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viernes, 10 de noviembre de 2023

Sara Jaramillo Klinklert / El arte de estar solo

 

Bogotá, 2023

Fotografía Triunfo Arciniegas

Estar solo o sentirse solo es un estado mental que no tiene nada que ver con la cantidad de personas que te rodean: puedes llegar a sentirte solo aunque estés rodeado de mucha gente y, al revés.

EL ARTE DE ESTAR SOLO
Por Sara Jaramillo Klinkert

15 de octubre de 2023

Cuando trabajaba como periodista en medios de comunicación me mantenía muy ocupada y mi teléfono no paraba de sonar. Estuve cuatro años en un canal de televisión sin saber jamás cuál era mi día de descanso. Me creía importante, vaya a saber para quién: una semana después de renunciar nadie se acordaba de mí. A partir de ese momento retomé con fuerza un arte que solía dominar de niña y que, por alguna razón, había hecho a un lado: el arte de estar sola. Volví a escribir, a nadar, a caminar. Me llené de plantas y de gatos. Comencé a hacer yoga y a meditar. Me apunté a un máster en narrativa que me tuvo dos años sola y aislada en un piso diminuto en Madrid: allí escribí dos de mis novelas. Jamás me sentí tan plena, tan enfocada y tan conectada conmigo misma. Supe entonces que debía seguir defendiendo con fiereza los espacios buscados de soledad. Y acá estoy, hace dos semanas aislada en una cabañita escribiendo.

Lo novela en la que estoy trabajando ahora me ha hecho acordar bastante de cuando tenía veintitrés años. Vivía en Londres y me sentía cansada y ansiosa. Tuve que compartir vivienda con un montón de gente y, aun así, siempre me sentí sola. Como un hamster en su propia rueda me mantenía corriendo sin percibir ningún avance. Cantaba a Keane día y noche: Everybody is changing and I don’t feel the same. Cuando en el instituto de idiomas me pidieron un contacto a quien llamar en caso de una emergencia, comprendí que no tenía absolutamente a nadie. Ese pensamiento me atormentó por meses. Cada vez que cruzaba la calle mirando para el lado opuesto y un bus pasaba zumbándome en la cara me convencía de que iba a morir atropellada y a nadie le importaría.

De ambas experiencias de soledad aprendí que una cosa es estar solo y otra muy diferente es sentirse solo. Estar solo es una elección consciente y planeada. Decía más arriba que es un arte porque, igual que cualquier manifestación artística, hay que entrenar, prepararse, desprenderse de la necesidad de estar ocupado todo el tiempo. Mucha gente asegura que le encanta estar sola, pero con wifi, con Netflix y con Spotify. Lo siento, gente: eso no es estar solo, eso es sentirse solo y llenar el hueco con cualquier cosa, incluso si lo único que se tiene a mano es basura.

Sentirse solo, en cambio, es una circunstancia a la cual se llega por inercia, empujado por malas decisiones, por mala suerte, en fin, por la vida misma. Uno se da cuenta de que se siente solo porque no encuentra la forma de abandonar ese estado, no confía en nadie, no tiene a dónde ir ni a quién llamar ni a qué puerta tocar. Lo anterior hace toda la diferencia. Al final, estar solo o sentirse solo es un estado mental que no tiene nada que ver con la cantidad de personas que te rodean: puedes llegar a sentirte solo aunque estés rodeado de mucha gente y, al revés. Yo una vez hice un retiro en el cual medité diez días seguidos con otros sesenta meditadores y jamás estuve tan impresionantemente sola.

De momento seguiré disfrutando de mi soledad buscada, a fin de cuentas sé que, cuando termine mi mes de escritura, me esperan mis seres queridos, mis gatos, mis plantas.

EL COLOMBIANO



 

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