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lunes, 12 de septiembre de 2022

Javier Marías / “Escribo sobre temas que me parecen particularmente graves, peligrosos, injustos o estúpidos”

 

Javier Marías, 2014
Foto de Juan Carlos Hidalgo

Javier Marías: “Escribo sobre temas que me parecen particularmente graves, peligrosos, injustos o estúpidos”

BIOGRAFÍA

Entrevista con el autor de ‘Tomás Nevinson’, que acaba de reunir en un nuevo volumen los artículos publicados en ‘El País Semanal’ entre febrero de 2019 y enero de 2021



Federico Simón
6 de mayo de 2022


Javier Marías (Madrid, 70 años) no tiene ningún libro en marcha tras el cansancio acumulado después de publicar cuatro novelas largas en la última década —la última de ellas Tomás Nevinson (Alfaguara, 2021), terminada durante la pandemia—. Es lo normal en él, que se queda “impregnado” durante una temporada de cada libro recién publicado y sin ánimo para arrancar una nueva ficción. Por suerte, sus lectores pueden encontrarse con su prosa todas las semanas gracias a las columnas que publica desde hace más de 19 años en El País Semanal. Ya ha superado los 920 artículos. Un análisis reposado y por entregas de la actualidad, también de la deriva de la sociedad, que recopila con periodicidad en volúmenes. El último, ¿Será buena persona el cocinero? (Alfaguara, 2022), reúne sus textos publicados entre febrero de 2019 y enero de 2021. En una entrevista telefónica desde Cataluña, donde pasa temporadas, explica además por qué ha empezado a incorporar a sus columnas relatos con personajes ficticios que quizá se incluyan en el futuro en otros volúmenes.


Pregunta: ¿En qué se inspira para afrontar sus artículos?


Respuesta: Las columnas hay que entregarlas con dos semanas de antelación. Por eso son de actualidad, pero no de estricta actualidad. Y la realidad tiende a repetirse mucho. A veces uno cree haber argumentado suficientemente lo erróneo de tal cosa y lo perjudicial de tal otra, y al cabo del tiempo el tema vuelve como si uno no hubiera escrito nada, entonces vuelvo a escribir de eso. Pero intento no repetirme en exceso.


P. Hace unos meses ha empezado a escribir unas series de pequeños relatos con personajes como el profesor Pírfano de Lerma, el señor Cotta y Catherine del Biombo.


R. Pensé que la gente debe de estar un poco cansada después de 900 domingos. Es también una manera de oxigenarme un poco dentro del género narrativo. Y en parte tenía una cierta necesidad de escribir algún divertimento. De momento, que yo sepa, no ha habido protestas.


P. ¿Hay un nexo en los temas que le inspiran?


R. Las cosas que me preocupan como ciudadano. Hay muchos temas de actualidad que yo dejo pasar absolutamente del todo. Escribo de aquello que a mí me parece particularmente grave, peligroso, injusto o estúpido. Evidentemente, a veces me equivoco o puedo ir muy a contracorriente.


P. ¿Se ha arrepentido con el tiempo de algún texto especialmente duro?


R. Uno también olvida las propias columnas. Retener en la memoria todo lo que ha escrito, eso sería un horror y una maldición. Arrepentirme de una columna entera, no. Quizá de alguna frase o de algún adjetivo, sí. De todas maneras, escribo con un desenfado excesivo a veces, y luego en otra versión uno pule esas cosas. Aun así, ha habido artículos que han indignado mucho a mucha gente. Pero eso ya es inevitable, y tampoco me importa gran cosa.


P. ¿Cuándo ha visto el mayor rechazo?


R. Hace ya muchos años escribí una serie de tres artículos que se titulaban Los exterminadores de toros. Hubo mucha gente que pensó que me iba a referir a los toreros. Y no. Yo no soy taurino, dicho sea de paso. Pero explicaba allí que los que exterminaban los toros eran los que intentaban prohibir las corridas: esa raza solo existe porque hay corridas y si se suprimieran quién iba a criar ese animal. En otro me metí, no con los pobres perros, que me son simpáticos en general, sino contra los dueños. Provocó verdaderas iras.


P. ¿Qué le parece la deriva del conflicto de Ucrania?


R. Escribí hace poco un artículo sobre Putin en el que decía que, si se empeña, ganará la guerra. Incluso con el envío de ayuda y de medios a Ucrania por parte de los países occidentales, la disparidad de fuerzas es tan abismal… Es un tipo de individuo al que no veo con el rabo entre las piernas, y me cuesta mucho imaginar que pudiera ser derrotado militarmente. Mucho optimismo no se puede tener en estos momentos.

En Ucrania el único motivo para cierto optimismo es la respuesta de unidad y de firmeza por parte de los países occidentales

P. El panorama no es muy esperanzador.


R. Tener un frente abierto que dure mucho cerca de la frontera europea claro que desanima. Por no hablar de lo mucho que desanima ver los horrores y las barbaridades que se están cometiendo. Así es una guerra. El único motivo para cierto optimismo es la respuesta, creo que bastante inesperada, de unidad y de firmeza por parte de los países occidentales. Con ese tipo de sanciones, la economía rusa va a quedar hecha unos zorros: un país empobrecido, un país apestado durante bastante tiempo.


P. Además de un veto económico también existe un veto cultural.


R. Están haciendo locuras: hay sitios donde se dedican a tirar estatuas de Pushkin y se cancelan conferencias sobre Dostoievski. La época que nos ha tocado vivir, casi desde que empezó el siglo XXI, es muy exagerada en todo, se lleva todo al extremo. Ahora los rusos son horribles, luego Pushkin es asqueroso, cuando era un poeta mayúsculo. Hay un viejo dicho que dice “cuando se tiene la razón, pero se la exagera, se acaba perdiendo la razón”, y esto es lo que pasa continuamente. Ahora todo el mundo ha sido esclavista, y todo el mundo ha sido colonialista, y los países tienen que pedir perdón por cosas remotas que no tienen que ver con la época actual.

Quevedo mató a un individuo en una reyerta. ¿Esto qué tiene que ver con los versos de Quevedo o con ‘El Buscón’

P. También ha escrito sobre eso, de la cultura de la cancelación.


R. Visto con la óptica de hoy, todo es terrible. Estamos hablando de ridiculeces equiparables a decir que no puedo comer este plato porque no estoy seguro de cómo trata a su familia el cocinero. El propio Quevedo mató a un individuo en la plaza de las Descalzas de Madrid en una reyerta. Es que fue un asesino, mató a un semejante. ¿Esto qué tiene que ver con los versos de Quevedo o con El Buscón?

El escritor Javier MaríasKLAUS HOLSTING

P. Vive por temporadas en Cataluña. ¿Le preocupa más el independentismo ahora?

R. Lo vi grave en todo momento. Mi mujer es catalana y además catalanoparlante, de Barcelona. Aquí he visto una sensación de horror y de escándalo, la apropiación de Cataluña por la parte independentista. Los que más gritan son los que dan más miedo. A mí no me preocupa mucho si Cataluña se independiza o no. Personalmente no soy nada patriota español. Escribí que si yo fuera catalán no me preocuparía la posible independencia, sino la posible independencia hecha por estos individuos y quedar en manos de esta gente, que es absolutamente totalitaria, que no entiende la separación de poderes. Como quedó claro cuando expusieron en 2017 su plan [ley de Transitoriedad].


P. Suele escribir sobre la ineptitud de los políticos. ¿Hay alguno que todavía no le haya decepcionado?


R. Decepcionar no sé si es la palabra, porque no es que hubiera puesto grandes esperanzas en casi ninguno. Al revés, se han cumplido mis peores expectativas. En este momento todos los partidos están en manos de gente muy mediocre por decirlo suavemente.

Hay un tipo de feminismo que me resulta estúpido, antipático, ceñudo, puritano y mojigato

P. Aborda a menudo en sus columnas su descontento con cierto tipo de feminismo. ¿Cuáles son los puntos de fricción con su pensamiento?


R. A estas alturas, todo el mundo es feminista. Cualquiera que no sea un cabestro lo ha sido. Es evidente que históricamente las mujeres han tenido un sometimiento, han sufrido la prohibición de estudiar o de ejercer numerosas profesiones, sigue habiendo incluso ahora en la práctica desigualdades en los sueldos. Todo eso es verdad y en todo eso es algo en lo que yo he estado a favor de la equiparación absoluta. Ahora bien, hay un feminismo llamado de cuarta ola que para mí contraviene al feminismo clásico. Están diciendo cosas exageradas y sandeces. Y sobre todo hay un error en que se acercan peligrosamente a la intolerancia de la Iglesia católica de los tiempos de la dictadura de Franco. Cuando uno lee que el Ministerio de Igualdad habla de penar o prohibir o multar las miradas lascivas, ¡las miradas!, esto ya me suena; y me suena a los curas y a las monjas. Esto me parece una intromisión intolerable en la libertad de las personas. Cómo decide uno qué mirada es lasciva y cuál no. Es una cuestión subjetiva. Uno puede mirar una cara como mira el techo. Esto es propio del puritanismo. Igual que la censura es horrible, venga de donde venga. Ese tipo de feminismo es el que me resulta estúpido, antipático, ceñudo, puritano y mojigato, tanto como la Iglesia católica de los peores tiempos.


P. ¿Cómo lleva la próxima novela?


R. La próxima novela la llevo… en ningún sitio (risas). Escribí unas líneas un día y ahí están. Creo que necesitaba un poco de descanso después de cuatro novelas más o menos seguidas.


P. ¿No le motivan para seguir la fama, la gloria, la trascendencia…?


R. A medida que cumplo años, menos me importa todo eso. Si me consideran, me alegro, lo agradezco, pero si no me consideran, no me importa tampoco. En mi caso todo lo que tenía que pasar, ya ha pasado en gran medida. No me puedo quejar, he tenido mucha suerte.


P. ¿Tampoco la trascendencia de sus obras?


R. La posteridad es un concepto del pasado, valga la contradicción aparente. Hoy en día no tiene el menor sentido. Todo se queda viejo a una velocidad excesiva. Cuántos autores, en cuanto mueren, pasan a un olvido inmediato.


EL PAÍS

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