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viernes, 27 de diciembre de 2013

Amparo Muñoz / Billy Wilder

Billy Wilder con Marily Monroe




Pocos genios, como él, han sabido contarnos una historia con esa perfección. Pocos genios como él nos han hecho reír a carcajadas con sus películas. Pocos genios, lo son tanto como él. Samuel Wilder, conocido por todos como Billy Wilder trabajó en pequeños periódicos para subsistir, pero todos los momentos son importantes en la vida de Wilder, quizás fueron esas experiencias las que engendraron películas como “Primera plana”. Tras la subida de Hitler al poder se vio obligado a abandonar Berlín, y tras pasar por París se afincó en EEUU. Quizás de experiencias, como está, sacó “Un, dos, tres”. Una vez aquí trabajó como guionista para la Paramount, un trabajo que se nota en los posteriores propios por la enorme fuerza de sus guiones, interpretados por fantásticos actores. Destacaremos a dos de sus habituales: Jack Lemmon y Walter Mathieu.
             Para Wilder realidad y ficción son el mismo término, conjuntaba de forma perfecta sus magníficos guiones con unos escenarios especiales. Wilder hacía comedias perfectas y dramas consistentes. Películas para el gran público y para el público más selecto. Todos hemos podido disfrutar de películas como: “El apartamento”, “En bandeja de plata”, “La tentación vive arriba” “Irme la Dulce”, “El crepúsculo de los dioses”. Entran ganas de enumerar las veintiuna, porque ninguna es desdeñable. Sus planos han sido copiados por grandes cineastas y es que, el gran Billy, ha creado un concepto “Wilderiano” dentro del cine. Hacía grande un personaje aparentemente pequeño, corriente, como usted y como yo. De esto se encargaba, en muchas ocasiones, Jack Lemmon. Veánse “En bandeja plata”, “El apartamento” o “Aquí un amigo”.
             Para los amantes del cine Wilder siempre será muy querido y, para la posteridad, quedarán sus obras que no morirán en el tiempo, mientras no se muera el humor.












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