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sábado, 11 de febrero de 2017

‘The Man in the High Castle’ contra el fascismo en Estados Unidos





Tráiler de la segunda temporada de 'The Man in The High Castle'.

‘The Man in the High Castle’ contra el fascismo en Estados Unidos

Amazon Prime Video estrena la segunda temporada de la serie basada en la novela de Philip K. Dick


Alvaro P. Ruiz de Elvira
Madrid, 11 de febrero de 2017

1962. El mundo está dividido 15 años después del final de la II Guerra Mundial. Pero no como ocurrió, sino como lo imaginó el novelista Philip K. Dick [autor del libro en el que se basa también Blade Runner] en ese mismo año en su novela El hombre en el castillo (editada por Minotauro en España). Europa, África, el norte de Sudamérica y la mitad de Estados Unidos están bajo el dominio o la influencia directa del gran Reich nazi. La costa oeste de EE UU, gran parte del sur de América y Asia pertenecen de alguna u otra forma al Imperio japonés. Sí, las potencias del Eje ganaron una contienda en la que los estadounidenses nunca participaron por el asesinato del presidente Franklin D. Roosevelt. Es un mundo dominado por el miedo en el que Estados Unidos está partido en tres: la costa oeste es japonesa, la este, nazi y el centro es un territorio neutral más parecido al salvaje oeste que a otra cosa. Es el mundo también de la serie The Man in the High Castle (sin traducción en castellano), cuyas dos primeras temporadas se pueden ver desde hoy al completo en Amazon Prime Video, con Alexa Davalos, Rufus Sewell y  Rupert Evans entre sus protagonistas.
La serie ha sido creada por el guionista y productor Frank Spotnitz (Expediente XLos Medici), aunque en la tercera temporada, que está en preparación, será Eric Overmyer (Bosch) el showrunner. "Uno de los motivos por los que quería adaptar The Man in the High Castle era porque creo que el impulso causado por el odio, el miedo y la intolerancia es, tristemente, universal y no algo restringido a Alemania durante la época nazi. Es algo que los estadounidenses en particular siempre sintieron que no les podía pasar a ellos", cuenta Spotnitz a EL PAÍS. La serie está ambientada en los Estados Unidos de los años 60 del siglo pasado, pero la apariencia es de los 50, como si el desarrollo cultural se hubiese frenado: Elvis no se convierte en una estrella musical, Kennedy nunca llega a ser presidente y Marilyn Monroe le canta a Hitler por su cumpleaños. "Lo más interesante para mí sobre esta serie es que muestra un espejo distorsionado en el que podemos vernos mejor", comenta el productor.
Tanto en la novela como en la adaptación televisiva, en la que se han creado nuevos personajes y se han cambiado situaciones, el poder tecnológico nazi es inmensamente mayor al de los japoneses. Y eso es una amenaza constante. Es un mundo fascista, en el que los judíos y los afroamericanos son perseguidos. Pero también hay un movimiento de resistencia. "Otra cosa que me intrigaba de esta historia era la dificultad en identificar a los buenos y a los malos. Gente buena puede hacer cosas terribles cuando reaccionan al miedo. Y un hombre como el personaje de Rufus Sewell, el teniente general nazi estadounidense John Smith, puede ser un padre y marido adorable, pero a la vez capaz de abrazar una ideología malvada". "En muchas formas, ya sobrepasamos mucho la trama del libro en los primeros capítulos", cuenta Spotnitz. "Es un libro maravilloso, pero es menos una narración que un conjunto de personajes atrapados en una situación. Cuando comencé a adaptar la serie, tuve que pensar con cuidado cómo preservar sus fascinantes ideas a la vez que otorgarle la deriva y el conflicto narrativo que una serie requiere".




Alexa Davalos en 'The Man in the High Castle'.
Alexa Davalos en 'The Man in the High Castle'.


La idea de Spotnitz para la serie no era situar a nazis y japoneses como malos y villanos, sino explorar las reacciones que se viven ante ideas, formas de vida y amenazas radicales. Sin citar al nuevo presidente de EE UU, Donald Trump, y preguntado por cómo su país vivió después del 11-S, Spotnitz habla sobre el miedo como idea principal:  "Es algo que distorsiona el juicio de la gente. Por eso es por lo que el terrorismo es una estrategia tan maligna, porque vuelve a la gente contra sí misma. Debemos contemplar las amenazas a nuestro modo de vida como una oportunidad para recordarnos a nosotros mismos los valores por los que luchamos tan duramente y sobre los que nuestra civilización se construyó".
El productor, estadounidense de 56 años, aunque nació en Japón, lleva varios años viviendo a medio camino entre París y Londres, donde tiene base su productora, Big Light. Vivir fuera de su país fue un activo a la hora de aproximarse a la adaptación de The Man in the High Castle: "Soy un estadounidense por los cuatro costados, pero vivir fuera de mi país me ha dado la distancia y la oportunidad de compararlo con otras culturas. Aprecio mejor cómo la gente se malinterpreta la una a la otra y cuánto se pierde en la traducción. Y también ha fortalecido mi creencia de que todos compartimos una humanidad común. Es nuestra obligación buscar y reafirmar la dignidad y los derechos de la gente en todos los contextos".

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