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martes, 23 de enero de 2024

Patricia Highsmith / Estoy hecha de dos apetitos

 



Patricia Highsmith

Diarios y cuadernos

«Estoy hecha de dos apetitos: amor y pensamiento»

Por Amatulláh Hussein
15.9.2022


El personaje de Tom Ripley no puede ser la creación de una escritora que esté plenamente satisfecha con su vida y que profese una moral intachable. «Hacen falta dos espejos para tener la imagen correcta de uno mismo», anota Highsmith en uno de sus numerosos cuadernos.


 
«Estoy hecha de dos apetitos: amor y pensamiento». Y para ser leal a esta máxima hay que trabajar muy duro. Constantes conflictos con su madre, numerosas relaciones sentimentales insatisfactorias, incontables cambios de residencia en función de la amante del momento o para pagar menos impuestos. Todo parece estar en desorden, igual es lo que pretende. La literatura es su cómplice, ahí se desfoga imaginando «pequeños crímenes para niños pequeños», apuñalando a su madre o ridiculizando su vida marital. El alcohol, el tabaco y la depresión también serán amigos que nunca la abandonarán.
 
Truman Capote, Mary Oliver, Carson McCullers, Flannery O’Connor, W.H. Auden, Jane y Paul Bowles, Peggy Guggenheim, Chester Himes, Jeanne Moreau, Win Wenders, Peter Handke y otros tantos desfilarán por la vida de Patricia, ¿alguno la llegó a conocer de verdad? Según termino la lectura de Diarios y cuadernos (a la que añadiría la biografía Patricia Highsmith de Joan Schenkar, publicada por Circe en 2010) a Highsmith no hay que comprenderla, hay que leerla.



El personaje de Tom Ripley no puede ser la creación de una escritora que esté plenamente satisfecha con su vida y que profese una moral intachable. «Hacen falta dos espejos para tener la imagen correcta de uno mismo», anota Highsmith en uno de sus numerosos cuadernos.
 
«Estoy hecha de dos apetitos: amor y pensamiento». Y para ser leal a esta máxima hay que trabajar muy duro. Constantes conflictos con su madre, numerosas relaciones sentimentales insatisfactorias, incontables cambios de residencia en función de la amante del momento o para pagar menos impuestos. Todo parece estar en desorden, igual es lo que pretende. La literatura es su cómplice, ahí se desfoga imaginando «pequeños crímenes para niños pequeños», apuñalando a su madre o ridiculizando su vida marital. El alcohol, el tabaco y la depresión también serán amigos que nunca la abandonarán.
 

Truman Capote, Mary Oliver, Carson McCullers, Flannery O’Connor, W.H. Auden, Jane y Paul Bowles, Peggy Guggenheim, Chester Himes, Jeanne Moreau, Win Wenders, Peter Handke y otros tantos desfilarán por la vida de Patricia, ¿alguno la llegó a conocer de verdad? Según termino la lectura de Diarios y cuadernos (a la que añadiría la biografía Patricia Highsmith de Joan Schenkar, publicada por Circe en 2010) a Highsmith no hay que comprenderla, hay que leerla. 


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