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martes, 11 de febrero de 2014

Woody Allen / Un apetito insaciable


Woody Allen
UN APETITO INSACIABLE

Hay un apetito insaciable, como el de un comecocos que no para de comer, de saber lo que ocurre a continuación. Eso es lo que quiere ver la gente realmente en el cine y en el teatro. Por muy abstracta que sea la realización de una película, y por mucho que uno busque disfrazarla o modernizarla, es como el jazz. En el jazz hay una melodía a la que uno siempre quiere volver. Hasta los músicos que hacían jazz moderno, como Charlie Parker, tenían un gran respeto por la melodía. Desbarraban todo lo que querían, pero nunca perdían de vista la melodía. Y cuando se volvían tan abstractos que se alejaban de ella la gente perdía en gran medida el interés por el jazz.
         Y lo mismo sucede en el cine y en el teatro. Está bien innovar estructuralmente, pero siempre hay que retomar la trama para contar lo que ocurre a continuación porque eso es lo que quiere saber el espectador. Y eso lo comprobé con Hannie Hall. La película está llena de lo que en aquel momento yo veía como giros y conexiones de lo más ocurrentes. “Queda genial y tiene lógica que esto conecte con esto otro desde el punto de vista del monólogo interior”, pensaba. Pero cuando se pierde el hilo de lo que ocurre a continuación, es muy irritante para el espctador.
         No se pueden confundir las artes temporales con la pintura. En el caso de la pintura uno puede contemplar un Jackson Pollock y sentir una gran emoción, emoción que puede durar dos segundos o dos horas si uno quiere quedarse frente al cuadro todo ese tiempo. Pero en el teatro o el cine, donde la música tiene lugar en el tiempo, el público ha de verse metido en una historia y avanzar con ella.

Eric Lax
Conversaciones con Woody Allen
Barcelona, Random House Mondadori, 2009.

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