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miércoles, 20 de octubre de 2021

Los misterios de María Luisa Bombal

María Luisa Bombal

 Los misterios de María Luisa Bombal



María Luisa Bombal escribió el grueso de su breve obra en apenas 7 años, en la ciudad de Buenos Aires. Con ello revolucionaría para siempre las letras hispanoamericanas

José S. de Montfort
9 de agosto de 2021

Escritora chilena, aunque de alma errante y voluntad cosmopolita, ardorosa amante frustrada y de un talento literario de primera, la escritora María Luisa Bombal, madre de la literatura toda latinoamericana contemporánea según Carlos Fuentes y precursora del realismo mágico, sigue siendo una gran olvidada para los lectores en español. Seix Barral, con su nueva edición -enriquecida con textos de Borges, Lucía Guerra, la mayor especialista en su obra, y José Bianco, secretario de la revista Sur, así como con las ilustraciones de Paula Bonet– de su obra narrativa completa viene a tratar de paliar esa omisión intolerable.

Madame Mérimee

Bombal introdujo en la narrativa chilena de los años treinta una nueva concepción narrativa, gracias a su novedoso estilo cargado de feminidad, musical y poético, en el que la voz de una mujer, por vez primera en las letras latinoamericanas, expresa lo que siente y desea. Su narrativa transita los terrenos de lo lírico y bucea en la mente humana a través de los sueños, teniendo así una marcada influencia surrealista. Es una narrativa liminar, ambigua, preñada de espacios confusos, donde la realidad y la fantasía se embrollan en un espacio místico lleno de misterios.

Bombal tuvo una formación de corte germánico durante su infancia (su madre les leía, a María Luisa y a sus dos hermanas mellizas, traduciendo directamente del alemán, los cuentos de los hermanos Grimm y Andersen). De ahí vendrá su fascinación por las atmósferas de los cuentos de hadas. Más tarde, varios años después de que muriese su padre de un enfisema pulmonar (María Luisa tenía entonces nueve años), la familia se traslada a París. Allí Bombal entra en contacto con la tradición y teatros franceses (estudia arte dramático en la escuela experimental de Charles Dullin, donde compartió clases con Antonin Artaud). Se licenciará en la Sorbona, en la Facultad de Letras, con una tesis sobre Prosper Mérimee. Diríase que de éste habría de tomar su pesimismo tranquilo y su romanticismo a destiempo (Pablo Neruda llamaba a Bombal cariñosamente «madame Mérimee» y «la abeja de fuego»). Tuvo la oportunidad de conocer a Paul Valéry. Sin embargo, y aunque resulte paradójico, no trabó amistad con Breton. Sí que trabó familiaridad lectora con los clásicos franceses (Balzac, Flaubert y Stendhal) y sabemos que en esta época le impactó mucho la lectura del Werther.

Los misterios de María Luisa Bombal

Imagen vía Seix Barral.

Los años bonaerenses

La obra de Maria Luisa Bombal comprende dos novelas cortas, cinco cuentos y una serie de textos dispersos en revistas agrupados bajo el nombre de Crónicas poéticas. El grueso de la obra narrativa de Bombal fue compuesta y publicada en apenas siete años y escrita en la ciudad de Buenos Aires. En 1933, Bombal se instala en la casa de Pablo Neruda y, mientras este en la cocina trabaja en su libro Residencia en la tierra, ella escribe su primer libro, La última niebla, que terminará gracias a una máquina de escribir que le prestan en el Instituto Filológico. La obra la publicará en 1935 la editorial F.A Colombo, a instancias de Norah Lange y Oliverio Girondo (a quienes está dedicada) y con ilustraciones de quien acabará siendo su marido, Jorge Larco (un matrimonio pour la gallerie, pues Larco era homosexual y ella estaba enamorada de otro hombre). El libro, que fue bien recibido por crítica y público, tendrá una segunda edición en Chile en 1941 en la editorial Nascimento, con prólogo del crítico español Amado Alonso. 

Durante esta época Bombal cuenta entre su grupo de amistades literarias a personalidades de la talla de Federico García Lorca, Alfonso Reyes, Luigi Pirandello o Jorge Luis Borges (con quien le unía una íntima amistad, basada en su amor común por el cine y los tangos). 

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María Luisa Bombal durante su estadía en París. | Foto vía Wikipedia.

La amortajada

En 1938 se publica, también en Argentina, la segunda nouvelle de Bombal y su obra más representativa, La amortajada, en la editorial de la revista Sur.

El tiempo de la historia en La amortajada se concentra en las 24 horas del sepelio de la protagonista, Ana María, y que comprende el funeral, el traslado y el entierro en el cementerio, en tanto que el tiempo del relato comprime toda la vida pasada de la narradora principal. El texto lo conforma una polifonía de voces: principalmente la de Ana María (expresada a veces en indirecto libre y otras veces en la forma del monólogo interior), a la que se le va imbricando sucesivamente la suma de voces de los diferentes personajes que van a despedirla. Como contrapunto, y funcionando al modo de una suerte de voz espacial -y temporal- que va oscilando en diferentes grados de onmisciencia, una mujer que oficia de testigo y que permite anclar la narración al terreno de lo real. Así el subconsciente fantástico de los personajes (uno de ellos ya muerto, no se olvide) se entremezcla con un realismo testimonial en un ejercicio literario sublime. Es de esta mixtura de donde surge la magia bombaliana y lo que, con el correr de los años, se conocerá como realismo mágico. El mismo Juan Rulfo llegó a decir que varias calles de Comala estaban inspiradas en este libro.

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Ilustración: Paula Bonet | Cedida por Seix Barral.

¿Pionera del feminismo o antifeminista?

Los personajes protagonistas de la obra de María Luisa Bombal son siempre femeninos, enigmáticos y desdichados; llenos de misterio. Esto se debe a que tienen algo sobrenatural que los liga con lo telúrico, con los arcanos indescifrables del mundo (lo que ha llevado a que se ligue su obra con la de Hélène Cixous, en tanto que búsqueda nueva del deseo a través del inconsciente, y con el ecofeminismo de los años 90’s). Además, viven en una extraña paradoja. 

Las mujeres bombalianas se debaten en una contradicción irresoluble: aquella que permite la transgresión de la convención social del matrimonio insatisfactorio, mostrando el conflicto latente entre el deseo y la moral establecida, pero que, a su vez, encuentra su resolución en el mundo de los sueños, la fantasía y, en última instancia, la soledad y la tristeza. Sus heroínas no son sino postreros héroes románticos, ya que no aman seres reales concretos, sino que proyectan su propia concepción del amor en sus amantes.

Es por esta razón que alguna parte de la crítica ha señalado a Bombal como antifeminista, a causa del papel pasivo de sus protagonistas, al tiempo que se la considera feminista, puesto que denuncia la dependencia de la mujer y expone a las claras el deseo sexual femenino (no se olvide que es la primera escritora latinoamericana que describe un orgasmo femenino).  Ella misma, en cierta entrevista, declaró que «no me importó para nada el feminismo porque nunca me importó. Sí leía mucho a Virginia Woolf, pero porque sus conceptos los hacía novelas y no daba sermones».

Las claves de esta dicotomía las hallamos en su sesgo de clase. Educada en una familia chilena de clase alta, su mirada es completamente patriarcal y clasista. No le interesaba el arte social, ni la política (decía que eso era cosa de hombres). Su compromiso era solo de tipo moral. Y según su visión del mundo, el destino de la mujer es el de amar, de manera profunda y entera, sin tener en cuenta si recibe o no esa misma intensidad amorosa de vuelta. De ahí que sus personajes luchen incansablemente por la felicidad. La paradoja es que, al no poder dar rienda suelta a su pasión por la vía del amor ilícito y libre, sus personajes agonizan en una tragedia menor que las consume en su camino hacia la mediocridad y la aceptación de la norma. Las consecuencias: la locura, la ensoñación y/o la muerte. Es de aquí de donde surge ese tono melodramático tan característico en su obra. 

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Ilustración: Paula Bonet | Cedida por Seix Barral.

I shot Eulogio Sánchez

En 1931, a su regreso a Chile desde Francia, María Luisa Bombal conoce a Eulogio Sánchez, pionero de la aviación civil y fundador de las Milicias Republicanas. Entre ellos surge un intenso romance. Pero, con el paso de los meses, Sánchez va perdiendo interés en ella. María Luisa va gestando en su interior una creciente obsesión amorosa (que durará hasta el final de sus días). Le escribe cartas que él no contesta. Perturbada, acude a una reunión social en casa de Eulogio y se dispara a sí misma en el cuello con un arma que encuentra registrando sus cajones. Milagrosamente salva la vida, pero se le quedará para siempre una cicatriz en el hombro (sublimada en forma de ala en su cuento Las islas nuevas).

A su regreso de Buenos Aires, ocho años después, Bombal se entera de que Eulogio Sánchez está prometido con otra mujer (y no solo eso, sino que tras el tiempo transcurrido, apenas se acuerda de ella). Esto se le hace intolerable y el 26 de enero de 1941, a la salida del famoso hotel Crillón, en la calle Agustinas, en Santiago de Chile, le dispara tres tiros que, por fortuna, no le matan (Marcelo Ferrari recrearía este episodio en su película de 2011, Bombal)El incidente le costará nueve meses de cárcel.

Tras ello, en 1944, la escritora se marchará a Estados Unidos, donde contraerá matrimonio con el conde francés Raphael Saint-Phalle, y con quien tendrá a su única hija, Brigitte. Se dedicará al doblaje cinematográfico y apenas escribirá nada desde entonces, más que el cuento La historia de María Griselda (1946), un spin off de La amortajada, y alguna crónica poética. 

Volverá 29 años después a Chile, donde morirá sola y arruinada, en 1980, de un coma hepático masivo en el hospital El Salvador, en la capital del estado. Morirá esperando a que le concedan el Premio Nacional de Literatura (que nunca habría de obtener, como tampoco el Premio Nobel, al que fue presentada su obra hasta en cinco ocasiones, con el auspicio de Gabriela Mistral).

Se dice que existe una novela y una obra de teatro inéditos, en posesión del sobrino de Maria Luisa, Carlos Bombal. Se supone que están en un cofre, en alguna parte de Chile. Se supone.




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