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domingo, 20 de julio de 2025

José María Guelbenzu / “Los recuerdos, la memoria, solo existen en el presente”

 

El escritor español José María Guelbenzu (Madrid, 1944) publica la novela ‘Una gota de afecto’. / foto cortesía editorial Siruela 

José María Guelbenzu: “Los recuerdos, la memoria, solo existen en el presente” 

El escritor español publica 'Una gota de afecto', una novela muy literaria con lo mejor del siglo XIX puesta en el XXI. En esta entrevista reflexiona sobre temas como las consecuencias de la ausencia de afecto, la construcción de la identidad, el intento por controlar la realidad o el tiempo


¿Qué puede pasar cuando una madre o un padre elige a su pareja por amor por encima de su hijo y lo abandona? ¿En qué se puede convertir alguien que elige intentar controlar la realidad? ¿Qué sucede cuando una persona elige abandonar su pasado? ¿Hacia dónde puede ir alguien que elige dar la espalda a los afectos? Elegir, elegir, elegir, pero hay cosas que escapan a la elección real, aunque parezca que sí. ¿La elección es un espejismo? La vida como el producto del rosario de elecciones, primero ajenas y luego propias. Y los sentimientos en el centro de todas esas elecciones. Es el mundo que despliega José María Guelbenzu (81 años -Madrid, 1944), en Una gota de afecto (Siruela), una novela donde una decisión del pasado tomada por amor arrasa el futuro emocional de otra.

El escritor, crítico literario de El País y editor (lo fue de Taurus y Alfaguara entre 1977 y 1988) detalla los daños colaterales del amor producto de su verdadera naturaleza individual. De la catástrofe futura que es inevitable. Guelbenzu recurre a lo mejor de la narrativa del siglo XIX, sitúa su historia en el punto de encuentro entre el pasado novelístico y el presente narrativo como un recordatorio de que la clave está en el cómo se cuentan los hechos, en la importancia de la pausa, de la eficacia de la serenidad para mostrar las turbulencias que llevan dentro las personas.

José María Guelbenzu lleva casi sesenta años publicando novelas: ha escrito 18, la primera fue El mercurio, finalista, en 1967, del Premio Biblioteca Breve que ganó Carlos Fuentes con Cambio de piel. A ellas se suman diez novelas policíacas protagonizadas por la jueza Mariana de Marco, desde 2001, con lo cual se convirtió en España en pionero en otorgar papeles clave a las mujeres en este género.

Guelbenzu es un crítico literario y experto en la novela decimonónica en cuyo territorio ha entrado como autor en la que cree será su última novela. Una gota de afecto narra la historia de Jaime a quien, de niño, su madre deja al cuidado de sus familiares para ir detrás del hombre que ama. Él regresa, sesenta años después, a aquella casa y se encuentra con un sobrino y su esposa muy jóvenes como representación del cambio. Jaime piensa que él es otro, mientras vemos cómo ha intentado impermeabilizarse ante el dolor que pueden producir los afectos. La novela escenifica el modo en que los sentimientos cincelan a las personas mientras contribuyen a su construcción y deconstrucción continuas. Es uno de los rostros del tiempo, quizás el más cruel.

Es una novela de aprendizaje, no en el sentido tradicional del paso de la niñez o juventud a la adultez, sino de una persona al final de su vida. Guelbenzu ha creado un narrador omnisciente y muestra la psicología de sus personajes. Habla de ello en esta video entrevista desde su casa en San Vicente de la Barquera, en Cantabria (España).

El escritor José María Guelbenzu durante la video entrevista para WMagazín en 2025.

José María Guelbenzu. Y, a partir de ahí el tiempo y las necesidades que tiene la memoria de utilizar el tiempo.

Winston Manrique Sabogal. Por eso me llama la atención el protagonista, en la medida en que va desandando lo vivido, no en un orden, necesariamente, cronológico, sino en el orden de su cabeza. Como en la vida de real de cualquier persona. En un pasaje de la novela se dice sobre el tiempo y los recuerdos: “Si han cumplido su papel en nuestra vida, ¿a qué vuelven? ¿Por qué esa insistencia?”. Y, más adelante: “Se han aferrado porque no actúan por supervivencia atávica, sino con la pérfida intención de parasitar el cuerpo de por vida”. ¿Usted comparte esta reflexión del personaje?

José María Guelbenzu. Todo eso tiene que ver con el problema central del personaje. Y es que es un personaje para el cual el amor es algo a lo que ha renunciado en la medida de que el amor es un compromiso y él no desea ningún compromiso. Solo hay dos compromisos en la novela: con su madre, pero que es una madre que por seguir al padre le deja abandonado; y luego una muchacha más joven que llega un momento en que decide alejarse y él se considera traicionado. Lo cree así en la medida en que él se ha abierto a ella, le ha entregado su intimidad, no ha puesto la misma distancia que con el resto de mujeres con las que habitualmente trataba física y personalmente. Piensa que esa muchacha se lleva algo de él. Tiene la sensación de que su intimidad, que es su secreto, en el fondo, se la ha llevado ella. Que él le ha regalado algo que ella no merecía.

W. Manrique Sabogal. ¿Y sobre los recuerdos, qué piensa?

José María Guelbenzu. Está en una novela mía que se llama El sentimientoLos recuerdos, la memoria, solo son presente. Y por una razón muy sencilla: cuando uno acude a ella, bien por necesidad, incluso por descuido, es que la necesita ahora. En ese sentido, la memoria es presente.

W. Manrique Sabogal. El amor tiene en su novela varias lecturas y debates. Por ejemplo, la madre elige al padre, es decir el amor a un hombre por encima de su hijo, que es un niño. En ese sentido puede ser visto y era visto como un acto egoísta de la de la madre porque, se supone, que la madre o los padres deberían preferir a los hijos. Pero si fuera así ¿dónde queda ella si abandona su amor, sea ella o él?

José María Guelbenzu. Es una elección. Y ella está seducida por el padre. El padre la utiliza y el padre tira de ella cuando la necesita y cuando no. Regresan a la casa y, entonces, ella tiene más posibilidades de ser madre porque es cuando está con su hijo. Sin embargo, está claro que la madre elige al padre de quien está enamorada.

W. Manrique Sabogal. Y eso determinará su futuro y la manera en que afronta la realidad.

José María Guelbenzu. Aquí el conflicto es la relación entre realidad y deseo por parte del personaje, Jaime. Él decide que quiere dominar la realidad, que sea lo que él quiere. Pero eso es un imposible porque la realidad es muy tenaz y va a hacer lo que quiera.

W. Manrique Sabogal. Hay un momento que me recordó la madalena de Marcel Proust, pero aquí cuando el protagonista va al comedor y ve todo dispuesto, y dice el narrador: “Toda la ventolera que me encanta, toda la ventolera de sensaciones descontroladas”.

José María Guelbenzu. Él no tiene dominio sobre la situación, todo lo contrario. De algún modo, es como si la casa lo llamara y ahí la casa es una memoria de la casa y, en consecuencia, la casa se le introduce.

W. Manrique Sabogal. ¿Hay en José María Guelbenzu un espacio importante que genere recuerdos?

José María Guelbenzu. Hay muchos, pero uno en concreto, y es más reciente: mi casa de aquí de Cantabria. Una casa con prado, con un pequeño bosque, una casa rural muy amplia y donde he venido yo con mis hijos y mi mujer. Y que es nuestra referencia, a partir, sobre todo, de la aparición de los hijos.

W. Manrique Sabogal. Hay un momento en que se habla de que si no quedan hijos todo se acaba. ¿Por qué cree que la gente tiene hijos? Aparte de la descendencia y de prolongar el apellido.

José María Guelbenzu. … Hay que decir que cuesta tenerlos en el sentido de esfuerzo personal y emocional; de educarlos, a parte de lo económico. Hay mucha gente que tiene hijos, simplemente, porque hay que tenerlos, por una convención social. Los desean, por supuesto, pero no se plantean la dureza, la dificultad y las responsabilidades que genera. Educarlos es un trabajo, al igual que comprenderlos en las diversas etapas en su vida. Eso es un esfuerzo agotador. Creo que la gente no tiene conciencia de ese esfuerzo de tener hijos.

W. Manrique Sabogal. En un momento la novela me recordó a El gran Gatsby, de Scott Fitzgerald, cuando el narrador dice: “Gatsby creía en la luz verde, en el futuro orgiástico, que año tras año se alejaba de nosotros. Nos evitó una vez, pero no importa: al día siguiente correremos más, alargaremos más los brazos… Y una bella mañana… Y así porfiamos, barcas contra la corriente, devueltos incesantemente hacia el pasado”.

José María Guelbezu. Yo no estoy muy de acuerdo con eso. Es magnífico, pero no creo en esa actitud. Ahí hay una concesión a la nostalgia. Ya sabes que siempre he distinguido entre nostalgia y memoria. La nostalgia es engañosa, la memoria no.

W. Manrique Sabogal. ¿Y los recuerdos?

José María Guelbenzu. Los recuerdos dependen de cómo los busque uno. Si es la memoria la que los trae, la memoria siempre es dura y, en cambio, si los trae la nostalgia es blanda, por así decirlo. Con la nostalgia se empieza a creer que hubo cosas que sucedieron de manera distinta a como han sucedido.

W. Manrique Sabogal. ¿Cómo influye esa memoria, realmente, en la construcción de la identidad?

José María Guelbenzu. La construcción de la identidad es una cosa bastante compleja. Cuando escribí una novela llamada El sentimiento la construí de tal manera que, en realidad, la cronología dependía del movimiento de cabeza de las dos mujeres que la protagonizaron. Entonces iba y venía, no había una cronología ni una línea directa, iba y venía según las necesidades.

Una de las cosas que descubrí es esto que te dije antes de que la memoria es el presente: solo existe en el presente. Sí, en el pasado existió, pero si ahora viene a ti es porque estás en este presente. De lo contrario no vendría.

La otra cosa que contribuye a la creación de una conciencia, todo el mundo piensa que la conciencia la crea la inteligencia, y no es verdad, es la inteligencia, pero, además, son también los sentimientos que resultan fundamentales en la creación de una conciencia.

W. Manrique Sabogal. ¿Qué fue lo que más le gustó de la creación de Una gota de afecto?

José María Guelbenzu. Lo que me gustó fue el planteamiento que no era deliberado, lo encontré sobre la marcha. El planteamiento de la diferencia de tiempo tan fuerte entre la pareja de jóvenes y este hombre ya de 70 años; culto, adinerado. La idea de juntarlos a los dos con semejante diferencia de tiempo porque prácticamente él tiene 70 años y los chicos tienen 19 y 20. Haber encontrado esa distancia temporal entre unos y otros es exactamente donde yo encontré la manera de contar esta historia. Así que tiene mucha importancia también la pareja de jóvenes.

La idea original cambió mucho frente a este hallazgo. No había idea original, porque yo empecé esta novela escribiendo por hacer un ejercicio de escritura en un estilo más alto o noble que el habitual en estos tiempos.

W. Manrique Sabogal. Otro registro suyo es la novela policiaca. En 2011 publicó No acosen al asesino, la primera entrega de la serie con Mariana de Marco. Esto lo convierte en uno de los pioneros en la creación de personajes femeninos, en España, como investigadoras, detectives o inspectoras de policía. Y ya van once novelas con ella. ¿Cómo se le ocurrió en aquel momento?

José María Guelbenzu. Quise escribir, simplemente, una novela policíaca por mi amor por el género, que lo he leído todo y muchísimo y desde joven. Entonces, se me planteó un problema muy tonto, pero muy claro: y es que todas las novelas que yo había leído estaban llenas de detectives privados bien aficionados, bien profesionales, pero normalmente aficionados. Me dije: “¿De dónde saco yo un detective privado en España?”. Y no daba con detectives y estuve a punto de echarme atrás. Hasta que un día, estando aquí, fui al pueblo de al lado y mientras esperaba que me atendieran en un juzgado se abrió la puerta y apareció una mujer grande, dominante, que te dabas cuenta que aquello era suyo, y que era una juez, que era la que mandaba. Y, de repente, me dije: “Ya tengo el carácter del personaje que no puede ser detective, pero sí puede ser una jueza”. Luego pensé: “Pues si es un juez, tiene que ser de instrucción, porque en España la instrucción no la hace el fiscal como en otros lugares. La instrucción, en el fondo, es detectivesca. Ahí nació Mariana de Marco. Más que escribir novela policíaca lo que quería era seguir con la figura de la mujer.

W. Manrique Sabogal. ¿Qué opina de la novela negra actual que cada vez tiene más violencia o es más gore?

José María Guelbenzu.  Parece que es un campeonato a ver quién mata de una manera más terrible. Eso, sinceramente, no me llama la atención, no me sirve para nada. A mí me interesan las personas, no me interesan los actos delictivos.

W. Manrique Sabogal. Ha dicho que, quizá, Una gota de afecto sea su última novela.

José María Guelbenzu. Sobre esta novela, creo que, sinceramente, es un paso adelante muy superior, tenía que haberlo dado hace tiempo. Pero no tengo futuro suficiente para desarrollarlo debido a mi edad, de tal manera que, creo, que no lo voy a poder superar. Por eso he comentado que creo que será la última.

W. Manrique Sabogal. ¿Cuál cree que es la palabra con la que definiría el siglo XXI?

José María Guelbenzu.  Recuerdo una declaración de un autor que yo estimo muchísimo que es Jünger y cuando le preguntaron cómo vive usted el siglo XX dijo que creía que sería el siglo de los titanes. Él identifica a los titanes con la tecnología. Y añadió: Pero luego, en otro siglo, volverán los dioses. Eso es lo que yo creo que va a ser el siglo XXI. Una demostración de que no hay nada nuevo bajo el sol y que hay que esperar a que pase.


WMAGAZIN


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