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lunes, 15 de julio de 2019

El Cortijo del Fraile / El crimen sigue siendo en Almería


Cortijo del fraile


El Cortijo del Fraile: el crimen sigue siendo en Almería

Fue escenario de una de las tragedias más conocidas del siglo XX y de multitud de películas, pero ahora es el propio edificio el que está viviendo su particular desgracia por culpa del abandono.



5 DE ABRIL DE 2019

Alguien silba una melodía de una película del oeste. Una de las muchas que compuso Ennio Morricone. Pero no una cualquiera, sino el tema principal de La Muerte tenía un precio.
El silbido se funde con el viento de levante, ese que tantos dolores de cabeza es capaz de producir, y, al fondo, la naturaleza parduzca, esteparia y desnuda no trata de ocultar el abandono del histórico edificio que nos trae hasta aquí: el Cortijo del Fraile.
Construido por los frailes dominicos en el siglo XVIII, debe su nombre a estos. La desamortización de Mendizábal dejó la finca en manos privadas. El entorno no puede ser más sugestivo.
El Cortijo del Fraile: el crimen sigue siendo en Almería
El Cortijo del Fraile es, sin duda, el más universal de todos los que hay en nuestro país, ya que ningún otro ha llegado a tantos rincones del mundo a través de la pantalla. Ha sido escenario de algunos de los westerns más fabulosos jamás filmados.
Entre ellos, la Trilogía del Dólar: Por un puñado de dólares, El bueno, el feo y el malo y, la anteriormente mencionada, La muerte tenía un precio, dirigidas por Sergio Leone. Todas protagonizadas por Clint Eastwood, de quien se dice que sus pálidos ojos claros no podían soportar la fiereza del sol almeriense, lo que le obligaba a tener que mantenerlos entornados. Y, de ahí, su legendaria mirada del tipo más duro del oeste americano.
Curiosamente, forastero, aquel lejano oeste, se encuentra, realmente, al este. Más concretamente, en Almería. Dentro del Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar se ubica esta edificación que, a pesar de su estado y del paso del tiempo, es la mejor representación de cortijo señorial de esta zona y uno de los monumentos españoles que han llegado a más hogares del planeta gracias al cine y la televisión.
Muchos son los actores que pasaron por este inhóspito lugar y muchas las películas que lo han llevado por el mundo.
A pesar de ello, la historia o fama del Cortijo del Fraile no se la debe al cine, sino a un suceso que ocurrió mucho antes de que los directores pusieran su interés en este enclave, el 22 de julio de 1928.
Un atardecer en el Cortijo del Fraile
Un hecho conocido como “El Crimen de Níjar”. Ese día se celebraba la boda concertada entre Francisca Cañadas Morales, la hija pequeña y cojuela del encargado del Cortijo del Fraile, y Casimiro Pérez Pinos, un modesto jornalero. Pero dicho enlace nunca llegó a festejarse y, en su lugar, hicieron acto de presencia la huida, la venganza, el honor y la sangre.
En aquella época, y siguiendo las costumbres nupciales de los campos de Níjar, las bodas se celebraban de noche. Y la de Francisca, conocida como “Paquita la Coja”, y Casimiro, habría de ocurrir a las tres de la mañana en la iglesia de Fernán Pérez, una pedanía cercana al cortijo donde vivía la novia.
Pero la realidad era otra y Paquita, desafiando las costumbres de la época, se reveló y esa misma noche se fugó con el hombre del que estaba realmente enamorada, su primo hermano Francisco “Curro” Montes.
Iglesia de Fernán Pérez
Pero su huida, a lomos de un caballo, no llegó demasiado lejos, ya que fueron descubiertos por José Pérez -hermano de Casimiro- y su esposa Carmen Cañadas -hermana de Francisca-, y, entendiendo lo que pretendían fueron tras ellos, ya que la deshonra y la traición, en aquellos tiempo se pagaban muy caro.
A ella la intentaron estrangular y consiguió salvarse haciéndose la muerta. Y así la encontraron, medio muerta, a una hora en la que ya debía de estar casada, y, a escasos metros, el cadáver de Curro Montes, muerto de varios tiros a quemarropa.
Hoy, una cruz de cal pintada sobre un balate señala el punto exacto donde José mató a Francisco, en la vecina barriada de Los Martínez, frente al cortijo de la Capellanía.
Inma Cuesta en el rodaje de 'La novia' basada en 'Bodas de sangre'
Para disgusto de sus protagonistas, el Crimen de Níjar se convirtió en uno de los más conocidos de la crónica negra del siglo XX español. Y el Cortijo del Fraile en el símbolo de aquel drama rural propio de la España profunda.
La prensa cubrió el acontecimiento con un halo de misterio; aquel crimen que era un fiel reflejo de las duras condiciones de vida de sus protagonistas en un medio árido y aislado de otros núcleos de población, pero también de sentimientos y pasiones intensas. Lo que parecía un crimen por honor, era más bien por dinero. Francisca era la heredera del cortijo de su padre y si se casaba con Casimiro todo quedaría en familia: dos hermanas para dos hermanos.
Cuando Francisca emprendió aquella inesperada huida, jamás se hubiera imaginado que la boda de la que escapaba escribiría con la sangre de su amor verdadero su historia en las páginas de la literatura nacional.
Fue una figura femenina y silenciada durante el Franquismo, Carmen de Burgos, nacida en la vecina población de Rodalquilar y primera mujer en ser redactora de un periódico y corresponsal de guerra en España, quien, firmando como Colombine, se convirtió en la primera en publicar, en 1931, una obra inspirada en aquel hecho real acaecido en 1928.
Con Puñal de Claveles, la escritora otorgó una nueva mirada a la historia, dejando abierto el final y despojándolo de la tragedia. De esta manera, Colombine presenta un relato con una lectura feminista y un final en el que los protagonistas son lanzados hacia un futuro mejor; ya que la obra fue fruto del compromiso de la autora como activista pionera en defensa de los derechos de la mujer y su romántico relato terminaba con la fuga de una mujer que elige por sí misma su destino en contra de las normas sociales.
La Novia
En 1933, Federico García Lorca publicaba Bodas de Sangre, convirtiendo la fuga de Paca Cañadas con el hombre que amaba, en vísperas de su boda concertada con otro, en una de las obras cumbre del teatro español del siglo XX. En la famosa tragedia lorquiana, Francisca es la novia, Casimiro, el novio y Francisco Montes es Leonardo.
En aquel caluroso verano de 1928, Federico descubrió en las páginas de sucesos la crónica de aquella tragedia ocurrida dos días atrás en el campo de Níjar. "¡La prensa, qué maravilla! ¡Leed esta noticia! Es un drama difícil de inventar", llegó a comentar a sus amigos.
Y él, como Carmen de Burgos, también lo acabó reinventando. Esta vez, en clave teatral, cambiando los personajes por otros más arquetípicos -la Madre, la Novia, el Novio,…-, los disparos del cuñado por un duelo final a cuchillo entre el Novio y Leandro y sustituyendo aquel cortijo por una casa cueva granadina, en el que habita la Novia. Bodas de Sangre permitió a Lorca desplegar sus múltiples talentos artísticos y expresar sus preocupaciones más profundas.
El cortijo del Fraile se encuentra, actualmente, en un estado ruinoso
A pesar de su belleza y de haber albergado a tan inspiradores personajes y haber sido escenario cinematográfico, al Cortijo del Fraile le quedó, solamente, una aureola visible para unos pocos. A medio camino entre las pedanías de Rodalquilar y Los Albaricoques, su estado ruinoso y desatendido parece indicar que nadie se ha preocupado de él desde hace décadas, a pesar de que en 2010 fue declarado Bien de Interés Cultural con la tipología de “Sitio Histórico”.
Un año después, se desplomaron algunos muros y el edificio sufrió graves desperfectos. El riesgo de que todo pueda venirse abajo en cualquier momento es muy real y un cartel prohíbe la entrada a la edificación.
"Eran tristes los alrededores...; cortijo de secano en medio del despoblado entre los cerros chatos y pelados, sin más flora que la leña, la palma y las atochas". Así describía Carmen de Burgos la finca en su obra. Ahora, hasta la icónica palmera que presidía la fachada principal del inmueble ha desaparecido, víctima del voraz picudo rojo y de la desidia de sus propietarios.
Hoy, los protagonistas del crimen que comenzó en el Cortijo del Fraile ya han fallecido y los testigos y descendientes de la tragedia no hablan de aquello. El silencio ha reinado, desde entonces, tanto en las personas como en los lugares. Sin embargo, la vida continúa aunque nos arranquen de ella y el cortijo está ahora ahí, esperando al viajero curioso y a que se haga justicia poética con su valor arquitectónico y su singular historia.
En medio de la nada, se alza ruinoso, el cortijo del fraile

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