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miércoles, 14 de agosto de 2002

La inteligencia y la pasión llenan los diarios de Carmen Martín Gaite

 

Carmen Martín Gaite


LA INTELIGENCIA Y LA PASIÓN LLENAN LOS DIARIOS DE CARMEN MARTÍN GAITE

Fuerte y vulnerable, apasionada por su trabajo, lectora voraz y penetrante, exigente consigo misma y con sus amigos... Así se muestra la escritora salmantina en las 600 páginas de sus diarios, 'Cuadernos de todo', que se publicarán en octubre


Rosa Mora
14 de agosto de 2002


El día que Carmen Martín Gaite cumplió 36 años, el 8 de diciembre de 1961, su hija Marta, a la que llamaba La Torci, le regaló un cuaderno. En la primera hoja, Marta escribió Calila Martín Gaite, como la niña llamaba a su madre, y debajo, 'Cuaderno de todo'. Fue el primero de los más de 100 que Carmen Martín Gaite (Salamanca, 1925-Madrid, 2000) escribió a lo largo de su vida.


'Para ella, en un cuaderno se puede meter, como en un cajón, todo lo que quepa. Basta con empezar. En este cuaderno, pues, no debo tener miedo de meter lo que sea, hasta llenarlo. La Torci me ha dado permiso', anotó la escritora. Y se lo tomó en serio. Siempre llevaba una de esas libretas y escribía en cualquier parte, en un tren, mientras esperaba a alguien... Debate y Círculo de Lectores publicarán en octubre Cuadernos de todo, una selección de esas libretas más otros textos, como piezas de teatro, y buena parte de los collages y dibujos que hizo Carmiña. Son más de 600 páginas abrumadoras y emocionantes, que muestran a la escritora apasionada por su trabajo, por la lectura, y la mujer fuerte y vulnerable a la vez, hasta un punto en que es difícil distinguir a la una de la otra.


'Anotar en mogollón, los diarios no valen. Cuando yo me muera ¿entenderá mi hija lo que dice aquí?, ¿lo sabrá poner en orden? No. Lo tengo que poner en orden yo', escribe Martín Gaite. La Torci, prematuramente muerta, mucho antes que su madre, no pudo y a ella no le alcanzó el tiempo. Ese trabajo que Carmiña tenía pendiente ha corrido a cargo de Ana Martín Gaite, su hermana, y de la catedrática de Literatura de la Universidad de Milán Victoria Calvi. Y no ha sido fácil. Que Carmiña sabía que se publicarían un día está claro, ella misma lo tenía previsto, pero la selección ha sido complicada. Ana admite que ha estado a punto de volverse loca. 'Lo que más me ha obsesionado es decidir lo que a ella le hubiera gustado que se publicase'.


Se han omitido, por ejemplo, materiales históricos que manejó para sus libros, como El conde de Guadalhorcesu época y su labor, Macanaz, otro paciente de la Inquisición.


Sí hay constancia del intenso trabajo previo que realizó, desde primeras ideas a primeros capítulos de, por ejemplo, El cuento de nunca acabar, El cuarto de atrásNubosidad variableLa Reina de la Nieves o Usos amorosos de la posguerra española. O cómo surgió, por ejemplo, Caperucita en Manhattan. Es impresionante el relato de su llegada a Nueva York, su bronca con los maleteros del aeropuerto, su encuentro con Juan Carlos Eguillor y cómo éste hizo unos dibujos sobre una niña grande perdida en la ciudad de los rascacielos. Está fechado en 1985.


'Fueron terribles las condiciones en que se fue a Nueva York, a raíz de la muerte de su hija', recuerda Ana Martín Gaite. 'La acompañé a Barajas, estaba destrozada y me dijo que para ella se había acabado la narrativa'. Caperucita en Manhattan se publicó en 1991 y luego llegaron otras novelas como Nubosidad variable, La Reina de las Nieves o Lo raro es vivir.


No aparece en Cuadernos de todo ningún texto sobre la muerte de Marta, pero sí de la intensa relación que hubo entre la madre y la hija: 'Anoche, La Torci, después de irse Millás, estuvo hablando conmigo de sus sospechas detectivescas y del signo Géminis hasta las siete de la mañana. Fue una noche en blanco, totalmente aprovechada y feliz...'.


No hay demasiadas referencias a Rafael Sánchez Ferlosio, con el que Carmen Martín Gaite se casó en 1953 y del que luego se separó, pero sí algunas. 'Tengo que volver a tratar a R. lo mejor que pueda y sepa. Hay muchas cosas que todavía puedo hacer por R., aún podemos ir en el mismo tren a veces. Esta casa ha sido de los dos durante diecisiete años, y La Torci está ahí como prueba irrefutable, como vigía'.


Pero en el conjunto de los diarios 'lo personal no cuenta casi nada', como dice Ana. 'De lo que pasa en el interior de uno sabemos poco'. Aunque sí queda reflejada Carmiña: sus intentos de dejar de fumar, sus amigos, la relación con su hermana, sus buenos propósitos, el saberse tan querida por tanta gente y, a la vez, su deseo de soledad y sus lecturas voraces e inteligentes.


EL PAÍS


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