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miércoles, 23 de diciembre de 2020

Maggie O'Farrell / La primera mano que sostuvo la mía / Reseña

 

Maggie O'Farrell


Maggie O'Farrell
La primera mano que sostuvo la mía

Marc Peig
8 de septiembre de 2018
Idioma original: inglés
Título original: The Hand That First Held Mine
Traducción: Concha Cardeñoso (edición en castellano), Marc Rubió (edición en catalán)
Año de publicación: 2010

Me acerqué a este libro con cierto recelo después de la decepción que supuso «Tiene que ser aquí». Varias personas en las que confío me lo recomendaron y, tras conocer que el número de personajes protagonistas era altamente inferior y los saltos temporales casi inexistentes (los dos principales motivos por los que la otra novela no me acabó de gustar), me decidí a leerlo. Porque a veces hay que hacer caso a los consejos y a lo que se comenta de un libro. A veces...

Entramos en el libro de manera directa, interesante, enigmática, ilusionante, pues la autora sabe cómo introducir la semilla de la curiosidad en los lectores. Así, nos encontramos con un inicio de libro altamente prometedor, con unas primeras páginas de altísima calidad literaria, con una narración limpia, intensa y rica en matices. Pasado el capítulo inicial, vemos cómo será la estructura del libro: diferentes personajes (pocos), diferentes épocas. Porque la historia que nos pretende contar la autora se bifurca en dos historias en paralelo, en diferentes espacios temporales, con capítulos intercalados y (aparentemente) similares en interés, aunque con dos temas totalmente distintos, dos tonos muy diferentes, y con incluso un vocabulario propio en cada una de ellas. Esta parte, en estructura, funciona perfectamente, pues la importancia que se da a ambas narraciones es similar, los personajes están bien equilibrados y la duración de los episodios es la adecuada para mantener la atención en la historia. Da la sensación, y es algo realmente meritorio, que estemos leyendo dos libros diferentes a la vez, y eso no nos engañemos, es algo que plantea interés pues es poco frecuente y nada fácil.

Lamentablemente, en seguida vemos un resultado desigual entre ambas partes, pues uno de los personajes principales de una de las historias es muy inverosímil, ya que, no únicamente no es creíble lo que le ocurre sino que tampoco parece que a la autora le importe, sino más bien al contrario, como si los comportamientos erráticos añadieran por sí solos las pinceladas de misterio que la autora pretende inculcar al personaje. Y cuando el lector no se cree al personaje se crea distancia. Mucha.

Otro aspecto que no me convence, aunque es algo más subjetivo, es el estilo utilizado, repleto de descripciones interminables y párrafos que aportan bien poco a la narración y ralentizan su avance a la vez que causan un aumento de desinterés en la lectura. Las grandes descripciones deberían servir para enriquecer la historia o engrandecer a los personajes, darles mayor profundidad y dotarlos de matices, pero en bastantes ocasiones solo parece que sirvan para evidenciar que la autora se siente cómoda con ellos y utiliza esas larguísimas descripciones como excusa para demostrar su riqueza lingüística y descriptiva.

La lectura del libro empieza a hacerse cuesta arriba cuando las historias van perdiendo interés, cuando uno no se cree los personajes de una de ellas y en la otra, a pesar del prometedor inicio, va también perdiendo credibilidad. La narración se mezcla constantemente con recuerdos de los protagonistas de su pasado, de su infancia, y uno avanza en la lectura creyendo que todo ello tiene una finalidad, un propósito, que todo ese pasado que la autora nos introduce con cuentagotas tiene un objetivo claro en relación a la historia. Pero vamos dudando de ello, pues abusa del recurso y tiene a causar una dispersión de la narración. Y superada la mitad del libro, lo único que impulsa a seguir leyendo es ver cómo conectará la autora las dos historias, temiendo lo peor a medida que se avanza: porque cada vez está más claro que el nexo entre ambas historias será algo irrisorio, algo que podría ser de una manera como podría ser de otra, algo puramente insustancial y superficial, una excusa como otra. Porque de hecho podrían ser dos libros separados, dos historias aisladas. Da la sensación que la autora quería escribir dos historias, y ha buscado la excusa para conectarlas, aunque de manera totalmente forzada.

Y es que a medida que uno avanza en la lectura, y superada la mitad del libro, uno lo presiente, nota que el libro avanza por cauces desbordados, que está perdiendo aquello que era en un inicio, pasando de una novela romántica interesante (en una de las partes) e intrigante y enigmática (en otra de ellas) a un sinsentido (en ambas). Y es que el desenlace (que obviamente no revelaré), es rematadamente forzado, previsible, absurdo y casi irrisorio, porque no nos engañemos, desde el primer momento somos conscientes que las historias, de algún modo van a tener un nexo común, pero en este caso, bien podrían no tenerlo y lograr el mismo resultado (de hecho, hasta lo hubiera mejorado).


He oído en algunas ocasiones que los escritores saben cómo empezar un libro, pero no siempre saben cómo los personajes «elegirán» evolucionar. Puede que sea cierto y puede incluso que lo sea en esta ocasión, porque todo va a la deriva, pero, ¡ah!, con el problema que el final sí que parece que estaba pensado y, claro, enderezar el rumbo cuando todo se ha ido al garete y hacerlo sin que se note ya es tarea demasiado compleja. Y se nota. E indigna. Y molesta. Porque los tintes folletinescos de novela de sobremesa de domingo tarde no los esperaba, y menos después de un inicio de libro que prometía: en matices, en ambiente, en tensión, en ritmo, en vocabulario, en construcción...

Visto así, podría concluir en que el libro está bien planificado, la autora sabe bien qué pretende conseguir y cree saber cómo lograrlo. Pero el resultado final no consigue llegar al nivel que inicialmente apuntaba, pues a pesar que la autora sepa nutrir las frases de perfectas descripciones, ricas en matices y correctamente elaboradas, para mí no es suficiente para lograr el interés si con esos mimbres la autora no sabe tejer una historia que convenza, en gran parte por unos personajes con los que no se consigue conectar.

Me sabe mal el resultado final del libro porque no está a la altura de lo que esperaba de la autora, alguien que me dejó con cierto regusto amargo pero que supo crear cierto interés en «Tiene que ser aquí»; este libro, anterior, está a años vista en ejecución y le sobran, tranquilamente, la mitad de los diálogos y situaciones, pues con únicamente escribir páginas y páginas no se construye un entorno que cause interés en el lector; no es solo a base de adjetivos, descripciones y párrafos insulsos que se demuestra la habilidad narrativa, sino a base de nutrir una historia con los elementos necesarios para que el mundo que se forme ante el lector sea suficientemente rico. Y lamentablemente no es el caso.


UN LIBRO AL DÍA




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