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martes, 23 de septiembre de 2025

Edipo y el concepto de ceguera




Edipo y el concepto de ceguera

Alessandra Cipolloni

5 de septiembre de 2023
La ceguera en la literatura es un tema recurrente con un simbolismo y una profundidad significativos. En diversas obras literarias, tanto antiguas como modernas, la ceguera se utiliza como una poderosa metáfora para explorar las complejidades de la existencia, el conocimiento y la percepción humanos. En muchos clásicos literarios, la ceguera no es solo una condición física, sino que también representa un estado de ignorancia, arrogancia o incomprensión. Los personajes físicamente ciegos pueden poseer una profunda comprensión de la condición humana o una comprensión más profunda de la verdad y la realidad. Por otro lado, los personajes con visión imperfecta pueden permanecer ciegos a las verdades más profundas que los rodean. En otras palabras, la ceguera sirve como metáfora de las limitaciones de la percepción humana y las complejidades de la naturaleza humana. Los personajes pueden estar cegados por sus propias emociones, prejuicios o deseos, lo que les impide ver el mundo tal como es. Este tema a menudo incita a los lectores a reflexionar sobre sus propias percepciones y los prejuicios que pueden influir en su comprensión del mundo.


La ceguera en la literatura no se limita a los individuos, sino que también puede aplicarse a sociedades o instituciones. Algunos autores, como José Saramago, utilizan el concepto de ceguera colectiva para criticar los sistemas sociales que ignoran la injusticia, la desigualdad o la corrupción. Este tipo de representación, que podría denominarse ceguera social, sirve como un llamado a la acción, instando a los lectores a confrontar problemas que de otro modo podrían pasar por alto. 

Además, la ceguera en la literatura a menudo profundiza en las complejidades del autodescubrimiento y la búsqueda de significado y propósito. Los personajes pueden embarcarse en un viaje de introspección, intentando "ver" más allá de los aspectos superficiales de la vida para encontrar un sentido más profundo de identidad y verdad. En general, el tema de la ceguera en la literatura sigue siendo un tema rico y multifacético que sigue cautivando a los lectores e invitando a la introspección. A través de la exploración de la ceguera física y metafórica, los autores utilizan este poderoso tema para arrojar luz sobre las complejidades de la experiencia humana e instar a los lectores a reconsiderar sus percepciones y suposiciones sobre el mundo que los rodea. 

En términos generales, la ceguera en la literatura tiene un significado amplio y puede dar lugar a una gran variedad de combinaciones posibles, por lo que este artículo se centrará específicamente en Edipo Rey (Sófocles, 430-420 a. C.), el texto más famoso de la literatura griega antigua sobre este tema. 




Figura 1: Grabado de la edición de Edipo Re (Romagnoli, 1926). 



Edipo Rey: la trama 


En los anales de la literatura griega antigua, Edipo Rey de Sófocles (Cantarella, 1962) se erige como una tragedia monumental que ahonda en las profundidades del destino humano, la hybris griega (en inglés, "arrogancia") y el funcionamiento inexorable de la voluntad divina. 


La obra comienza con el rey Edipo enviando a su cuñado, Creonte, a consultar el oráculo de Delfos sobre la causa de la plaga que aflige a la ciudad de Tebas. Creonte regresa con la noticia de que la plaga es causada por el asesinato sin resolver del anterior rey, Layo. Decidido a hacer justicia y acabar con el sufrimiento, Edipo jura encontrar al asesino y lo maldice por sus crímenes. Edipo busca la ayuda del profeta ciego Tiresias, pidiéndole que revele quién asesinó a Layo. Tras varias vacilaciones y ante las continuas súplicas de Edipo, Tiresias confiesa que él mismo es el asesino que busca. El Rey no le cree y la discusión se intensifica hasta que Edipo ahuyenta a Tiresias, quien lo maldice, prediciendo que acabará ciego y errante.


Edipo le cuenta todo a su esposa Yocasta, la reina de Tebas, y ella intenta consolarlo alegando que las profecías no son fiables contándole la profecía sobre Layo, su primer marido: se había predicho que sería asesinado por su propio hijo, pero —dice ella— Layo fue asesinado por bandidos en una encrucijada. Esta mención de la encrucijada desencadena algo en la memoria de Edipo, y mientras Yocasta describe los eventos que llevaron a la muerte de Layo, Edipo se perturba cada vez más, al darse cuenta de que él podría ser efectivamente el que mató al antiguo rey. De hecho, años antes, Edipo había escuchado una profecía inquietante que insinuaba que mataría a su padre y se casaría con su madre en un banquete en Corinto. Por temor a que se cumpliera la profecía, Edipo había huido de Corinto y había terminado en una encrucijada donde había matado a un hombre que ahora se parece al hombre de la descripción de Yocasta. Sin embargo, Edipo aún alberga la esperanza de no ser el asesino, pues oyó que Layo fue asesinado por varios ladrones. 



Figura 2: "Edipo y la Esfinge" (De Chirico, 1968). 


Desafortunadamente, descubre la verdad: un mensajero llega con la noticia de la muerte de su supuesto padre, el rey Pólibo de Corinto. El alivio de Edipo por no haber matado a su padre es breve, ya que el mensajero revela inadvertidamente que Pólibo no era su verdadero padre: de hecho, cuando Edipo era recién nacido, fue encontrado abandonado y entregado a Pólibo para que lo criara como príncipe de Corinto. Edipo desea descubrir toda la verdad, por lo que fuerza una respuesta del único testigo vivo de este suceso, el pastor que encontró al bebé abandonado. Cuando se encuentra frente a Edipo, revela que fue él quien entregó al pequeño Edipo al mensajero, y que el niño era hijo de Layo. Temiendo la profecía de que el niño mataría a su padre, Yocasta —esposa de Layo y madre de Edipo— ordenó que lo expusieran en la ladera de la montaña. 


Devastado por estas atroces revelaciones, comprende que la profecía se ha cumplido: ha matado a su padre Layo y se ha casado con su madre Yocasta. Aunque su único pecado ha sido la ignorancia, se ciega arrancándose los ojos y ruega ser exiliado de Tebas, mientras Yocasta se suicida. A pesar del dolor de su trágico destino, Edipo tiene la fuerza para aceptar la responsabilidad de sus actos y sus consecuencias. Edipo Rey de Sófocles profundiza en las complejidades de la naturaleza humana, los límites de la percepción y la fuerza inquebrantable del destino. Explora el concepto griego de hybris o arrogancia y la inexorable voluntad divina. El viaje de Edipo refleja una profunda exploración de su alma mientras lidia con el conflicto entre la razón y el conocimiento ancestral, las obligaciones secretas y las prohibiciones. 




Figura 3: Vasija griega (kylix) que representa a Edipo y la Esfinge (470 a. C.). 


Ceguera en la antigua Grecia.


El tema de la ceguera impregna toda la narrativa, tanto literal como metafóricamente, sirviendo como un complejo comentario sobre la ignorancia humana, la arrogancia y la paradoja del conocimiento. Literalmente, la obra explora el tema de la ceguera física, notablemente ejemplificado por el trágico destino del propio Edipo. El otrora gran rey, que poseía una aguda perspicacia y previsión, finalmente se ciega al descubrir la verdad de su acción. Ese es el símbolo de su nueva conciencia y reconocimiento de la oscuridad dentro de sí mismo. Metafóricamente 

, la ceguera se observa en varios personajes a lo largo de la obra, ya que permanecen inconscientes de la realidad que tienen frente a ellos, a pesar de tener acceso a la verdad. La incansable búsqueda de la verdad por parte de Edipo, irónicamente, lo ciega a las advertencias proféticas y, a su vez, a la inevitabilidad de su propio destino trágico. Además, personajes como Yocasta y Tiresias, a pesar de conocer la verdadera ascendencia de Edipo, optan por permanecer ciegos en sentido figurado, reacios a afrontar la realidad. Así, el tema de la ceguera en Edipo Rey sirve como un poderoso recordatorio de las limitaciones de la percepción humana, los peligros del orgullo desenfrenado y las inevitables consecuencias de la ignorancia ante un destino abrumador (Diano, 1968). 

Sin embargo, es importante recordar que esta forma de describir la ceguera tuvo un gran impacto en la cultura occidental. Por ejemplo, un autor fundamental de la literatura italiana del siglo XX, Pier Paolo Pasolini, decidió hacer una película de Edipo Rey. En la escena en la que Edipo se enfrenta a la Esfinge, Pasolini añade una variación, de modo que la Esfinge, en lugar de simplemente plantear el acertijo, dice: «El abismo al que me empujas está en realidad dentro de ti». Este es solo uno de los muchos ejemplos en los que se puede utilizar la experiencia de la ceguera de Edipo, ya que las profecías requieren ceguera para existir, tanto respecto al futuro como a lo que este depara. Cuando se trata de ver lo desconocido, solo la privación de sentidos específicos puede ayudar a un adivino a ver realmente. Al abandonar el mundo visible, puede centrarse en detalles que no se captarían de la misma manera. Parece claro por qué tanto el Destino como Tique, la diosa del caos, tienen los ojos vendados. También la Justicia.


En la tragedia de Sófocles, el papel de los adivinos es significativo. Tiresias, ciego, se convierte en el único capaz de desentrañar el enigma de la peste y de la vida de Edipo, actuando como un reflejo del protagonista. Parece que la verdadera visión interior exige abandonar la visión física. Sin embargo, en aquella época existía un considerable escepticismo hacia los adivinos, a pesar de la confianza que la población depositaba en ellos. Los escenarios principales de la tragedia siguen siendo Tebas y Delfos, los únicos lugares donde la verdad y la adivinación parecen coincidir. Es fundamental destacar que los griegos se refieren a la verdad con la palabra alétheia, que significa lo que no está oculto, lo que se revela, en contraposición a lo que es evidente desde el principio. Paradójicamente, Edipo admira la ceguera de Tiresias; sin embargo, solo él, mediante su visión negativa, es capaz de revelar la verdad, mientras que Edipo, con su mirada activa, solo puede desvelar ilusiones. 


Esta tragedia profundiza en las complejidades de la psique humana, el poder inexorable del destino y la naturaleza elusiva de la verdad. Lleva al público a reflexionar sobre las consecuencias de la búsqueda del conocimiento y las limitaciones de la percepción humana. 





Figura 4: Escena de la película "Edipo Re" (Pasolini, 1967) en la que Edipo se ciega. 


El papel del sino y el destino


En la literatura griega antigua, los conceptos de sino y destino tenían un profundo significado, moldeando la percepción de las personas sobre el mundo e influyendo en sus creencias, acciones y decisiones (Sissa, 2011). Es esencial establecer una distinción entre estos dos términos para comprender sus roles en la cosmovisión griega. 

El destino, a menudo representado como una fuerza inmutable más allá del control humano, era visto como un curso predeterminado de eventos que dictaba las vidas de los individuos, independientemente de sus acciones o deseos. Esta creencia en el destino estaba profundamente arraigada en las tradiciones religiosas y mitológicas griegas, donde se creía que poderosas deidades determinaban el destino de los mortales hilando el hilo de la vida, midiendo su longitud y finalmente cortándolo. Esta perspectiva fatalista de la vida dejaba a los humanos sujetos a los caprichos de poderes superiores más allá de su comprensión, sin poder alterarlos. Las Moiras, a menudo llamadas las Parcas, eran tres diosas encargadas de distribuir los destinos a los individuos. Dividían metafóricamente los hilos de la vida, y cada persona recibía una parte específica, simbolizada por un hilo entrelazado con otros. Una vez cortado en un punto preciso, esa porción del destino quedaba fijada e inalterada. Así, el destino existía en la parte asignada del hilo, mientras que el destino se entrelazaba con el camino que este tomaba.


Por otro lado, el concepto de Destino estaba profundamente ligado al Hado y dependía de él. El Hado, en griego antiguo, se llamaba "Týche" como la deidad, y la traducción es simple pero se explica por sí sola, ya que simplemente significa "suceder". Esto aclara la idea subyacente a Týche: es algo que sucede y, al mismo tiempo, es inevitable. 

En el contexto de Edipo Rey, la diosa benévola pero ciega Týche jugó un papel en la configuración del destino de Edipo. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que los dioses del Olimpo concebían el universo como un juego, un reino de absoluta libertad e imaginación, nacido del aburrimiento. Sin embargo, a diferencia de otros héroes que contaban con deidades protectoras que guiaban sus caminos, Edipo carecía de dicha guía, lo que dejaba su destino en la incertidumbre. Queda abandonado a su propio destino, como todo ser humano, sin ayuda de nadie. Así, los antiguos griegos creían que cada persona poseía un destino inicialmente regido por la causalidad. El concepto de las Moiras distribuyendo porciones del destino ilustra esta creencia, ya que sugiere que una vez otorgada una parte, no podía alterarse ni extenderse. 




Figura 5: "Un Hilo Dorado" (Strudwick, 1885). Aquí se representan las tres Moiras. 


Un ejemplo de este concepto entrelazado de destino y sino se encuentra en Edipo Rey. Edipo, al enterarse de una maldición profética que predecía que mataría a su padre y se casaría con su madre, hizo todo lo posible por evitar este destino abandonando a sus supuestos padres. Sin embargo, inconsciente e inevitablemente, Edipo cumple la profecía mediante una serie de eventos aparentemente inconexos, impulsados por fuerzas divinas (Kamerbeek, 1982). Esta obra ilustra la naturaleza inexorable del destino, enfatizando el concepto de la trágica inevitabilidad prevaleciente en la sociedad griega antigua. A pesar de los decididos intentos de Edipo por desafiar la profecía, sus acciones, sin saberlo, lo llevaron a su cumplimiento (Segal, 2001). 


Así, la literatura griega antigua discernía entre el destino y la fatalidad, donde el destino representaba una fuerza inmutable que gobernaba los acontecimientos más allá del control humano, y el destino, la porción asignada del camino de la vida, gobernada por la causalidad. Edipo Rey sirve de ejemplo, mostrando la naturaleza entrelazada del destino y la fatalidad en su trágica inevitabilidad. La representación de la obra enfatiza la creencia de los griegos de que incluso los individuos más poderosos y voluntariosos estaban sujetos a los caprichos del destino, destacando la complejidad de la existencia humana dentro de los límites del destino y la fatalidad (Rutherford, 2001).

La saga de Edipo profundiza en las complejidades de la vulnerabilidad humana, el destino y el viaje hacia el autodescubrimiento. Esta odisea sirve como una exploración introspectiva de las profundidades de nuestra alma. Condenado desde su nacimiento por una maldición y una profecía malignas, Edipo se encuentra dividido entre los enigmáticos enigmas de la antigüedad y la racionalidad de la época actual. Es un hombre anciano y sabio que debe aceptar los misterios de la adivinación y las profecías. A pesar de su triunfo al resolver el enigma de la Esfinge, su trágica ignorancia sobre su propia complicidad en la caída de Tebas permanece oculta. Sus debilidades inherentes se hacen palpables, lo que lo lleva a transformarse de un gobernante respetuoso de la ley y reverenciado en una figura tiránica. Yocasta, esposa de Edipo y, sin saberlo, su madre, se da cuenta del peligro inminente que lo acecha. Esto la obliga a tomar la desgarradora decisión de terminar con su vida y advertirle que no descubra la verdad, sabiendo que saber demasiado podría llevarlo a la ruina. 


Irónicamente, Edipo, en su sincera confianza en la racionalidad, se encuentra buscando respuestas del vidente ciego Tiresias, reconociendo la necesidad de sus profundas percepciones para revelar la veracidad de su realidad. Así, es el Edipo ciego quien finalmente desentraña la ilusión de su existencia. La tragedia entreteje ingeniosamente la eterna lucha entre la razón y la sabiduría antigua, ensombrecida por obligaciones ocultas y prohibiciones inflexibles. 


En última instancia, la narrativa presenta la vida como un juego de ilusiones, donde todo es una obra de teatro. El tumultuoso viaje de Edipo no solo captura la esencia de la fragilidad humana, sino que también sirve como recordatorio del velo impenetrable que envuelve el enigma de nuestra existencia.

Referencias bibliográficas

Cantarella, R. (1962). Historia de la letra griega . Nueva Academia Editrice.


Diano, C. (1968). Edipo figlio della Tyche, en Saggezza e Poetiche degli antichi, Neri Pozza.


Guidorizzi, G. (2002). Letratura griega. Da Omero al secolo VI dC . Universidad Mondadori.


Kamerbeek, JC (1982). Las obras de Sófocles: Comentarios 1-7 (Vol. 2). Leiden: EJ Brill.


Segal, C. (2001). Edipo Tirano: Heroísmo trágico y los límites del conocimiento . Oxford University Press.

Sissa, G. (2011). La vida cotidiana de los dioses griegos . Stanford University Press.


Sófocle, (2006), Edipo Re, Edipo a Colono, Antígona. Óscar Mondadori.


Rutherford, RB (2001). El arte de Platón: Diez ensayos sobre interpretación platónica . Bloomsbury Academic.


Fuentes visuales

Imagen de portada: Moreau, G. (1864). Edipo y la Esfinge. [Pintura]. MoMa. Recuperado el 30 de julio de 2023 de: https://www.socialnews.it/blog/2021/02/11/edipo-e-la-sfinge/


Figura 1: Romagnoli, E. (1926). Grabado de “Edipo Re”. Recuperado el 30 de julio de 2023 de: https://it.m.wikisource.org/wiki/Edipo_re_(Sofocle_-_Romagnoli)#/media/File%3ASofocle-4.png


Figura 2: De Chirico, G. (1968). Edipo y la Esfinge. [Óleo sobre lienzo]. Actualmente en la Fundación De Chirico, Roma. Recuperado el 30 de julio de 2023 de: https://mythologiae.unibo.it/index.php/2017/05/29/edipo-e-la-sfinge-2/


Figura 2: Vaso ático (kylix) que representa a Edipo y la Esfinge (470 a. C.). Actualmente en los Museos Vaticanos. Recuperado el 30 de julio de 2023 de: https://m.museivaticani.va/content/museivaticani-mobile/it/collezioni/musei/museo-gregoriano-etrusco/sala-xix--emiciclo-inferiore--collezione-dei-vasi--ceramica-atti/kylix-attica-del-pittore-di-edipo.html


Figura 3: Pasolini, PP (1967). Edipo Re [Fotograma]. Recuperado el 30 de julio de 2023 de: https://www.cinemaepsicologia.it/edipo-re-di-pier-paolo-pasolini/amp/

Figura 4: Strudwick, JM (1885). Un hilo dorado. [Pintura]. Recuperado el 30 de julio de 2023 de: https://it.m.wikipedia.org/wiki/Moire#/media/File%3AStrudwick_-_A_Golden_Thread.jpg


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