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sábado, 30 de marzo de 2019

Julio Iglesias / Días de vino, relojes y mujeres


Julio Iglesias
Marbella, 2018


Julio Iglesias

Días de vino, relojes y mujeres

La vida de conquistador del cantante resurge por testimonios de sus protagonistas. Él calla mientras intenta prolongar su carrera con tres conciertos en su agenda


Mábel Galaz
Madrid, 26 de enero de 2018

Julio Iglesias siempre ha reconocido su afición a coleccionar vino y conquistar mujeres. No le han importado las críticas que su confesión provocaba. Todo lo contrario. Por eso, incluso en una ocasión, llegó a asegurar que por su alcoba habían pasado más de 3.000 mujeres. Conforme la leyenda crecía, él la alimentaba. No solo no negaba. Con su media sonrisa dejaba abierta cualquier posibilidad al romance. Ahora Julio Iglesias observa en la distancia y en silencio cómo su vida de hace 30 años sale de nuevo a relucir. Todo porque Makoke Giaever, azafata de Mediaset en esa época y ahora exesposa de Kiko Matamoros,  tertuliano del corazón, asegura haber vivido una temporada de esos días de esplendor junto a él. Esos en los que el avión privado del cantante se llenaba de chicas dispuestas a acompañar al artista por sus giras alrededor del mundo, esos días en los que ese mismo avión estaba disponible para hacerle llegar a cualquier punto de la geografía una caja de botellas de vino recomendada por su amigo el periodista Feliciano Fidalgo. Testigo de todo aquello fue Alfredo Fraile, su mánager, su casi hermano antes de que la convivencia se tornara tan difícil que les separó para siempre. De esos tiempos ha hablado como testigo de primera fila en su libro de memorias Secretos confesables, que se convertirá en una serie de 13 capítulos en Disney Media Distribution Latin America.




Julio Iglesias, en 1974.ampliar foto
Julio Iglesias, en 1974. CORDON PRESS


“Se dijo que Julio y yo manejábamos una agenda donde aparecían los datos de las 3.000 mujeres que habían pasado por su vida, o al menos por su cama. (…) Si en aquellos años dejamos correr ese bulo fue porque en términos de marketing nos venía bien engrandecer la leyenda de Iglesias como latin lover”, cuenta Fraile en el libro. “Julio siempre tuvo debilidad por un tipo de mujer. (…) Le volvían loco las mujeres exóticas, especialmente las latinas y mucho más si estas eran modelos o azafatas. (…) Se convirtió en rutina que las cenas estuvieran presididas por tres o cuatro modelos”, ha explicado Fraile. “Era habitual que Julio invitara a multitud de chicas a pasar unos días en su casa de Miami. Por allí iban desfilando una tras otra. A veces se juntaban varias a la vez. (…) Un día podías encontrarte una Miss Argentina en ropa interior; otro día, a una azafata francesa ligera de ropa, y al día siguiente, a una modelo belga correteando desnuda junto a la piscina y agarrada de la mano de una maniquí suiza”.
Esa era la época en la que Julio Iglesias se acababa de separar de Isabel Preyslery, de llevarse consigo a Miami a sus tres hijos, Chábeli, Julio José y Enrique, preocupado por su seguridad tras el secuestro por ETA  de su padre, el doctor Julio Iglesias Puga.
“A los hijos no les gustaba que su cuarto fuera usado por las amigas de papá. Cuando iban su frase habitual era: ‘Que limpien y desinfecten las habitaciones’. No querían que se repitiera la sorpresa que un día se llevo Chábeli, quien tropezó con un tanga tirado en un rincón del dormitorio”, recuerda Fraile. Al final los niños se mudaron a otra casa en la misma ciudad estadounidense, acompañados de su abuela y una tata.




Julio Iglesias celebrando la Nochevieja en 1985.ampliar foto
Julio Iglesias celebrando la Nochevieja en 1985. WIREIMAGE


Los romances de Julio Iglesias duraban poco. “No hubo 3.000, ni 2.000, ni 1.000, ni 500... Es una exageración”, ha precisado Fraile al recordar esos tiempos. Él lo sabe bien porque era además el encargado de sellar el adiós con un reloj Cartier. “En Puerto Rico teníamos un amigo que era el delegado de Cartier. Un día Julio me dijo: ‘Dile que me traiga un reloj porque se lo quiero regalar a esta chica’. Después llegaron otros seis y otros seis más… Los guardaba en la mesilla de noche”.
Esta semana Miranda Rijnsburger, la mujer que lleva junto a Julio Iglesias más de 20 años, con quien se casó hace ocho años y con la que ha tenido cinco hijos, ha hablado de esa época del cantante a la revista ¡Hola!. “Yo lo sé casi todo de la vida de Julio y esto no me preocupa para nada. Yo le conocí en el 90. Pueden hablar todo lo que quieran”, ha dicho. Ella, entonces modelo, también conoció al cantante en un aeropuerto y se subió a su avión como muchas otras chicas, pero al final de la gira se quedó para siempre.
Julio asegura que no se imagina la vida sin Miranda pero lo cierto es que su día a día muchas veces transcurre a miles de kilómetros de distancia. El artista prefiere el sol de Bahamas y ella la vida de Miami o Europa, pero se visitan con frecuencia. En vacaciones a veces también toman caminos diferentes. La última Navidad, Miranda y sus hijos estuvieron en su finca de Ojén (Málaga) pero Julio Iglesias prefirió quedarse en el Caribe. Ella lo excusó con el argumento de que prepara nuevas actuaciones. A sus 75 años, Iglesias lucha por seguir en el escenario porque sin él no entiende la vida. “Cuando era joven pensé que la vida era para siempre. Que podía pararla”, dijo a EL PAÍS el pasado 2 de octubre en Dubái durante un concierto. Ahora intenta que el tren no se detenga. Sus problemas de espalda le impiden seguir el ritmo que le gustaría. Los días 15, 18 y 21 de febrero se subirá de nuevo a las tablas en conciertos programados en tres ciudades de Tejas. Es su manera de intentar que su vida, siga de alguna manera, igual.

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