‘El maestro y Margarita’
que Bulgákov quemó
debuta en castellano
La versión más fiel a la visión del autor llega a las librerías españolas en una nueva traducción de Marta Rebón
Finales de marzo de 1930. Mijaíl Afanásievich Bulgákok (Kiev, 1891 - Moscú, 1940) escribe, en una carta al Gobierno presidido por Mijaíl Kalinin y dirigido en su economía por Iósif Stalin: "Y yo mismo he echado al hornillo con mis propias manos el manuscrito de la novela sobre el diablo [...]". Cuando termina la carta, deja de dictar, mira a Yelena Serguéievna Bulgakóva, su tercera mujer y la Margarita de su obra maestra, y le dice: "Bueno, ahora que ha sido escrito, debería hacerse de verdad". Una a una, las páginas del original de El maestro y Margaritacaen al fuego. Más tarde, la escribiría de memoria otra vez. Pero aquella primera versión, de la que quedaban algunos vestigios, borradores, y fragmentos de las páginas adheridos al lomo de sus cuadernos, desapareció en las llamas.
Salto en el tiempo a 1990. La crítica literaria Lidia Yanóvskaia publica el que se considerará de ahí en adelante el manuscrito canónico de la novela fundiendo todos los textos y borradores disponibles de Bulgákov. Pero su trabajo se benefició de una reconstrucción a la que dedicó dos arduos años Marietta Chudakova, encargada de lidiar con todo el archivo del autor y de reconstruir, frase a frase, esa versión quemada, con la ayuda también de la viuda de Bulgákov, Serguéievna. Ahora, más de 40 años después de la traducción de la primera versión de la novela traducida por Amaya Lacasa para Alianza Editorial en 1968, la editorial Nevsky Prospects publica por primera vez en castellano esta versión traducida por Marta Rebón. "Hasta la edición de 1990, la historia textual de la novela de Bulgákov era un poco caótica, con diferentes versiones que iban añadiéndose conforme el tiempo pasaba" indica James Womack editor de Nevsky junto a su mujer, Marian Womack. "La edición de 1990 fue la primera en crear un texto sólido, a partir de lo que hasta entonces había sido un texto fragmentario". Ricardo San Vicente, profesor de la Universidad de Barcelona, experto en Bulgákov y prologuista de esta edición, cree que esta nueva versión es una buena noticia: “Sobre todo, cuando hoy tenemos una versión rusa en la que se ha recuperado todo lo que Bulgákov hubiera querido ver incluido en su obra, gracias trabajos como los de Marietta Chudakova”.
Chudakova —que ha sido invitada por la Universidad de Barcelona a un acto junto a los editores para hablar de esta versión canónica el próximo 24 de abril, en Sant Jordi— recuerda la minuciosa labor de armar el puzle de Bulgákov en la Biblioteca Lenin: “Para ser capaz de etiquetar dicha carpeta[El Maestro y Margarita – novela] Primera Versión, necesitaba estar segura de esto al cien por cien. Comencé a revisar el texto, palabra por palabra, en estas líneas que aparecían incluso arrancadas. Conté cuántas palabras tenía cada frase. Después empecé a reconstruir las partes perdidas de forma hipotética. Y cuatro horas más tarde me di cuenta de que estaba reconstruyendo el manuscrito que el propio autor había quemado”. El método de Chudakova se valió del estudio exhaustivo de todos los manuscritos del autor, hasta interiorizar cada giro de su estilo: "Nos convencimos de que su arsenal retórico se componía de una serie de palabras y expresiones muy queridas, que ocupaban un lugar especial. En otras palabras, podemos hablar de cierto grado de previsibilidad en cualquier texto de Bulgákov".
El Maestro y Margarita camina entre dos aguas: la sátira política a la Rusia soviética de los planes quinquenales de Stalin y el amor por lo fantástico. “La sátira es consustancial a la obra de Bulgákov; así lo dice él mismo en su carta a Stalin”, asevera San Vicente. “La obra se alimenta del mito fáustico y las diversas lecturas de la Biblia, en concreto la Pasión y muerte de Cristo. Las diferentes lecturas de Fausto giran en torno a la inversión de los valores morales: si Stalin aparece como un símbolo positivo en la realidad soviética, si Stalin es Dios, yo prefiero seguir al Diablo”. Pero este componente político no estrecha, para el estudioso, la universalidad de la novela: “La gracia del libro está en que, estando pegada a la realidad del Moscú de Stalin, es universal. Nos intenta convencer a todos que ‘los manuscritos no arden’ y que el amor lo puede todo”.
Que Bulgákov haya muerto a mediados del Siglo XX, el año que viene se cumple el 75º aniversario de su fallecimiento, no es óbice para que la Rusia de Putin tenga mucho que ver con autor y obra. Para empezar, en 2006 Viktor Losev presentó otra versión más de El maestro y margarita. Pero los editores de Nevsky no han escogido esta versión: “La edición de Losev presenta la novela bajo un prisma mucho más alegórico que la versión de Yanovskaia. La figura de Woland se identifica de forma directa con Stalin, una decisión que, además de poder ser objeto de contra-argumentaciones, nos parece que cierra algunas interpretaciones igual de válidas. Preferimos con mucho una versión con un mayor equilibrio entre la sátira política y el ejercicio imaginativo”. Pero Marietta Chudakova cree que la dirección de su país le daría al autor para algo más que presentar objeciones a cómo se le interpreta: “Él no soportaba los sobornos, el pillaje, la corrupción. Tampoco las restricciones en la libertad de expresión. En su carta al gobierno de la URSS en 1930, Bulgákov escribió: ‘la lucha contra la censura, de cualquier tipo y bajo cualquier gobierno, es mi deber como escritor, tanto como lo es apelar por la libertad de prensa. Creo firmemente en esta libertad, e incluso diría que si un escritor sugiriera solamente que esta libertad no es necesaria, sería lo mismo que si un pez declarase que no necesita el agua’. No tengo duda de que la Rusia de hoy en día inspiraría a Bulgákov a escribir una segunda parte de la novela ferozmente sarcástica”.
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