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martes, 30 de mayo de 2017

Polanski / La venus de las pieles / En mitad de una tormenta


roman Polanski

LA VENUS DE LAS PIELES

EN MITAD DE UNA TORMENTA



En mitad de una tormenta, una actriz entra en un antiguo teatro situado en una desierta calle parisina. En su interior Thomas, el director de escena, se lamenta por teléfono al no haber encontrado entre todas las candidatas a la mujer adecuada para el papel protagonista de la obra que está preparando, una adaptación teatral del polémico libro La Venus de las pieles (La Vénus à la fourrure) de Leopold von Sacher-Masoch, autor que, gracias a esta obra, acabaría dando nombre al término “masoquismo”. La actriz, vulgar y grosera, desmaquillada y mascando chicle de forma obscena, ha llegado tarde al horario de audiciones; sin embargo, acaba teniendo la oportunidad de interpretar una escena de la obra, y ante los ojos de Thomas se transforma en un ser sofisticado, atractivo y sensual, que acaba por hipnotizar e incluso obsesionar al propio director de escena.

Si en Un dios salvaje (Carnage, 2011), el director ya recurría a una obra de teatro de Yasmina Reza que encerraba a cuatro personas dentro de un espacio reducido y desmoronaba sus modales y principios sociales a través de un enfrentamiento verbal entre ellos, en esta película vuelve a recurrir a un texto teatral, en este caso uno del dramaturgo David Ives, para poner en escena la misma premisa. Unos individuos desconocidos comienzan una conversación con la intención de llegar a un acuerdo (en este caso la contratación de la actriz) y lentamente empiezan a aflorar sus verdaderas personalidades a través de situaciones perversas y ridículas. Sin embargo, La Venus de las pieles no tiene tanto que ver con Un dios salvaje como con Lunas de hiel (Bitter Moon, Roman Polanski, 1992) por ser ambas un estudio de las relaciones de poder que pasan por la dominación, la sumisión y, eventualmente, el amor.

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Como ocurre en la obra teatral en la cual se basa la película, el director Roman Polanski recurre al mayor minimalismo de su carrera artística al ofrecernos un relato para el cual únicamente necesita dos actores y un escenario con muy pocos elementos. En este caso, el protagonista masculino es Mathieu Amalric, conocido por sus papeles en Cosmopolis (David Cronenberg, 2012) o Quantum of Solace (Marc Foster, 2008), mientras quien le da la réplica en pantalla y en la historia es Emmanuelle Seigner, conocida por haber trabajado en tres otros trabajos de su actual marido, el propio Polanski, y por ya haber compartido cartel con Amalric en la multipremiada La escafandra y la mariposa (Le scaphandre et le papillon, Julian Schnabel, 2007). Es bastante difícil no notar un cierto pavoneo por parte de Polanskial convertir a su mujer en la mismísima diosa Venus, quien desciende de los cielos para vengarse de aquellos hombres que se vanaglorian de utilizar a las mujeres como sus objetos de inspiración artística.


LA VENUS DE LAS PIELES NO ES SIMPLEMENTE UNA REPRODUCCIÓN CINEMATOGRÁFICA DE UNA REPRESENTACIÓN TEATRAL.




El cine ofrece en este caso un grado mayor de proximidad y empatía con los personajes, jugando con sus posiciones y sus movimientos. La química que se crea entre ambos actores es realmente insólita, y tremendamente necesaria cuando se trata de establecer el muy entretenido juego de dobles personalidades. A lo largo de la película, los protagonistas se sumergen en la obra que adaptan, llegando a confundir la realidad con la ficción, el dominante con el sumiso, el que da órdenes con el que las recibe, el creador con su musa e incluso el hombre con la mujer.

FIN DE LA HISTORIA


DE OTROS MUNDOS
El triángulo amoroso entre Roman Polanski, Eva Green y Emmanuelle Seigner



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