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martes, 24 de septiembre de 2019

Annie Ernaux / La chica de 1958



Annie Ernaux, la chica de 1958

BIOGRAFÍA

Annie Ernaux sigue ajustando cuentas con su propio pasado. Ahora le toca el turno a «Memoria de chica»

Laura Ferrero 

29 de diciembre de 2016

Las citas que encabezan los libros suelen ser, a menudo, un buen resumen de lo que contienen sus páginas. Annie Ernaux (Lillebonne, 1940) inaugura su «Memoria de chica» con una frase de una canción de Supertramp: «I know it sounds absurd but please tell me who I am». Este ruego, «dime quién soy, por favor», guía este libro honesto como pocos que es «Memoria de chica», el más reciente de la autora de «La vergüenza», «El acontecimiento» o »La mujer helada». Autobiográfica e intimista, la literatura de Ernaux supone siempre una suerte de reinvención del género; sus libros trascienden la dimensión personal y se convierten en el retrato colectivo de un país y de una época.
Este es también el caso de «Memoria de chica», libro en el que la Ernaux actual, la de 75 años, concentra su mirada en «la chica de 1958», a la que ha visto en muchas fotografías y de la que recuerda cuáles eran sus vestidos preferidos. Sin embargo, esa chica aún no ha leído a Proust, a Simone de Beauvoir o a Virginia Woolf. En realidad, podría ser que esa chica no fuera ella misma porque, de hecho, se llama Annie Duchesne, jamás ha abandonado su Yvetot natal, y sus habilidades sociales se resumen en un rápido: «No sabe llamar por teléfono». La pregunta es, entonces, qué queda de esa chica en la Ernaux de ahora.
El del 58, un verano en el que Dalida cantaba «Mon histoire c’est l’histoire d’un amour», llevaba años escurriéndosele de las manos a Ernaux: «La idea de morirme antes de escribir lo que desde hace tanto tiempo llevo nombrando ‘la chica del 58’ me obsesiona. Un día ya no quedará nadie para acordarse».









Todo es deseo

En aquel verano, Annie se marcha de monitora a unos campamentos. A las puertas de su mayoría de edad, todo en ella es deseo y lo que más anhela es vivir una historia de amor. Esta no se hace esperar, y la noche que va del 16 al 17 de agosto, Annie coqueteará con H., otro monitor, que acabará aprisionándola contra la pared y «lo que sigue se desarrolla como en una película X donde la "partenaire" del hombre actúa a destiempo, no sabe qué hacer porque no sabe lo que le espera».
Con una extrañeza que recuerda a la atmósfera de aquella primera noche de amor relatada en «Chesil Beach», de Ian McEwan, Ernaux relata cómo sobrevive al traumático episodio confundiendo la humillación con el amor. Posteriormente, H. la rechazará y ahí empieza la espiral obsesiva en la que la chica de 1958 hace lo posible por convertirse en merecedora de ese amor a la vez que trata de ser aceptada por los demás integrantes del campamento.

Para no morir

Ernaux logra una demoledora deconstrucción de la chica que sufrió aquel episodio: «En este domingo gris de noviembre de 2014, veo pues a la chica que he sido yo mirándole cómo le da la espalda, delante de todos, el hombre con quien se ha desnudado por primera vez». Porque en cuestión de un par de días, Annie D. se ha convertido en un objeto de desprecio en el campamento.
En definitiva, en esta poderosa «Memoria de chica» Annie Ernaux vuelve a 1958 para gritarle al pasado que ya no es esa chica. Se lo grita a ella misma y se vale de la literatura para entender y para integrar toda esa ausencia de sentido. Como dijo Nietzsche, tenemos el arte para no morir de la verdad.
ABC


RIMBAUD

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