuntos grandilocuentes, que debía buscar una historia chata. Para contestar a esos amigos escribió Madame Bovary. Qué idea de la literatura y del arte. Llegó hasta a buscar la casa donde habían vivido Bouvard y Pécuchet. Qué diferencia con Henry James. Cuando a James le contaban una historia que le parecía que le daba tema para un cuento, una vez que había oído lo esencial acallaba a los narradores: no quería oír demasiadas explicaciones ni detalles; con lo esencial trabajaba su mente y un tiempo después producía un cuento. Un método más lúcido que el de Flaubert".

1953
Domingo, 30 de agosto. Hablamos de Shakespeare. Dice que en literatura fue un amateur, the divine amateur; lo compara con Dante, verdadero literato. Recordó que las piezas de teatro no se consideraban literatura: las escribían de cualquier modo, con argumentos ajenos y hasta confusísimos. (…) Bioy: "Tal vez si se hubiera cultivado y esmerado, quizá habría perdido esa inflamada y feliz elocuencia, que es probablemente la mejor de sus virtudes. Cuando quiere ser un escritor, en los sonetos, se pierde en antítesis y en sutilezas fútiles".

Domingo, 1 de noviembre. Hablo con Borges. Ayer estuvo en casa de Ricardo Rojas, con la comisión de la Sociedad de Escritores; había allí mucha gente, que iba a saludar a Rojas, porque se cumple el cincuentenario de la publicación de su primer libro. Borges: "La casa parece un museo: un museo dedicado a él mismo. En vitrinas había ejemplares de sus libros. En marcos, páginas de Caras y Caretas, con uno de sus sonetos. Lisa Lenson [Luisa Mercedes Levinson] se dio cuenta de que todo eso era un poco raro". Bioy: "Se dio cuenta porque sabe que Ricardo Rojas es un viejo ridículo". Borges: "Tenés razón. Tal vez todos propendan a eso, pero Ricardo Rojas dispone de más materia prima. Yo pensaba: qué rico es Buenos Aires; pensar que a dos cuadras de esa casa estaba la tuya, y a dos cuadras la de Xul [Solar]. No es extraño que esa gente coexista en el espacio, sino en el tiempo". Bioy: "¿Estaba Palacios?". Borges: "Sí, es claro". Bioy: "¿Se confundieron en un abrazo y quedaron contentados?". Borges: "Debían haber peleado. Es gente del tiempo de los gauchos con barba y galera. Había una gran biblioteca y yo pensaba: 'Tal vez no haya un solo libro que se pueda leer. Puro Martí; o ni siquiera Martí, González Arrili'. La casa tiene un patio andaluz, con adornitos incásicos: Ollantay. Qué raro queVictoria [Ocampo] estuviera allí. Es un descenso". Bioy: "No. Es el descenso de la reina a las galerías de los mineros galeses". Borges: "Tenés razón: aquello era muy oscuro. Le di la mano y comprendí que había cometido una gaffe. Había que abrazarlo. ¿Te das cuenta? Abrazarlo porque hace cincuenta años que publicó un libro del que debería avergonzarse. ¿Viste los sonetos que publicó hoy en La Nación? Son pésimos. La gente dice que son malos porque son grandilocuentes. Es difícil ser grandilocuente: hay que saber serlo. Este lo es del modo más sonso, acumulando palabras como sublime".

1954
Domingo, 20 de junio. Borges me habla de un malevo Ibarra, a quien le gustaba disfrazarse: "¿Cómo no les va a gustar el carnaval? La idea que tendrán del cielo será el corso de Lomas". Yo había oído Ibarra y creía que a Néstor le gustaba disfrazarse. Borges: "Seguramente. Se ha de pasar todo el año esperando el carnaval". Martes, 7 de diciembre. Me cuenta la lectura de Manucho de unos apuntes para una novela en preparación: "No parte de una situación o de unos personajes. Parte de una situación que no es nada. Por ejemplo, una vieja que vive sola en una quinta. Después agrega episodios que le divierten, homosexualidad, porque es moderna (?), algunos muchachos que él conoce, la historia de ese príncipe portugués que fue al baile y que nadie se le acercaba porque no sabían cómo tratarlo, si de 'alteza', 'monseñor' o 'señor' y que al final se quebró ese hielo y conoció le tout Buenos Aires. Yo creo que escribe novelas porque es chismoso. Después el lector se pregunta lo que quiso decir el autor, y es precisamente lo que el autor nunca supo". Comenta también: "La gente dice que la Historia de la filosofía (o el Diccionario) de Ferrater Mora es bueno porque figuran en él las filosofías de España y de la América Latina. Es una idea muy casera. Buscan a Francisco Romero y lo encuentran. Es como si se alegraran de encontrar en una enciclopedia de medicina a la Madre María… La gente que elogia ciertas historias de la literatura en diez Es como una fotografía a la que le pegaran un pedazo para añadir personas que no salieron, o un cuadro alegórico al que se le agregara, para exponerlo en Buenos Aires, las figuras de San Martín y de Belgrano. Ha de haber una edición bantú, con un tomo sobre la literatura bantú, firmado por una autoridad caníbal, desnuda y retinta".

1955

Martes, 14 de junio. Hablamos de Proust. Yo le dije que lo que me parecía muy acertado en Proust era la inseguridad de la posición -social, económica- de la gente. "En la primera parte de una frase -exageré- se insiste sobre la solidez de una persona; en la segunda parte, se muestra un precipicio por el que esa persona puede desmoronarse. Se muestra la fragilidad de las fortunas, de las posiciones sociales". Borges: "Sí, está muy bien. Muestra los seres dependiendo unos de otros. Describe una sociedad en la que todo tiene importancia, en la que los seres pueden progresar o hundirse por acciones aparentemente intrascendentes. Pero la describe con perspicacia". Bioy: "Una sociedad horrible frecuentemente es el tema de los novelistas franceses actuales, pero estos libros modernos dan una impresión de sordidez; Proust, no". Borges: "En Proust siempre hay sol, hay luz, hay matices, hay sentido estético, hay alegría de vivir". Jueves, 15 de diciembre. Comen en casa los Mallea, Gustavo Casares, Alicia Jurado, Borges. Gustavo ponderó a España: "Qué lujo. Y qué miseria. En la iglesia de no sé qué pueblito, había que ver la plata del altar y las diademas de la virgen y uno salía ¡y qué miseria! La gente no había cambiado: era la misma del tiempo del Greco. Había un cura flaco, vestido de negro, y seguido de otro cura, de colorado, y de no sé cuántos monaguillos. Y estaban -están por todas partes en España- los enanos y las meninas de Velázquez: los quasimodos más horrorosos. El dominio de la Iglesia es impresionante: tienen a la gente en un puño, se meten en todo y embuchan el dinero". Borges: "Enumera horrores como si fueran ventajas y virtudes". Helenita Mallea: "A María Elena Walsh la corrieron porque bajó de pantalones. Qué maravilla un pueblo que conserva así la manera de ser". Borges:"Entre los esquimales encontrará aún más prejuicios". Helenita: "No me hable de esquimales: viven en lugares fríos y a mí el frío -brrrrr- me horroriza". Hablaron de lugares en donde uno viviría; yo mencioné Inglaterra, Francia, Italia, Suiza, España; Borges estaba de acuerdo: Inglaterra, Suiza, España le gustaban para vivir, pero "¿quién puede vivir fuera de Buenos Aires?", agregó.

 

BIOGRAFÍA DE BIOY CASARES



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