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martes, 7 de mayo de 2019

Georges Simenon / La nieve estaba sucia / Reseña


Georges Simenon


 Georges Simenon 
LA NIEVE ESTABA SUCIA


La ciudad ocupada por los nazis que pinta Georges Simenon en “La nieve estaba sucia” apesta. Apesta a frío, miedo, violencia, traición, injusticia y silencio. Y más en concreto, la casa en la que vive Frank está podrida e infestada de sexo nauseabundo y corrupción mugrienta. Se trata de un burdel regentado por su madre, Lotte. Un burdel lleno de lujos, calor, comida y perfume en medio de una ciudad que se muere de pena, frío, impotencia y hambre.
Resumen: No es de extrañar que en un ambiente sofocante y de asfixia, Frank sea un tipo sin escrúpulos, que se cree que está por encima del bien y el mal. Estafador, ladrón, asesino, embaucador y borracho. Georges Simenon dibuja al protagonista de esta novela como un auténtico demonio sin un ápice de ternura. Pero lo más inquietante y temible de este personaje es que parece tenerlo todo siempre controlado. Con la respuesta adecuada y el gesto correspondiente a cada situación, Frank roba, bebe, seduce y mata. Sin remordimientos ni reflexión.


Pero, ay amigo, uno al final se da de bruces con lo que más ansía… La revancha del destino llega en la segunda parte de esta novela. Mi parte favorita, porque la historia se vuelve mental, psicológica. Frank intenta penetrar en la mente de su torturador para ganar tiempo. Aunque sabe que un terrible final le acecha, se impone una disciplina de sueño y meditación admirables. Con ellas llega la redención. Después de un final redondo, sublime, uno llega a compadecerse e incluso (como le ha pasado a María B) a querer a este personaje.
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Experto en novela negra y conocido por dar vida a las aventuras del comisario Jules Maigret, hay que decir que Georges Simenon se desenvuelve de maravilla en el terreno de la “novela dura”. El realismo de esta novela recuerda mucho al de Dovstoieski en Crimen y Castigo y al de Camus en El Extranjero. Los diálogos son vivos, rápidos y significativos igual que los silencios. En la trama de esta novela todo es importante: los gestos, las miradas, incluso la temperatura y la luz. No se trata de una crítica política, ni moral. De hecho, ninguno de los personajes es absolutamente culpable ni absolutamente inocente. Creo que “La nieve estaba sucia” es una reflexión, un libro que hace pensar. Es un libro existencialista y profundo que no deja indiferente a nadie.



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