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martes, 30 de julio de 2019

Rutger Hauer / Qué tristeza la segunda muerte del replicante


Rutger Hauer


Rutger Hauer

Qué tristeza la segunda muerte del replicante

Rutger Hauer, el actor de “Blade Runner” se fue hace unos días. En la película, donde hacía de androide, conmovía su monólogo final. Por qué nos duele.

29 de julio de 2019
Patricia Kolesnicov
Ay, qué tristeza enorme la muerte del actor Rutger Hauer. O quizás sea mejor decir: qué tristeza la segunda muerte de ese replicante que quizás alguno recuerde que se llamaba Roy Batty, que quiso vivir y que nos enseñó a irnos con belleza. No hubiera sido poco si sólo nos hubiera dejado eso: pero nos mostró más. En el final de Blade Runner, el replicante -que tiene la cara de Hauer- sabe que perdió su pelea y enumera lo que se va con él. ¿El mundo sigue andando? Claro, pero no es igual. Esos ojos que se cierran han visto tantas cosas y se las llevan; cosas que se perderán "como lágrimas en la lluvia".
Los replicantes -se sabe- son androides casi casi humanos. Pero con duración limitada. Tienen la obsolescencia programada, como un celular, pero los sentimientos y la conciencia de sí de un humano: la ecuación no podría ser más cruel si no fuera tan parecida a la que cargamos nosotros. Como no sabemos cuando caducaremos -eso es lo que nos distingue- podemos fingir que somos eternos y dedicarnos a perder el tiempo. Batty sabe su fecha -son cuatro años- desde el día en que "nació". Igual no quiere irse, nadie quiere. Somos hermanos.

Lágrimas como lluvia




Años después. Rutger Hauer en 2011./ Reuters
Años después. Rutger Hauer en 2011./ Reuters
Quizás por eso, por lo efímero que es todo, por la angustia de no aprovecharlo o la ansiedad de tener que aprovecharlo, es que pegan las palabras de la estadounidense Lorrie Moore en su libro ¿Quién se hará cargo del hospital de ranas?, que se reeditó ahora. Ahí donde la narradora, una mujer que recuerda su vida, dice que alguna vez sintió en ella algo salvaje. "Como las ganas de un niño de escaparse, que toma envión y se frustra al mismo tiempo (...), como si esa otra vida fuera imposible y lo supiera, como un buen perro, buen perro, perro".
Lo que Charly García definía como "el sueño de sol y de un mar y una vida peligrosa".
Quedarnos, anhelar la intensidad, acurrucarnos como un buen perro para seguir acá. Y perder siempre. Eso hería en la muerte del replicante y vuelve en la de Hauer. La lluvia no se llevó las lágrimas que lloramos por vos, Roy Batty. La lluvia las hace interminables.

CLARÍN



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