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jueves, 10 de enero de 2019

‘La generación’ / La historia del último ‘boom’ de la literatura española

Cristina Morales, Lucía Baskaran y Aixa de la Cruz, retratadas esta semana en Barcelona, San Sebastián y Valencia 


‘La generación’: historia del último ‘boom’ de la literatura española

Una ola de autores nacidos en los ochenta y noventa, con una arrolladora presencia de mujeres y una prosa impulsada por la reflexión sobre el género, invade las librerías


Antonio J. Rodríguez
5 de enero de 2019

De Lectura fácil (Anagrama), que obtuvo el último Premio Herralde de Novela, se cuenta que antes del reconocimiento su destino fue otro. El libro lo contrató un gran grupo editorial, que nunca lo publicó tras la negativa de su autora a admitir ciertos cambios. Cristina Morales (Granada, 1985) no desmiente el hecho, pero admite que una serie de condicionamientos legales le impiden profundizar en esta historia. “Hay un problema general de censura”, dice, “es una censura por parte de mercado editorial hacia ciertos temas, y una censura a posteriori, la de jueces y fiscales. El primer obstáculo de un escritor es el propio código penal”.
El final feliz de Lectura fácil también ha servido para probar una intuición que venía sobrevolando el panorama editorial español: la confirmación de una nueva sensibilidad generacional entre los escritores nacidos en los ochenta y noventa, donde se da una arrolladora presencia de mujeres, cuya escritura, además, ha sido impulsada en tiempos de reflexión sobre el género.
Para estas escritoras, la producción literaria a menudo aparece ligada a un contexto de precariedad laboral (“una es experta en recibir noes”, dice Morales). Y a diferencia de la generación literaria al uso, tampoco se trata de una constelación de firmas que orbite alrededor de un único género, sino que fluye por el periodismo, la no ficción, la novela o la poesía. Títulos recientes y varias de las novedades que aparecerán este año cristalizan esta nueva escena de la literatura española, que se escribe fundamentalmente en femenino. No es, pues, otra generación, sino La generación, si se permiten las cursivas.
Tras agotar varias ediciones de su poemario Cuaderno de campo, la escritora y veterinaria María Sánchez (Córdoba, 1989) publica Tierra de mujeres, libro cuya idea seminal, en palabras de la autora, es “la deuda histórica con todas las mujeres” de su familia. El ensayo, que saldrá en febrero en Seix Barral, propone dar voz a las silenciadas en los campos españoles. “Para mí”, dice Sánchez, cuyo trabajo es asesorar a ganaderos, “el medio rural tiene nombre de mujer y es con el feminismo con el que llegaremos a una soberanía alimentaria, a economías transformadoras, a otros movimientos sociales y a otro tipo de vida y de formas de consumo”.











Autorretrato de Paula Bonet.ampliar foto
Autorretrato de Paula Bonet.


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Para Lucía Baskaran (Zarautz, 1988), la construcción de la identidad femenina y la violencia que padecen los cuerpos leídos como “mujer” conforman el hilo que une sus dos obras: Partir (Expediciones Polares) y Cuerpos malditos, que verá la luz en 2019 en Temas de Hoy. La escritora admite que la rúbrica del feminismo en la literatura encierra un problema: “Etiquetar de feminista una obra escrita por una mujer solo por el hecho de que sus personajes femeninos sean complejos es una trampa, tal y como lo es la etiqueta literatura femenina. Son términos que me molestan porque se está explicitando que hay una literatura a secas, la universal, que es la producida por hombres, y la otra, la que escribimos las mujeres, dirigida solo a nosotras”.
En la duda respecto a la bienvenida acrítica de la etiqueta feminista abunda la escritora y periodista Sabina Urraca (San Sebastián, 1984), autora de Las niñas prodigio (Fulgencio Pimentel): “Mientras mis colegas hombres eran invitados a hablar de su literatura, a mí y a muchas colegas solo se nos pregunta sobre escribir siendo mujeres y poco sobre lo que escribíamos. Me sentía usada de forma oportunista, aprovechando la viralidad del asunto”.
Llegados a este punto, la pregunta es inevitable: ¿y dónde están ellos? “Sobre lo masculino en España ha habido una influencia demasiado pesada de los puros y las putas, y esa idea ha permeado de forma nociva en nuevos escritores. Hay bastante emulación de un discurso que es insuficiente”, responde Marcel Ventura, director editorial de Temas de Hoy, sello que se reinventa para acercarse a un público joven, con autoras en cartera para este año como Alejandra Parejo (Mallorca, 1989) o Elisa Levi (Madrid, 1994).


Aixa de la Cruz

Desconexión

Que la industria editorial lleva años apostando por escritores nacidos en los ochenta es innegable. Con una trayectoria literaria de más de una década, Aixa de la Cruz (Bilbao, 1988) es una prueba: “He notado una gran desconexión con un sector de mi generación al que solía seguir y leer con mucho interés, pero que de pronto, y coincidiendo con que se alinean en ese frente de reacción a las perspectivas de género, ya no me interpelan”.
De la Cruz no está sola: la lista de nombres cuya obra refleja esas inquietudes generacionales es amplia y cada vez más reconocida: Berta García Faet —último Premio Nacional de Poesía Joven—, Noemí López Trujillo —que este año publicará un ensayo con Capitán Swing— o Elena Medel —la primera poeta de su generación en despuntar y cuyo trabajo como editora ha dado voz a muchas de estas autoras—. De manera más o menos obvia, existe en todas estas firmas una confrontación no solo con buena parte de la tradición literaria española, sino también contra aquellas voces contemporáneas en donde resuenan ciertos ecos reaccionarios. “Ese enfrentamiento”, opina Morales, “era necesario”.






LA VENTAJA COMERCIAL DE UNA VOZ FEMENINA


Mónica Carmona, agente literaria que representa a varias escritoras jóvenes de éxito, admite los vientos favorables del mercado: “He asistido a reuniones en las que, ante propuestas de publicación de dos autores de talento similar, la voz femenina cuenta con mayor interés comercial y por lo tanto más apuesta editorial”.
En el catálogo de Carmona, que durante años trabajó como editora, se encuentran nombres como Paula Bonet (Vila-Real, 1980), que desde la ilustración ha impulsado varios trabajos de trasfondo literario —el último es Roedores (Literatura Random House), en el que narra su experiencia de haber pasado por dos abortos— Rosa Moncayo (Mallorca, 1993), autora de Dog Café (Expediciones Polares) o Ana Llurba (Córdoba, Argentina, 1980), que el pasado otoño publicó La puerta del cielo (Aristas Martínez), una historia de ciencia ficción de tintes religiosos.
EL PAÍS

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