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sábado, 3 de agosto de 2024

Petro ante el espejo / Nicolás Maduro


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El presidente Gustavo Petro (derecha) y el canciller colombiano, Luis Gilberto Murillo (izquierda), durante una llamada con los presidentes de Brasil y de México para hablar sobre la situación en Venezuela.


Petro ante el espejo: Nicolás Maduro

Con su postura ante las elecciones en Venezuela, Petro se desmarca de esa izquierda que se atornilla en el poder. Ojalá sea coherente y esto lo ayude a reflexionar sobre los errores que no se pueden cometer en una verdadera democracia



Juan Pablo Calvás

1 de agosto de 2024

El comunicado que publicaron este jueves Lula, López Obrador y Petro, luego de la conversación que sostuvieron sobre el gran descaro de Nicolás Maduro, dice algo muy poderoso que seguro muchos no serán capaces de aceptar: con ese texto Petro se desmarca de esa izquierda que se atornilla en el poder, al estilo Maduro y Ortega, para quedar en el menos ruidoso grupo de aquellos que respetan el hilo democrático y que –como dijo Lula la semana anterior– cuando pierde se va.

Tristemente para los gobiernos de izquierda, personajes como los antes mencionados no hacen más que erosionar la imagen de un colectivo político que tiene sentido y necesidad de existir sobre todo en países como Colombia, donde la realidad social es la de unas mayorías empobrecidas y con pocas posibilidades de progresar. Con esto no estoy diciendo que el gobierno de Petro haya logrado hacer los cambios urgentes que se necesitan para soñar que en unas dos o tres generaciones las cosas serán un tanto distintas, pero sí quiero hacer hincapié en que hay una inmensa cantidad de necesidades insatisfechas en decenas de millones de compatriotas y que, así a muchos no les guste, es pertinente que haya gobiernos que busquen caminos para resolver la brecha social.

Repito: cuánto daño han hecho a los políticos progresistas esos dizque líderes que creen que eternizándose en el poder van a mejorar la vida de sus conciudadanos. Los Castro, Putin, Lukaschenko, Los Kim y los líderes chinos ¿qué han dejado a sus países? ¿Represión? ¿Pobreza? ¿Violación a los derechos fundamentales? ¿Son esos trofeos para enorgullecerse en el gran escaparate de la historia? Y eso que no me detengo a señalar que varios de los mencionados ni siquiera son políticos de izquierda porque entonces tendríamos que entrar a evaluar la psiquis del presidente Petro que no quiere pelear con Rusia, como si Putin fuera el heredero de aquel viejo y añejo Partido Comunista y la inexistente Unión Soviética cuando en realidad no es más que un fascista de esos que Petro ama señalar con su dedo condenatorio. Incongruencias de la gente.

Ojalá el comunicado no sea otra incongruencia. Ojalá, así como ahora se une a otros presidentes cercanos en ideología para pedir respeto a la democracia en Venezuela también haya espacio para mirar de las fronteras hacia adentro y se haga el mea culpa sobre la forma en que se ha maltratado a la oposición y se ha usado el dedo condenatorio para articular poderosas y falaces diatribas contra “los medios de comunicación” en general, como si todos los periodistas fueran cortados con la misma tijera.

Ojalá ese horroroso espejo de Colombia que es Venezuela y de Petro que es Maduro sirva para que el presidente colombiano caiga en cuenta de los errores que no se pueden cometer en una verdadera democracia, pues Maduro los ha cometido todos.

Un país no se construye sobre los cimientos del odio y del miedo. Una nación no es un coro que al unísono repite los delirios de un dictador que se cree bienintencionado. Una democracia exige a quienes llevan las riendas escuchar, respetar, dialogar, respetar, argumentar, respetar, abrazar al contrario y entender que no es desgarrando el tejido social que se sale adelante.


EL PAÍS 



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