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miércoles, 24 de noviembre de 2021

El renacimiento de Monica Lewinsky / Activista, tuitera e influyente


Monica Lewinsky

El renacimiento de Monica 

Lewinsky: activista, tuitera 

e influyente

La figura de Monica Lewinsky vuelve a la actualidad con motivo del estreno 
de ‘El Caso Lewinsky’, la última entrega de la saga ‘American Crime History’, 
la serie de Ryan Murphy. Esta ha sido su vida desde el escándalo con Bill Clinton.


 Cuando Monica Lewinsky (California, 1973) concluyó en diciembre de 2006 su Master en Psicología Social en la London School of Economics se encontró como muchas otras mujeres: sin trabajo. Sin embargo, a ella no le cerraban puertas por estar sobrecualificada o por no ser apta para un puesto, sino por ser Monica Lewinsky.

“No encontraba trabajo”. Ella repite esta afirmación en vídeos, podcasts y artículos y la frase lleva implícito un poso de sorpresa. Una de las mujeres más conocidas del mundo tuvo que hacer lo mismo que hacen tantas desconocidas: inventarse su propio empleo. En su caso, se miró dentro, miró atrás, alrededor y se lo contó al mundo.

La figura de Monica Lewinsky vuelve a la actualidad con motivo del estreno el pasado viernes de Impeachment (El Caso Lewinsky), la última entrega de la saga American Crime History. La serie de Ryan Murphy, un derroche de laca, teléfonos fijos, política y vergüenzas, ha contado con ella como productora ejecutiva, lo que añade interés y morbo a un caso que ya lo trae de fábrica. El Caso Lewinsky, que emite la Sexta, repasa el mal llamado Caso Lewinsky (¿por qué no caso Clinton?) desde la perspectiva de tres mujeres: ella, Linda Tripp y Paula Jones. Este no es un escándalo vintage, sino uno que concentra temas que definen parte de la identidad nuestra sociedad: el abuso de poder hacia una mujer, la capacidad de Internet de hacer daño y la humillación pública.

La vida adulta de Lewinsky tiene cuatro fases: escándalo, ruido, silencio y renacimiento y ninguna de ella es cómoda. Esta californiana está viviendo su última fase algo que ella califica en el podcast Sway como “un milagro”. En su biografía de Twitter (donde demuestra ser una perfecta tuitera, ocurrente y rápida) se define como: activista anti-bullying, ponente de TedTalk, colaboradora de Vanity Fair, musa de rap, ex modelo de boinas y tejedora. Hoy, esta californiana (que para añadir barniz pop estudió en el instituto de Beverly Hills, 90210) es una experta en ciberacoso y vergüenza y está empeñada en evitar que otras personas sufran como ella. Para poder escribir esta bio ha pagado un precio alto.

La primera fase, el escándalo, comenzó pagando dicho precio. Lo hizo el 16 de enero de 1998. Ese día, a los 25 años, dejó de ser una persona anónima y comenzó a ser un personaje público y, además, por las razones que nadie querría serlo. Perdió su dignidad, su voz y hasta quisieron arrebatarle el nombre. Clinton se refería a ella como “that woman”, esa mujer. Ella ha repetido en numerosas ocasiones, la última vez en el podcast de Jon Favreau Pod Save America: “Fui la paciente cero en tener mi reputación destruida a nivel mundial por culpa de Internet” Cuando aquella mañana fue retenida en el Pentagon City Mall de Washington por el FBI tras ser traicionada por su entonces amiga Linda Tripp, no existían las redes sociales, pero sí los blogs, los foros y el email. Fueron suficientes para que su nombre se extendiera por el mundo entero. Su nombre comenzó a pronunciarse en el mundo entero. La narrativa de la época contaba que una becaria había practicado sexo oral al presidente de Estados Unidos y había puesto en peligro el gobierno demócrata. Hillary Clinton apoyó a su marido y la familia salió fortalecida tras un mínimo y orquestado reconocimiento por parte del presidente de “comportamiento inapropiado”. El resto, nunca mejor dicho es Historia.




Monica Lewinsky
Monica LewinskyBY JEFFREY MARKOWITZ/GETTY IMAGES. 

Lewinsky siempre contó con el apoyo de su madre, Marcia Lewis, una escritora que compartía piso en el edificio Watergate de Washington cuando tuvieron lugar los hechos. Durante los meses en los que el escándalo fue noticia cada día ella se refugió en su casa, con ella. Ha declarado que tuvo pensamientos suicidas y fue diagnosticada con Síndrome de Estrés Postraumático. El mundo entero se mofaba de ella, de su boina, su vestido de Gap (la serie es fina dando pistas de la marca), su físico y su comportamiento en el Despacho Oval, que ella ha repetido hasta la extenuación que fue consensuado entre dos adultos. Cuando las noticias decayeron, el interés no decayó y para ella, cuenta en Pod Save America, “fue un momento horrible porque los implicados en el escándalo seguían en el poder”. El poder (del hombre, del político, de los medios) y su uso y abuso define este caso.

Tras la fase del escándalo llegó la del ruido, que paradójicamente coincidió con un momento en el que Lewinsky, debido al acuerdo de inmunidad que firmó, estaba limitada para hablar en público sobre su historia. Los otros podían y lo hicieron. Ella hablaba poco, pero aparecía mucho y de manera errática en distintos escenarios. Su objetivo era ganar dinero para pagar el millón y medio de gastos de abogados que acarreó su caso. Se mudó a Nueva York persiguiendo la vida de una veinteañera anónima. En un artículo muy extenso que le dedicó el New York Post, “Monica takes Manhattan”, sobre su vida en la ciudad, cuenta que pasaba los días viendo Sexo en Nueva York, haciendo yoga, gestionando su marca de bolsos que llegó a vender en Henry Bendel (ambos, marca y almacén ya no existen) y tejiendo, afición que afirma que la salvó en sus peores momentos. También participó en una campaña publicitaria para Jenny Craig en la que ganó un millón de euros por perder 40 libras, apareció en programas de televisión y hasta hizo algún cameo en Saturday Night Live. Ninguno de esos era su sitio. En 2002 su acuerdo de inmunidad concluyó y ese fue un punto de inflexión que la colocó en el camino en el que hoy está: comenzaba a recuperar su voz y a adueñarse de su historia. Hasta ahora la habían contado otros: ahora podía hacerlo ella. En ese año firmó un acuerdo con HBO Max para realizar el documental Monica in Black and White en el que respondía preguntas sobre su pasado. Ahí estaba la semilla de una Lewinsky (si llamamos Clinton al presidente no deberíamos llamar Monica a esta mujer) articulada y peleona.


En 2005 Monica Lewinski, cansada de estar desubicada y de no poder ser anónima se muda a 10.000 kms: a Londres. Allí comienza la tercera fase, la del silencio. Estudia un Master en la London School of Economics, donde se gradúa con la tesis. "In search of the impartial juror: an exploration of the third person effect and pre-trial publicity" (En busca de un juez imparcial: el efecto de la tercera persona y la publicidad antes del juicio). En ese momento se enfrenta a la realidad: nadie quiere contratarla. Las redes sociales, ya parte de la vida diaria, no ayudaron a que su figura se restituyera; de hecho, nadie se molestó en hacerlo. Esa tarea, hercúlea, le tocaría a ella misma. En esta fase, vive en Londres, Nueva York, Portland y Los Angeles y pasa una década en silencio, sin apariciones públicas, curándose.

El renacimiento de Monica Lewinski comienza en 2014 y tiene un hito fundacional en las páginas de la edición norteamericana de esta revista. Es la que elige para publicar un ensayo llamado Shame and Survival  en el que desvela, por primera vez y en primera persona, el escándalo vivido y sus consecuencias. La decisión de volver a la vida pública (abre una cuenta de Twitter en 2014) le llevó años. En Pod Save America declara que estudiando en Londres y había aprendido acerca del poder de las narrativas y allí entendió que “el trabajo curativo pasaba por contar mi historia, por encontrar la manera correcta de hacerlo".

En el título de este texto, Vergüenza y Supervivencia, está el germen de su carrera profesional a partir de entonces. Había nacido la Lewinsky activista. A partir de entonces se adueña del micrófono y comienza una serie de apariciones, que aún continúa, en la que denuncia todo aquello que cambió su vida: el ciberacoso, la vergüenza pública y los abusos de poder. Su Ted Talk, The Price of Shame de 2015, en el que demuestra haber consolidado un relato que luego repite en distintos foros, cuenta con más de 20 millones de visionados. Si Vanity Fair fue su “Soy Monica Lewinsky y he vuelto”, su Ted Talk fue: “Aquí estoy yo y esto es lo que tengo que contar”. Esta charla fue su gran puerta de entrada en el activismo contra el abuso digital que ella defiendo que se centra siempre en mujeres, minorías y miembros LGTBI. En ella aparece una mujer segura de sí misma, alejada de la chica de 22 que, como ella dice, “se enamoró de su jefe” y, con más ganas de mirar su futuro que su pasado. “¿Por qué ahora?”, lanza la pregunta. Y ella misma se responde: “Porque es el momento: es el momento de pasar de puntillas por mi pasado, de dejar de vivir una vida de oprobio y es el momento de recuperar mi narrativa”. Es capaz de hacer bromas sobre su pasado (“aparezco en 40 canciones de rap”) y, si no está curada, al menos, parece al final del proceso. En esta charla marca el tono de un discurso que aún hoy continúa extendiendo por todo el mundo. Ella le añade una gota de esperanza: la compasión y la empatía son la solución. Su Ted termina diciendo: “Todos nos merecemos compasión y vivir online y offline en un mundo más compasivo”.

En 2017 llegó el #metoo, hashtag al que ella se unió. Aunque el artículo de Vanity Fair declaró que no se había visto acompañada por el feminismo en su momento: “No me considero una feminista con mayúsculas”, escribió. Ella siempre declaró que su relación con Clinton fue consensuada y sí reconoce que, todo lo que ocurrió después, fue un abuso de poder. Ella estaba en el escalafón más bajo de la Casa Blanca y el Pentágono y tenía 22 años y era vulnerable; él tenía 49 y era su jefe y uno de los hombres más poderosos del mundo. Hoy es imposible extraer la lectura de género del caso Clinton-Lewinsky.

Beanie Fieldstein as Monica Lewinsky in Impeachment American Crime Story.
Beanie Fieldstein as Monica Lewinsky in Impeachment: American Crime Story.BY KURT ISWARIENKO/FX.

Con el estreno de la serie de Ryan Murphy, Monica Lewinsky ha vuelto a los medios de comunicación. La diferencia es que es ahora es ella la que habla. Su presencia en Twitter retrata a alguien divertido, que cuando quiere saca a pasear al personaje y tiene el control de la situación. Ella, por fin, tiene un trabajo: abandera un movimiento contra el ciberacoso y la vergüenza pública que se concreta en alianzas con organizaciones que protegen a los más vulnerables y que intentan definir un marco de acción digital más protector y compasivo. Ya no es “esa mujer”: se llama Monica Lewinsky y ha recuperado su voz.


VANITY FAIR





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