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jueves, 26 de junio de 2025

Katie Kitamura / "En nuestra cultura hay mucha pasividad, lo que yo quiero de un libro es una inmersión total"

 

La escritora estadounidense Katie Kitamura. Foto: Irene Medina

La escritora estadounidense Katie Kitamura. Foto: Irene Medina

Katie Kitamura: "En nuestra cultura hay mucha pasividad, lo que yo quiero de un libro es una inmersión total"


En 'Audición', su última novela, la autora estadounidense se adentra en la complejidad de la identidad, las relaciones y la contradicción inherente a toda experiencia humana.


Angélica Francesca Rimini
25 de junio de 2025


Katie Kitamura (California, 1979) escribe desde dentro. Su prosa, introspectiva, analítica, casi psicológica, construye personajes cuya interioridad no se explica, se habita. La autora renuncia deliberadamente a darles un trasfondo: no conocemos su historia, ni siquiera su nombre.

La apuesta, como ella misma explica, consiste en sumergir al lector en su punto de vista, en la forma en que observa el mundo, para generar una cercanía profunda sin necesidad de revelar su pasado. "Creo que gran parte de la interioridad de los personajes se construye mirando hacia afuera", cuenta Kitamura a El Cultural. "Entiendo a los personajes principalmente por cómo reaccionan ante el mundo que los rodea".


Sus novelas, en ese sentido, son pura percepción. Los diálogos no llevan comillas, como si todo —lo que se ve, se escucha, se piensa— ocurriera exclusivamente dentro de la conciencia del personaje central. Una conciencia que se define no por hechos fijos ni categorías estables, sino por la forma cambiante en que se relaciona con los demás.

Donde la ficción tradicional da identidades claras y biografías cerradas, Kitamura introduce una tensión constante. Sus personajes no se explican, fluctúan. La identidad, especialmente la femenina, aparece en su nueva novela Audición (Sexto Piso, 2025) como algo fragmentado, inestable, moldeado muchas veces por la mirada ajena.

"Me interesaba explorar cómo la identidad femenina se fragmenta con facilidad, especialmente cuando ha sido calibrada o marcada socialmente según quién es una mujer en relación con su pareja, sus hijos..." Presentada en la Feria del Libro, Audición es un universo literario donde la identidad, los vínculos y la experiencia humana se despliegan en toda su complejidad.

El espacio intermedio

Todas las novelas de Katie Kitamura orbitan en torno a las relaciones humanas. En Una separación (2018) escribió sobre el final de una pareja; en Intimidades (2023), sobre el inicio de un vínculo. Con Audición, quiso detenerse en el espacio intermedio: "Creo que el medio es, de hecho, la parte más interesante, porque ahí no hay convenciones narrativas claras. En ese tramo hay mucha mutabilidad, es un periodo bastante volátil, porque la vida misma lo es", explica.

Portada del libro 'Audición', de Katie Kitamura (Sexto Piso, 2025).

Portada del libro 'Audición', de Katie Kitamura (Sexto Piso, 


Cuando publicó Intimidades, muchos lectores describieron a la protagonista como "una joven que se muda a La Haya". Aquello la dejó perpleja. ¿Por qué solo lo joven parece digno de relato? A partir de esa observación, surgió su deseo de escribir sobre lo que ocurre cuando ya no se es joven, cuando la vida ha alcanzado un punto intermedio y no hay un motor narrativo evidente, como el de una novela de formación.

En Audición, las relaciones se modelan a partir de una forma de amor menos posesiva, más ambigua y confiada, donde el afecto no necesita imponerse para existir. Lejos de los grandes gestos románticos, Kitamura se interesa por las dinámicas pequeñas, los cambios imperceptibles, "las cosas de las que nadie habla", como ella misma dice.

Las dos caras

Audición es un universo complejo donde emergen distintos niveles de lectura. "A veces describo la novela con el dibujo del pato-conejo", dice Kitamura. "Es una ilustración que, si la miras desde un ángulo, ves un pato; pero si giras un poco la cabeza, el pico se convierte en las orejas de un conejo. Así pienso la novela: tiene dos caras, y solo puedes ver una a la vez. Si cambias la perspectiva, aparece la otra".

Le interesaba esa idea de que hay experiencias universales —como el amor, la maternidad, la creación— que contienen dentro de sí aspectos irreconciliables, imposibles de narrar de forma simple o lineal. La alternancia constante como forma de estar en el mundo, la fluidez que forma parte de lo que significa ser madre, ser artista y ser persona.

"Se han contado muchas historias sobre la maternidad, pero hoy ya no se trata de una identidad pequeña o plana", explica. "Es una identidad fracturada, dividida. Muchas mujeres trabajan, cuidan, cumplen múltiples roles, y no existe una categoría única que lo abarque todo. Por eso quise escribir algo que se sintiera partido en dos".


Zambullirse en el relato

Kitamura buscaba una forma de encarnar directamente la experiencia de ruptura, en lugar de explicarla. Quería que el lector no solo comprendiera el quiebre, sino que lo viviera. "Siempre me han gustado los libros que me convierten en una participante activa, no en una consumidora pasiva. Y en nuestra cultura hay muchísima pasividad", señala.


Le inquieta el modelo narrativo de las series creadas para plataformas de streaming, pensadas para lo que se conoce como "segunda pantalla": espectadores que miran el móvil mientras ven la serie. "Yo también hago scrollmientras veo cosas, lo entiendo. Pero eso no es lo que quiero de un libro. Yo quiero una inmersión total".

Es más fácil lograr esa inmersión cuando el libro te hace preguntas, sostiene, no cuando te da todas las respuestas."Para mí, respetar al lector significa confiar en que va a construir el libro contigo. Si no confiara en él, no sé por qué estaría escribiendo". Y es, reconoce, un riesgo que asume de forma deliberada.

"Nuestra forma de estar en el mundo está modelada por la teatralidad", afirma Kitamura. Así como los niños pequeños que están constantemente jugando a representar, explorando cómo estar en el mundo. Según ella, esa dimensión performativa es inherente a la construcción de la identidad.

Por esto, en Audición, el teatro no es solo el telón de fondo: lo impregna todo. El cuerpo, los vínculos, la voz narrativa. La novela investiga cómo la disposición espacial puede crear o controlar comportamientos. Porque el espacio, recuerda la autora, también es poder. "Intenté tomar un drama interior y externalizarlo, casi como si lo escenificara, como si el escenario fuera la propia vida".

Sus personajes están atravesados por esa grieta entre quiénes son realmente y el papel que están interpretando. La obra avanza con la misma lógica que una función teatral: es inmersiva, no se puede detener el flujo del tiempo una vez que empieza.

El juicio

Como sugiere el título, Audición remite a un momento de juicio, de exposición y vulnerabilidad, donde todo está en juego. Al inicio de la novela, es el personaje de Xavier quien está haciendo una especie de audición para el papel de hijo. Pero a lo largo de la novela esto cambia bastante, y es realmente el personaje femenino central quien va probándose distintos papeles, tanto frente a los otros personajes, como también frente a sí misma.


Lo que verdaderamente le interesaba, afirma, era abordar experiencias profundamente contradictorias. Y hacerlo en contra de las narrativas cerradas que la cultura tiende a imponer. "No es en absoluto así como yo experimento el mundo. Por eso quería escribir algo que se opusiera a esa lógica de lo definitivo".

Así, Audición se convierte en un estudio sobre la inestabilidad de las identidades: esa sensación de que nunca están del todo asentadas, que cambian todo el tiempo, que uno sigue haciendo audiciones, sigue probándose papeles. Esa sensación de una voz que choca contra los límites de su capacidad para expresar una idea.


EL ESPAÑOL



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