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jueves, 25 de octubre de 2018

Yaa Gyasi / 'La segregación racial no ha terminado'


Yaa Gyasi

'La segregación racial no ha terminado'

Entrevista a Yaa Gyasi, autora ghanesa-estadounidense, sobre su novela debut: 'Volver a casa'.

Por: Andrea Uribe Yepes
21 de enero 2018 , 10:00 a.m.

Cuando tenía dos años, en un avión que partió de Ghana hacia Estados Unidos, Yaa Gyasi (1989) recibió la tercera de las etiquetas que la seguirían siempre: mujer, negra, inmigrante. Su padre, un profesor de literatura africana francófona, había decidido que Estados Unidos era el lugar para continuar su carrera y se llevó a su familia a un viaje que empezó en Ohio y pasó por Illinois y Tennessee antes de llegar a Alabama. Las cosas que acompañaron a Gyasi en este recorrido fueron los libros de la biblioteca de su familia y cientos de preguntas que después surgirían sobre su identidad. ¿Dónde estaba exactamente su hogar? Todavía no lo sabe del todo.

Buscando resolver esas preguntas y tal vez siguiendo la premisa de Toni Morrison, que un día dijo: “Si hay un libro que quieres leer y no ha sido escrito aún, debes escribirlo”, Yaa Gyasi publicó Volver a casa. Una novela que tiene lugar entre la actual República de Ghana, en el suroccidente de África, y Estados Unidos, y cuenta la historia de dos hermanas y su descendencia, desde el siglo XVIII hasta el presente. Un libro que muestra la cotidianidad, el amor filial y el peso de la historia, en medio de problemáticas como la trata de esclavos, la segregación, la lucha por los derechos civiles e incluso la vida en el Harlem de principios del siglo XX. Una genealogía tras la cual los lectores llegan a una idea: lo que somos hoy, lo somos por lo que hicieron y fueron nuestros antepasados. 

Gyasi forma parte de ese grupo de escritoras afrodescendientes como Morrison, Zadie Smith, Taiye Selasi y Chimamanda Ngozi Adichie que están tomando la literatura como herramienta de memoria para trazar las líneas históricas y los viajes de sus antepasados. 


¿Por qué es tan importante en su carrera el libro Song of Solomon, de Toni Morrison?

Es un libro que amo. Lo leí cuando tenía 17 años y fue una revelación. Era la primera vez, además, que leía a una mujer negra. Es un libro de una belleza única, y el hecho de haber sido escrito por alguien que lucía como yo me influyó mucho. Solidificó mi deseo de ser escritora al hacerme entender que nosotras podíamos serlo.


Usted llegó de dos años a Estados Unidos y vivió en Ohio, Illinois y Tennessee antes de asentarse en Alabama. ¿Cree que tantos cambios de ciudad marcaron su escritura?

Haber vivido en tantas ciudades me ha hecho entender que, sin importar el lugar, las personas van a luchar por las mismas cosas: el bienestar de ellos y de sus familias. Mi libro, Volver a casa, está muy influenciado por cada espacio, pero sobre todo por la premisa de que el lugar de donde somos informa sobre cómo somos y por qué pensamos lo que pensamos.


¿Cuál es su relación con el concepto de hogar?

Me siento muy americana, no tengo memoria real de mis dos primeros años vividos en Ghana, pero al mismo tiempo entiendo que mi condición americana no es total, que siempre seré de dos lugares. Haciendo este libro me di cuenta de que quiero ser parte de las dos identidades: soy ghanesa y americana.


Dice que sus papás eran grandes contadores de historias, ¿eso fue importante al decidir ser escritora?

Primero, ambos son muy buenos contando anécdotas. Segundo, siempre tuvimos libros en casa. Estos dos hechos hicieron que, consciente o inconscientemente, tuviera la vida de escritora como algo posible. Para mí, escribir tiene que ver mucho con leer; siempre amé los libros y, como nos mudábamos tanto, fue la forma que encontré para habitar la consciencia de otras personas y entender cómo piensan los seres humanos. Esas son lecciones que todavía me ayudan hoy.
Haciendo este libro me di cuenta de que quiero ser parte de las dos identidades: soy ghanesa y americana
¿Cómo decidió lo que quería contar en su primera novela?

La historia llegó en un paseo que tomé en el Cape Coast Castle, en Ghana. El castillo es muy lindo en la parte superior, grande, blanco y con vistas al mar. Luego nos hablaron de cómo los soldados que vivían allí se casaban con las mujeres de las comunidades cercanas y esa información era nueva para mí. Me dio muchas ideas. Pero cuando realmente supe cuál era la historia que quería contar fue al ver los calabozos –que todavía conservan el olor– donde guardaban a los esclavos antes de embarcarlos. Ahí me detuve a pensar en cómo mujeres libres negras ahora caminan por donde alguna vez estuvieron mujeres prisioneras, y supe de inmediato que quería escribir sobre eso. 

¿Cómo fue la sensación de estar en Ghana investigando para el libro?

Estaba muy abrumada y poco preparada. Fue la primera vez que hacía investigación para ficción y no sabía bien dónde pararme. El viaje fue muy exploratorio para mí, un poco resolviendo cosas mientras las vivía. No sé si lo haría de la misma manera ahora, pero en su momento fue una experiencia increíble y muy fructífera.


¿En este viaje sintió que estaba volviendo a casa, o que estaba dejando su casa?

Sentía que estaba yendo a casa en muchas formas. Solo había estado ahí una vez antes, con mi familia, cuando tenía 11 años, y había compartido mucho tiempo con mi familia extendida. En el viaje de investigación sentía que estaba volviendo a ellos y a un lugar que ya conocía.

Yaa Gyasi

'Volver a casa', Yaa Gyasi.
Foto:
¿Recurrió a la historia de su familia para el libro?

No hice ninguna investigación al respecto y tampoco sé si mis padres saben mucho. Realmente nadie habla sobre mi pasado familiar. No quise indagar demasiado porque quería que el libro fuera ficción y, si encaminaba la investigación hacia mi propia historia, hubiese resultado una novela muy distinta. 

¿Qué autores fueron importantes como referentes para Volver a casa?

El que más influyó fue Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez. Lo leí justo antes de empezar a escribir y creo que, al ser un libro tan ambicioso y multigeneracional, se convirtió en una referencia vital. Es una novela en la que se ve a un autor divertido e inteligente que se permite tomar decisiones que pueden poner incómodos a los lectores. También recurrí mucho a James Baldwin porque me recuerda que el trabajo siempre puede ser intelectualmente riguroso y al mismo tiempo interesante y tranquilo de leer.

¿El carácter universal de Cien años de soledad ayudó con la decisión de su ambiciosa línea de tiempo?


Creo que el hecho de ver una línea de tiempo desordenada y amplia como en Cien años de soledad me hizo entender que estaba bien usar tantos años como creyera necesarios. 

¿Por qué era importante contar la historia en varias generaciones?

Una de las razones es porque, especialmente en Estados Unidos, cuando hablamos de esclavitud se piensa siempre como algo que pasó hace mucho tiempo y no tiene incidencia hoy. Pero si rastreamos la esclavitud y el colonialismo, y se cuenta su influencia en un gran periodo, es más fácil ver cómo tiene un impacto duradero. Al abarcar muchas generaciones es más fácil entender que la esclavitud no fue un hecho que sucedió y terminó y todo volvió a la normalidad, sino que nos dejó residuos.
El que más influyó fue Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez. Lo leí justo antes de empezar a escribir.

Precisamente, algo que usted quería lograr con el libro era que se entendiera que la esclavitud aún tiene incidencia.

Si miras los colegios de hoy, encuentras que son más segregados que en los años 70. ¿Cómo puede pasar esto? Creo que la gente pierde la noción de que cuando la esclavitud acabó, el racismo no terminó con ella y que siguen existiendo comportamientos de discriminación. El hecho de haber tenido leyes de segregación residencial, educativa, incluso de transporte, nos marcaron mucho. Y nada de eso ha terminado. Simplemente hay más discreción. Las tensiones raciales son las que hacen estos libros necesarios. Estoy feliz de sumar mi voz y afirmar que estas problemáticas no son nuevas.


Ha dicho que Volver a casa es el libro que siempre quiso leer, ¿por qué?

Cuando era joven tenía muchas preguntas sobre mi lugar en Estados Unidos, sobre la identidad y lo que significaba ser ghanesa o americana. Una de las razones para escribir este libro fue tratar de reconciliar estas dos partes de mí y entender cómo estaban conectadas. Cuando niña no tuve la posibilidad de leer una historia así, y hubiera sido muy útil. 

*Yaa Gyasi hablará en el Hay Festival el 27 de enero, a las 5:30 p.m. Hotel Sofitel

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