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martes, 16 de agosto de 2022

Nicholas Evans atribuye su éxito literario a la pasión por la naturaleza

Nicholas Evans



Nicholas Evans atribuye su éxito literario a la pasión por la naturaleza


Miguel Ángel Villena
6 de noviembre de 1998


Nicholas Evans (Worcestershire, Inglaterra, 1950) ha vendido en todo el mundo 30 millones de ejemplares de su primera novela El hombre que susurraba a los caballos (Plaza y Janés). Pero este antiguo periodista y guionista de televisión está en las antípodas del autor programado de libros de éxito y atribuye la fama que le dio su primer libro no sólo a la versión cinematográfica que dirigió e interpretó Robert Redford, sino también a la pasión por la naturaleza de muchos lectores. "Los grandes espacios", comentó el escritor durante su visita a Madrid esta semana, "mantienen la épica de las grandes historias literarias y ésa ha sido la clave de que la novela triunfara tanto en Asia como en Europa o en América".

Nicholas Evans ambientó El hombre que susurraba a los caballos en el Oeste americano porque, a su juicio, la naturaleza ya está muy domesticada y urbanizada en Europa. Crecido en el medio rural inglés e hijo de campesinos, Evans tuvo a un perro como su mejor amigo durante su infancia y su adolescencia. De esta pasión por los animales y la naturaleza ha vuelto a surgir el argumento de su segunda novela, Tierra de lobos, que Evans acaba de publicar en España, también editada por Plaza y Janés. Las andanzas de una joven bióloga en un ambiente hostil de un pueblo de Montana sirven a Evans para trazar una metáfora de las relaciones del hombre con la naturaleza. "En cualquier caso", aclara, "la historia no guarda paralelismos con mi anterior novela más allá de que aparecen los animales y de que está situada en zonas salvajes del oeste de Estados Unidos".

Decidido partidario de conceder más importancia al contenido de los relatos que al estilo o a la forma en que se expresan, Nicholas Evans comenta que los estadodunidenses han conseguido convertir sus historias en historias universales. Tras abandonar su trabajo como guionista en la televisión, el novelista analiza las siempre difíciles relaciones entre la literatura y el cine. "Para mí fue un honor que adaptaran El hombre que susurraba a los caballos, pero son dos medios muy distintos porque el cine no refleja los personajes, los refleja la cámara. La pantalla siempre tiene un imaginario limitado. Así, la primera vez que vi la película no pude distanciarme de que se basaba en una novela mía, aunque yo no quise participar en el guión. Pero cuando la vi en una segunda y en una tercera ocasión la contemplé como cine".De todos modos, Nicholas Evans está encantado de poder dedicarse en exclusiva a la literatura. "Como guionista de televisión", manifiesta, "has de mentir siempre, al director, a los productores, a los actores...Por ello, ocurre que un guión nunca resulta tan bueno en la pantalla como en la cabeza del guionista. Prefiero la literatura donde el escritor se encuentra solo y libre frente al ordenador".

EL PAÍS




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