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lunes, 19 de julio de 2021

Si duele que nos rompan el corazón, ¿por qué nos seguimos enamorando?

GRAJA / SHUTTERSTOCK

Si duele que nos rompan el corazón, ¿por qué nos seguimos enamorando?

Esta es una de las experiencias más repetidas en el mundo: conoces a alguien, te gusta, comienzan a salir, se enamoran, pasan un tiempo juntos, la convivencia se desgasta y al final se separan (con poco o mucho drama de por medio).

Ese momento en que la relación termina (sobre todo si la otra persona lo decide antes que tú), es sumamente doloroso. Sientes que tu corazón se rompe, y no solo en sentido figurado, de verdad puedes percibir el dolor de manera física. Todo se vuelve gris a tu alrededor. Pierdes el apetito, no tienes ganas de salir y hasta te cuesta trabajo conciliar el sueño.

Durante algún tiempo -que pueden ser días, semanas o meses- la vida pierde casi todo el sentido y nada te interesa. Sin embargo, poco a poco la tristeza va pasando y con el tiempo recuperas tu estabilidad emocional. Una vez que estás recuperado, el ciclo comienza de nuevo: conoces a otra persona y la historia se repite. ¿Por qué si el desamor duele tanto, nos volvemos a enamorar?

VICTORIA 1 / SHUTTERSTOCK

¿Necedad o perseverancia?

Si se tratara de un golpe, una cortada o una quemadura, bastaría con una o dos veces para que dejáramos de hacer aquello que nos hiere. Vamos, es una lección básica de vida desde que somos pequeños. Supongamos que se cortan un dedo por ponerlo en la navaja de un sacapuntas (no lo nieguen, les pasó de niños), es casi seguro que no repitan la acción, pues ya saben lo que ocurrirá.

Lo mismo pasa con elementos ajenos a nuestro cuerpo. Si sabemos que en determinada calle de nuestra colonia hay un perro que es muy ‘bravo’ y ataca a las personas sin razón aparente, evitaremos a toda costa transitar por ahí, pues no queremos arriesgarnos a sufrir una mordida.

Esto se debe a que cuando sufrimos una lesión, la corteza cingulada anterior de nuestro cerebro es estimulada. El cortex del cíngulo anterior, como también se le conoce a esta parte de nuestra anatomía, es la encargada de registrar el dolor, mismo que utiliza como fuente de información para avisarnos que algo o alguien es peligroso.

VLADIMIR GJORGIEV / SHUTTERSTOCK

En el amor también hay ciencia

Como ya mencionamos, las heridas físicas estimulan la corteza cerebral anterior. Curiosamente, lo mismo ocurre cuando nos sentimos excluidos, rechazados o perdemos una relación no sólo de pareja, también familiar, de amistad e incluso laboral.

Sin embargo, hay una gran diferencia entre el dolor físico y el emocional: el primero se puede aliviar con analgésicos, desinflamatorios, vendajes, compresas calientes o hasta un pequeño masaje (el clásico «sana, sana, colita de rana»); pero el segundo no. No hay una bandita para el corazón roto, ni jarabes para curar la desilusión.  

Entonces, si el desamor es una clara fuente de dolor y nuestro cerebro lo sabe, ¿por qué nos involucramos en relaciones una y otra vez? ¿Será que no aprendemos la lección y nos tropezamos de nuevo con la misma piedra? En realidad no es culpa de nadie, es consecuencia de nuestra evolución.

En el caso de los corazones rotos, aplica muy bien el refrán «Lo que no te mata, te hace más fuerte». Cualquier experiencia que aumente tu tolerancia al sufrimiento emocional, te dará más posibilidades de adaptarte mejor a tu grupo social y, por lo tanto, asegurar la supervivencia de nuestra especie.

A mayor número de relaciones de pareja, familiares, de amistad y de compañerismo que tengamos (aunque no todas sean exitosas), mayor posibilidad tendremos de fortalecer nuestros vínculos sociales. Es decir, sufriremos menos rechazo por parte nuestra comunidad y contribuiremos a su crecimiento.

PHOTOCREO MICHAL BEDNAREK / SHUTTERSTOCK

Aunque suene paradójico, los seres humanos toleramos mejor el dolor que provoca la ruptura de una relación, que aquel que viene de la exclusión social. Sentir que no encajamos en un grupo provoca mayor sufrimiento que una desilusión amorosa.

De esta manera, preferimos que nos rompan el corazón a quedarnos fuera de la sociedad. Digamos que el desamor nos hace más fuertes e incrementa nuestra posibilidad de permanecer en un grupo social. De hecho, rodearte de personas que sienten aprecio por ti (amigos, colegas o familia), es uno de los mejores remedios para aliviar un corazón roto.

VIX


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