Diez escritores suicidas
Dicen que para ser un escritor creativo hay que ser infeliz, arrastrar las cadenas de la melancolía, tener un futuro negrísimo como el betún, desprender misantropía (o misoginia) por los poros o sencillamente estar enganchado a alguna droga que te haga subir y bajar, estar bien y mal, de forma tan bipolar como las luces estroboscópicas de una discoteca.
Dicen eso, y en algunos casos es cierto. Porque, entre muchos escritores, hubo también muchos suicidas. Autores que, una vez pusieron por escrito lo que querían decir, ya no le encontraron sentido a esto de seguir adelante hasta el sepulcro. A continuación, diez escritores célebres que probablemente no sabías que se habían suicidado, por orden cronológico inverso:
1
David Foster Wallace escribía cuentos excepcionales. Cuando le criticaron que sólo sabía escribir cuentos, parió una obra pantagruélica titulada La broma infinita. Empezó a considerarse el mejor escritor norteamericano vivo. Sin embargo, el 12 de septiembre de 2008, Foster Wallace apareció ahorcado en su domicilio de Clermont, en California. Tenía sólo 45 años.
2
Yukio Mishima, como buen japonés, se suicidó con 42 años mediante el seppuku, un ritual consistente en rajarse el vientre y sacarse las entrañas. Posteriormente fue decapitado por un hombre de confianza. Ocurrió el 25 de noviembre de 1970.
3
John Kennedy Toole es autor de sólo dos novelas que, sin embargo, han pasado a la posteridad: La conjura de los necios y La biblia de neón. En ella hay mucho de autobiográfico, así que imaginamos que el autor se sentía muy solo. Con solo 31 años, el 26 de marzo de 1969, se suicidó en el interior del coche introduciendo en ella una manguera conectada al tubo de escape. La típica muerte dulce.
4
Sylvia Plath es la única escritora de esta lista que quizá debería ser excluida de la misma, porque hasta posee día conmemorativo de su suicidio. Sin embargo, las circunstancias tan particulares de su muerte merecen este hueco (y quizá haya algún despistado que ignoraba su suicidio). Murió en 1963. Cada once de febrero se conmemora la muerte de la poeta Sylvia Plath, quien decidió acabar con su vida una fría mañana londinense. “Nunca volveré a hablar con Dios”, es la respuesta que Sylvia Plath le da a su madre cuando esta le comunica que su padre ha muerto. Necesitó tres intentos para terminar con su vida. En el primero, robó un frasco de somníferos, escribió una nota engañosa para despistar a posibles salvadores, se escondió en el armario de un sótano al que prácticamente nadie bajaba y se zampó cincuenta pastillas. El segundo intento parece algo más desteñido: iba sola, conduciendo una vieja furgoneta Morris, cuando dio un volantazo con la intención de salir de la carretera y estamparse contra lo que fuera. Y por fin el tercero: tras dejar las tostadas y la leche caliente preparada para sus hijos, selló las rendijas de la puerta de la cocina con trapos, abrió el gas, y metió la cabeza en el horno. Sólo dejó una escueta nota en la que pedía que se avisara al doctor. Recientemente, el hijo de Sylvia Plath se suicidó también.
5
Ernest Hemingway era un borracho y un mujeriego, que además escribía como quería. Recibió el Nobel de Literatura. Podremos leer mil veces El viejo y el mar y nunca nos cansaremos. Pero él se cansó de la vida, y un día antes de cumplir 62 años, el 2 de julio de 1961, se voló la cabeza con una escopeta de doble cañón en su casa de Ketchum (Idaho).
6
Virginia Woolf seguramente también os sonará como una posible suicida. La mañana del 28 de marzo, la novelista inglesa se sumergió con los bolsillos llenos de piedras en el río Ouse, cerca de su casa en Sussex. Murió ahogada con 59 años.
7
Emilio Salgari es el escritor italiano que creó de Sandokán. El 25 de abril de 1911, se adentró en un bosque cercano a Turín y se acuchilló el vientre con una navaja de afeitar, así, a lo bruto, y con solo 49 años.
8
Ángel Ganivet fue un escritor granadino que le faltaba apenas un mes para cumplir los 33 años cuando se arrojó desde un barco a las aguas del río Dvina, en Riga (Letonia), en noviembre de 1898.
9
Mariano José de Larra, el autor idóneo para conocer la vida de los españoles en sus artículos de costumbres, se suicidó siendo veinteañero, la noche del 13 de febrero de 1837, pegándose un tiro en la sien derecha en su domicilio de la madrileña calle de Santa Clara, número 3.
10
Séneca fue un pensador y escritor romano que, en el año 65, con 61 años, se abrió las venas. Luego tomó veneno. Finalmente, como era duro de pelar, logró palmarla asfixiándose en un baño de vapor, pues era asmático.
Compendio general e innecesario de cosas que nunca pensó que le fueran a importar, de Cristina García-Tornel
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