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martes, 23 de agosto de 2022

Anne Sexton / Y uno para mi señora


Anne Sexton



Anne Sexton

y uno para mi señora


Anne Sexton / And one for my dame


Un comerciante nato,

mi padre hizo mucha pasta

vendiendo lana a Fieldcrest, Woolrich, Whasta.

Un farsante nato,

podía vender cien balas empapadas

de aquella cosa blanca, calcular las millas y las ventas

facturadas

y ganar dinero.

En casa, cada frase que soltaba

había contentado antes a un cliente que, con mantequilla, le

pagaba.

Todas sus palabras

las había ensayado una vez tras otra, en cualquier formato,

en el hombre a quien vendía el que llenaba nuestro plato.

Mi padre sobrevolaba

sobre el pudin de Yorkshire y la carne de ternera

un feriante, ambulante, vendedor y jefe indio de tercera.

¡Roosevelt! ¡Willkie! ¡y la guerra!

Qué inepta me juzgaba

con mi corazón de solterona y mi aplauso de niña pava.

Cada noche en casa

mi padre se enamoraba de unos mapas rotos como harapos

mientras la emisora luchaba sus batallas con los nazis y los

japos.

Excepto cuando se escondió

en su dormitorio en una borrachera de tres días,

escribió itinerarios complicados, rellenó el maletero de

licorerías,

su equipaje a juego,

y guardó una reserva confirmada,

su corazón latiendo ya sobre las rutas rojas de su nación

amada.

Me siento a mi mesa

cada noche sin ningún lugar a dónde ir,

los arrugados mapas de Milwaukee y Búfalo de souvenir,

todo EE.UU.,

sus cementerios, sus absurdas líneas horarias,

a través de rutas como venas finas, capitales como piedras

funerarias.

Murió en la autopista,

golpeado de la nuca a la espalda,

su pañuelo blanco por la ventanilla de su Cadillac gualda,

Mi esposo,

de unos ojos tan azules como un álbum de fotografías,

comercia lana:

carretes, cajas y ovillos de los que estira, con desgana,

hasta alcanzar el hilo

y decir Leicester, Rambouillet, Merina,

cruzada, aceitosa y gruesa, amarilla como vieja nieve andina.

Y cuando vuelves a irte, mi amor,

¡Sí, señor! ¡Sí, señor! Y uno es para mi señora,

tus cajas de muestrarios con el nombre de mi padre escrito

por su cuidadora.

tu itinerario abierto,

sus peajes recaudando codiciosos,

sus autopistas levantadas como amores nuevos, crudos,

presurosos.




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