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martes, 24 de septiembre de 2019

Annie Ernaux / “Ya no hay escritores comprometidos”

Annie Ernaux

Annie Ernaux: “Ya no hay escritores comprometidos”

Literatura, política y feminismo: una conversación con la novelista francesa Annie Ernaux

Patricia de Souza
16 de marzo de 2017
Annie Ernaux, de quien en mayo se publica un nuevo libro en Cabaret Voltaire, No he salido de mi noche,nos habla de sus luchas personales, de sus revueltas,  de su estilo “popular” y libre, de su implacable visión de la sociedad francesa. Esta entrevista nos interroga sobre si se puede escribir aun sin estar conscientes de nuestro rol social como mujeres, y si la literatura está disociada de lo “real”. O qué significa escribir perteneciendo al mundo rural de Francia, qué es Frente nacional y por qué tanta gente piensa votar por él en las próximas elecciones de abril.
Annie, su trabajo parece girar en torno de la construcción de una “historia de las mujeres”, memoria de chica, de los “años pasados”, de un idioma perdido, el dialecto de tu región. En suma, es un mapa de dominación, ¿por qué esta elección, piensas que existen otras escritoras de tu generación que hayan hecho el mismo camino?
Es cierto que una gran parte de mi trabajo de escritura se funda sobre la memoria. Quiero decir que es mi instrumento de exploración de la realidad, y no la imaginación. La memoria me da acceso a aquello que he vivido desde la infancia hasta ahora, una vida de mujer, singular y al mismo tiempo muy parecida a la de todas las mujeres. Una vida que sumerge sus raíces en el mundo popular, muy distinto del que conocí cuando hice mis estudios superiores. Todo eso no ha dejado de interrogarme: la situación de las mujeres y el funcionamiento social que tienen. Existen más escritoras dedicadas al primer tema, a lo mejor porque hay menos escritoras que provienen del mundo dominado: obrero, campesino o artesanal…
Justamente, muchas veces dices que haces una suerte de “sociología” de la sociedad francesa, en ese sentido ¿estás de acuerdo con que tienes cosas en común con escritores como Michel Houellebecq y Virginie Despentes?
La diferencia entre los dos escritores y yo es que no recurro a la ficción, a la novela, no creo personajes. Escribo a partir de la realidad.
Buscaba mis modelos en otras partes, en el mundo burgués o intelectual, pero es a mi madre a quien debo mi gusto por la lectura

También has escrito: “escribo para vengar a mi raza”, ¿cómo explicar esta rabia y escribir no sería una manera de “estetizar” esta rebelión y abandonarla a una deriva un tanto superficial?   
Ese grito: “escribo para vengar a mi raza”, sucedió cuando tenía 23 años y porque sentía que existía una gran injusticia y rebelión contra la vida que llevaron mis abuelos, mis padres, toda mi familia. Yo fui la única que hizo estudios. Mi primer libro, Los armarios vacíos, es un testimonio de esta rebelión en la escritura durante mi infancia, incluso en mi adolescencia, una escritura que quería romper con el “bello estilo” a través de una sintaxis popular usando palabras que venían del dialecto. Muy pronto, reconocí una escritura diferente, más objetiva, un poco fría, pero con la misma preocupación de “hacer ver”, de “hacer sentir” realidades incómodas. La estética, para mí, es una manera de “hacer pasar” y transmitir al lector la violencia de la realidad, no de disolverla ni de borrarla.
En tu próximo libro No he salido de mi noche(Cabaret Voltaire 2017), escribes esto: Me acuerdo del tiempo en que mi madre vivía conmigo, entre setiembre y febrero, de mi crueldad inconsciente hacia ella, de mi rechazo absoluto a que sea esa mujer miedosa, aferrada a mí como una niña.” ¿En el fondo no eran ganas de ser lo opuesto de tu madre?
Durante mi infancia, quería parecerme mucho a ella, y mi madre alimentaba ese deseo, había una especie de fusión. En cambio, durante la adolescencia, quería diferenciarme de ella de todas las formas. Era una obligación por una razón importante: se trataba de una mujer de personalidad muy fuerte, pero que había abandonado la escuela a los 12 años. Buscaba mis modelos en otras partes, en el mundo burgués o intelectual. Pero es a mi madre a quien debo mi gusto por la lectura, que ella sí tenía, y me le parezco mucho más de lo que pienso, o de lo quería…
¿De alguna manera ese acceso a la educación y la “ascensión social” es el resultado de las “treinta gloriosas” como se suele llamar a la movilidad social  del estado de bienestar, como también se la conoce o hay otras razones? También dijiste en alguna entrevista que no te imaginabas a Francoise Sagan yendo a hacer sus compras en el supermercado de la esquina, ¿te parece que este tiempo de progreso social ha caducado?
Habría que relativizar las Treinta gloriosas que tendemos siempre a embellecer. Los bienes de consumo son ahora accesibles a un mayor número de gente, lo que da también la impresión de que no hay desempleo, lo cual es falso. Un ejemplo, mis primas dejaron la escuela a los 14 años, sin poder terminar, para trabajar en las fábricas. En realidad hubo un progreso social global por la vía escolar que duró hasta los años 80, etapa en que se paraliza para decaer y dejar de lado a muchas categorías de la población.
El voto por el Frente Nacional es todo menos una “sorpresa”, como se pretende hacer ver

Muchas escritoras francesas se niegan a “feminizar el lenguaje” y la Academia no acepta cambiar muchos términos masculinos en francés, ¿cómo se da en ti esta elección del lenguaje?
Honestamente no es una elección que me cueste. Feminizo los oficios, autora, doctora, profesora (por otra parte los estudiantes dicen “la prof”, desde hace años!) Es en el siglo XVII que el idioma se masculiniza fijándose, sobre todo por la creación de esa institución misógina que es la Academia de la lengua francesa. Cierto, “escritor” designa una actividad “no sexuada” (lo mismo que con profesor, etc), sin embargo, mantener este término para designar a las mujeres que escriben, significa fortalecer la idea de que la literatura es un dominio masculino. Hay que ver la lista de premios Nobel y literarios en Francia…
Las elecciones presidenciales se aproximan, siempre te has estado comprometida, ¿cómo vives esta subida del Frente nacional?
El Frente nacional está activo en Francia desde hace treinta años con un discurso anti-emigración que ha contaminado todo el país de manera insidiosa. Nunca ha “decaído” sino que ha seguido una progresión lenta, ligada al éxito que encuentra en poblaciones obreras y desempleadas, en parte por la incapacidad de los gobiernos de derecha, como de izquierda, para enfrentar el desempleo, y por otro lado, y paradójicamente, por un “olvido” de los suburbios, convertidos en el imaginario de los “blancos” en el lugar donde vive una “clase peligrosa”. El voto por el Frente Nacional es todo menos una “sorpresa”, como se pretende hacer ver. La situación ahora es sumamente peligrosa porque el último gobierno socio-liberal, el de Hollande,  decepcionó completamente. El Frente nacional, que nunca ha obtenido el poder, atrae como La solución a todo. Aunque en realidad no creo que Marine Le Pen sea presidenta esta vez. Digo “esta vez”, quizás lo sea después, en el 2022, y en caso de que el nuevo presidente no aporte cambios verdaderos. En realidad, si una nueva izquierda no surge en los cinco años que vienen, una izquierda ahora en migajas. Es mi única esperanza.
La literatura parece seguir el “aire de su época”, se somete al mercado, Vuitton se asocia a la editorial más tradicional, Gallimard, ¿qué piensas y cuál crees que es el futuro de la literatura en un momento de dominación de las redes sociales?
Puesto que nosotros los escritores somos el zócalo de la existencia de las editoriales, somos al mismo tiempo el enlace económico que no tiene voz en este capítulo, además de ser el más disperso. No existe sindicato de escritores, ni nada que se le parezca a una unidad que defienda nuestros derechos. De ahí que siempre haya sentido que asisto a lo que sucede “arriba”, dentro del liberalismo, con estupor. Por otro lado, no veo signos visibles de una crisis visible de la literatura en los últimos diez años como ha sucedido con la música y la venta de discos, ¡por lo que tengo confianza!
Piensas que las madres de las escritoras, caso Colette, Simone de Beauvoir o Duras, juegan un rol importante en el momento de elegir ser escritora, ¿tu madre, o tu padre, han sido un obstáculo?
Estoy convencida de que las madres juegan un rol importante, no solo con las hijas, sino también con los hijos, en la elección de la escritura. La mía me enseñó primero que el futuro me pertenecía, que era más importante hacer buenos estudios, leer, que coser, tejer, o ser buena ama de casa. He leído todo lo que deseaba leer. Más tarde, cuando era estudiante de letras en la facultad y que le confié que estaba escribiendo un libro, su rostro se iluminó literalmente de felicidad y me dijo textualmente: "A mí también me hubiese gustado ser escritora si hubiese sabido escribir…"
Nunca he dado garantías de una lealtad al mundo literario parisino y burgués del cual forma parte Frédéric Beigbeder

Hay dos grupos en la crítica francesa, aquellos que gustan y respetan tu trabajo, y aquellos que lo ignoran o lo rebajan. Leí una crítica  muy dura de Frédéric Beigbeder en un diario, ¿cómo asumes eso?
Esas agresiones, ¡que han disminuido de alguna manera con el tiempo!, manifiestan claramente que las mujeres no son hasta ahora legítimas en este dominio que se mantiene como el terreno natural de los hombres. Por otro lado nunca he dado garantías de una lealtad al mundo literario parisino y burgués del cual forma parte Frédéric Beigbeder.
Con el Frente nacional encabezando las encuestas, ¿cómo se explica que quienes escriben no se comprometan?
Ya no existen escritores comprometidos como fue el caso de los años 50 y 70s, que marchen al lado de un partido político, pero son muchos los que se movilizan a favor de los refugiados y emigrantes, contra las violencias policiales, o firmando peticiones. Quienes escriben pesan muy poco ante la presencia de actores y actrices y son una minoría mediática. Sobre todo que existen algunos pensadores mediáticos, escritores en algunos casos, que monopolizan el escenario con posiciones “supuestamente escandalosas”, que van en realidad en el sentido de la opinión dominante.


RIMBAUD



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