Páginas

domingo, 25 de agosto de 2024

Miriam Díaz Aroca: “Jamás haría un drama por una infidelidad”

 


Miriam Díaz Aroca​, el 24 de agosto en los estudios de Pozuelo de Alarcón donde se graba Amar es para siempre.
Miriam Díaz Aroca​, el 24 de agosto en los estudios de Pozuelo de Alarcón donde se graba Amar es para siempre.SANTI BURGOS


Miriam Díaz Aroca: “Jamás haría un drama por una infidelidad”

La actriz se suma a los últimos capítulos de la mítica Amar es para siempre, meses antes de su término


F. JAVIER BARROSO
Pozuelo de Alarcón - 17 SEPT 2023 -


Cada día, de lunes a viernes, la actriz Miriam Díaz Aroca (Madrid, 61 años) se cuela en los hogares de 1,1 millones de espectadores de la mítica serie Amar es para siempre. Esta producción de Diagonal TV para Antena 3 se enfrenta a los últimos episodios tras 18 temporadas (seis en TVE con el nombre de Amar en tiempos revueltos y los 12 siguientes en Antena 3) de éxito y un público fiel, con una cuota de pantalla del 11% en su franja horaria. Díaz Aroca hace de Elena Santacruz, la dueña de empresa de una empresa de confección que pega el salto de Alicante a Madrid para ampliar mercado. Con un cambio de aspecto palpable, el pelo rubio ha dejado paso al color ceniza y a un personaje al que intentan desplazar en la dirección de la compañía, además de sufrir una infidelidad por parte de su marido. “Existe una entrega muy intensa, con un gran ambiente y una enorme exigencia”, afirma antes empezar a grabar en unos estudios de Pozuelo de Alarcón (Madrid).

Pregunta. ¿Qué reto supone Amar es para siempre?

Respuesta. Es el cumplir un sueño. Mi naturaleza, mi entusiasmo, mi forma de ser y de decir marida muy bien con la velocidad de una serie diaria. Es un sueño por doble partida porque es la serie preferida de mi madre, que me ha dicho multitud de veces por qué no trabajaba en ella, y sumarse al mío de estar en Amar es para siempre con ese lujo de equipo que tiene. Hay mucha exigencia, pero eso no le quita ni calidez ni amabilidad ni buenos guiones.

P. ¿Y qué le dice su madre de su papel?

R. Uyyyy, mi madre es mi fan número uno. Me dice que siempre se me ha dado muy bien todo y que ella siempre me ha visto en este papel, que digo muy bien incluso lo que no digo, incluso en esos silencios que haces. Le gusta mucho. Lo que más le costó es lo del pelo blanco.

P. ¿Qué tienen en común Miriam Díaz Aroca y Elena Santacruz?

R. El amor por la familia, pero sin la obsesión de ella. Yo respeto mucho la libertad de mi familia, de mi entorno y de mis cachorros, sobre todo. Su felicidad no tiene que ser la mía. Elena Santacruz entiende que la felicidad de sus hijos tiene que ser la suya y hace y deshace todo lo necesario para que esa coherencia familiar se mantenga. Defiende con uñas y dientes el imperio familiar y todo lo que ha construido.

P. ¿Aguantaría una infidelidad en la vida real como ocurre en la serie?

R. He tenido alguna y nunca la he podido soportar, porque entonces se me rompía la confianza y no podía seguir teniendo una relación porque se me había roto algo dentro. Hoy no tengo ni idea por esa madurez que tengo. Tendría que sopesar las circunstancias. Eso sí, la mujer de hoy jamás haría un drama, solo tomaría decisiones.

P. Periodismo, cine, televisión, teatro. ¿Qué le queda por hacer?

R. Lo mismo, pero mejorando más, siendo mejor profesional y sacando brillo al diamante que soy. Investigando, soy una mujer muy curiosa a la que le gusta mucho experimentar. Con Elena Santacruz da un salto enorme a nivel actoral que supone un cambio respecto a la imagen que el público de Miriam Díaz Aroca. Ahora esa mujer tiene un pelo canoso, una veteranía y una madurez a la hora de interpretar y con unos matices. Todo ha sido un regalo para mí y una sorpresa para el resto de la gente.

P. ¿Se siente cómoda con un personaje tan complejo?

R. Sí, me siento cómoda porque jamás me llevo a mi personaje a la cama. Para mí es un juego porque Elena Santacruz tiene una herida y desde ella comete errores. No quiere que nada afecte a sus estabilidad familiar y empresarial, pero sufre mucho y que no tiene paz ni siente paz. El refugio lo encuentra en un amigo de la infancia de su marido.

P. Pero usted también va a ser infiel.

R. [Risas] Una infidelidad que nunca se justifica, pero va a ser una infidelidad no de picaflor, sino de encontrar un resguardo en un amor que ya fue.

P. ¿Cómo es un día de Miriam Díaz Aroca?

R. Muy auténtico. Para mí, cada día vivo una vida completa, con mucha presencia en el presente, con mucho entusiasmo con la oportunidad que tengo de poder vivirlo, con plenitud de salud física y mental y dado que tengo todo pleno completo, tengo las posibilidades de vivir hasta ese límite. Eso es maravilloso.

P. ¿Le cuesta mucho aprenderse los guiones?

R. No, tengo mucha facilidad. Uno de mis grandes talentos ha sido siempre la memoria instantánea, hasta que empecé la carrera de Periodismo. Los minutos antes de los exámenes fotografiaba todo.

P. La serie transcurre en 1982. ¿Cómo era la Miriam Díaz Aroca de entonces?

R. Estaba en el segundo año de carrera, con la aventura de saltar de Santander a vivir a casa de mis abuelos en Madrid. Era una sensación de independencia muy especial. Me costó mucho soltar mi miedo y poder ir sola a la facultad, en el autobús. El primer día de tener que buscar el sobre, me tuvo que acompañar mi madre. A partir del primer curso, fue el paso de una niña a mujer.

P. ¿Cuál cree que fue su programa de lanzamiento?

R. Creo que fue Cajón desastre, porque fue mi gran plataforma, mi paraíso, donde yo pude multiplicarme en todo aquello que me apasionaba. Era interpretar, cantar, bailar, hacer deporte, ser la jefa de pandilla de toda la chavalería. Gracias a ese programa, me llamaron Pedro Almodóvar y Fernando Trueba. Luego me coroné en el Un, dos, tres.

P. ¿No le da un poco de pena que sean los últimos capítulos?

R. Nos da un poco de morriña y nos gustaría que este transatlántico navegara al menos otra temporada, porque va muy bien. Es inimaginable la cantidad de personas que nos mandan mensajes y nos dicen que están enganchados a la serie y lo que les gustan.


EL PAÍS 




No hay comentarios:

Publicar un comentario