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martes, 6 de junio de 2000

Sergio Pitol / "La realidad es siempre más rica que cualquier anhelo de reproducirla"


Sergio Pitol: "La realidad es siempre más rica que cualquier anhelo de reproducirla"


El escritor mexicano habló en Barcelona con su editor de su próxima novela


JUAN JOSÉ NAVARRO ARISA
Barcelona 6 JUN 1984

El escritor mexicano Sergio Pitol, que actualmente ocupa el cargo de embajador de su país en Checoslovaquia, no es un forastero en Barcelona, donde residió tres años entre 1969 y 1972. Pitol regresó a Barcelona el pasado viernes para ver a su editor y a algunos de los numerosos amigos que dejó en esta ciudad, en la que su fascinación por las culturas fronterizas, el plurilingüísmo y la contraposición entre los enigmas y las evidencias de la realidad encuentran siempre nuevos acicates. Y no será nada sorprendente constatar que este escritor que tradujo a Henry James tuviera un percance digno del escritor norteamericano: pese a ser un buen conocedor de Barcelona, buscó sin reconocer la casa donde había vivido.
"Hay un cuento de mi último libro, Vals de Mefisto, que sucede en el Palau de la Música Catalana", comenta Sergio Pitol, "y su atmósfera tiende a ligar el modernismo, el romanticismo y la arquitectura de esta ciudad. Ahora, en esta visita, he vuelto ser susceptible a esta arquitectura, a sus hierros; me gusta mucho el tratamiento del hierro en la arquitectura modernista: en Barcelona hay una arquitectura que fue precursora, que implicó lo que seria la gran arquitectura posterior". Sergio Pitol es un excelente conocedor de Barcelona, adonde llegó en 1969 con la idea de quedarse durante dos semanas y seguir viaje a Londres, donde tenía una oferta de trabajo. Entonces acababa de dimitir de su cargo de agregado cultural en Belgrado por disconformidad con determinados aspectos de la política interior de mi país" (la violenta represión de un motín estudiantil en 1968, ordenada por el entonces presidente mexicano Gustavo Díaz Ordaz). Las dos semanas se convirtieron en más de tres años, en parte gracias a una buena acogida y en parte a causa del intenso ambiente literario y cultural que se respiraba en Barcelona "en aquellos tiempos, que por otro lado eran políticamente tan antipáticos".
En Barcelona, Sergio Pitol tuvo tiempo de escribir dos libros de narraciones publicados por Barral y Tusquets. En esta última editorial dirigió la colección Heterodoxos y al mismo tiempo se dedicó intensamente a la traducción, con las versiones españolas de autores como Henry James, Joseph Conrad, Jane Austen o Witold Gombrowicz. "Yo soy particularmente sensitivo a las ciudades", cuenta; "por ejemplo, Barcelona y Viena son ciudades cargadísimas; son dos de las grandes capitales donde nació el Art Nouveau, ciudades musicales y cargadas de literatura. Praga también es así, pero el centro es laberíntico, lleno de calles largas y estrechas donde no pasa nadie, de manera que uno lo asocia en seguida con Kafka, se ve que Kafka pudo surgir de allí".
Además de las ciudades, un gran acicate literario para Sergio Pitol son las culturas fronterizas, los lugares donde se produce un encuentro de culturas y de lenguas. Como Barcelona, como Praga. "Un encuentro de idiomas siempre significa contacto o enfrentamiento de cosas mucho más misteriosas; esto conduce a un sentido de la literatura en el que nunca es posible expresarse hasta el fondo, ya que siempre queda la otra parte".
Sergio Pitol -qué expresa su admiración por una variada gama de escritores, desde Joseph Conrad a Henry James, a los que ha traducido, hasta Borges, Carpentier y clásicos españoles como Pérez Galdós o Tirso de Molina- está ahora a punto de terminar una novela cuya inspiración le llegó precisamente leyendo una comedia de Tirso, La huerta de Juan Fernández. "Me estimuló, mucho esa comedia, porque en ella hay una obsesión por el disfraz, por el cambio de personalidades", cuenta.
"La novela que estoy terminando ahora sucede en México el año 1942. Entonces, México acababa de declarar la guerra a las potencias del Eje, y ello propició un pacto político interior y una apertura a los refugiados de todo el mundo, de manera que México, que entonces era una ciudad pequeña, se llenó de gentes que iban desde Trotsky al rey Carol de Rumanía. Naturalmente, esto produjo una mezcla de mundos, lenguas, personalidades y niveles de la realidad muy fecunda para la búsqueda literaria, pues la realidad es siempre mucho más compleja que cualquier, anhelo de reproducirla".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 6 de junio de 1984
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