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viernes, 9 de septiembre de 2016

Roald Dahl cumple cien años en plena forma

Roald Dahl
Ilustración de Fernando Vicente

Roald Dahl cumple cien años 

en plena forma

Nuevas ediciones y adaptaciones mantienen encendido el fuego de su obra un siglo después de su nacimiento





JORGE MORLA
Madrid 9 SEP 2016 - 07:09 COT



Un chico pobre recibe de su abuelo una tableta de chocolate por su cumpleaños, y en la otra punta del mismo universo un niño escapa de la muerte de sus padres a través de un melocotón. Todos sabemos que se llaman Charlie y James, igual que sabemos que la joven con poderes telequinéticos se llama Matilda. Dentro del cuerpo de Roald Dahl (Cardiff, 1916- Oxford, 1990) palpitaba un tizón incombustible, un ascua que le llevó a obviar la universidad y hacerse explorador a los 18 años, a alistarse en la Royal Air Force inglesa a los 23, a enamorarse de lo primero que vio tras ocho semanas de ceguera después de sufrir un accidente de aviación: su enfermera. También habitaba una fragua, de la que salieron personajes inolvidables que poblaron y pueblan millones de infancias. El próximo 13 de septiembre se cumple un siglo del nacimiento de un hombre al que le gustaba trastear, y que nos ayudó a todos con sus libros a jugar un poco mejor.

Fue el escritor británico Cecil Scott Forester el que le incitó a escribir su primer relato, Pan comido, como consecuencia de sus experiencias en la guerra. Un relato maduro que inauguró una escritura que iría derivando hacia la literatura juvenil: Matilda, Charlie, Danny el campeón del mundo... todos protagonizan lecturas primerizas sobre chavales indómitos y curiosos que se rebelan contra el orden kafkiano de los adultos. “Sus personajes son una metáfora que desactiva el mundo de los mayores, exponiendo sus contradicciones”, explica Gonzalo Puerta, experto en literatura infantil, que ve en los protagonistas de Dahl una pieza fundamental para conectar con los lectores más jóvenes. Pero aunque a la posteridad ha pasado como un escritor juvenil, no es esa la única parte de su obra que podemos rescatar en su centenario.



Escritor adulto

Diego Moreno, editor de Nórdica, confiesa que una de sus metas cuando se metió a editor era “reivindicar la parte adulta de Dahl, un aspecto del escritor eclipsado por su producción juvenil, pero a la que el propio autor daba mucha importancia”. De hecho, según Jeremy Treglown, biógrafo y editor de Dahl, una parte del escritor siempre se resintió de haber alcanzado la fama como autor juvenil. Aunque son sus libros juveniles y sus protagonistas infantiles los que más a fuego tenemos grabados en la memoria, el galés es también un prolífico autor de obra adulta que incluye tres novelas y varios escritos autobiográficos. Sus cuentos reunidos, 48 en total, los publica ahora Anagrama con motivo de su centenario. También Nórdica reedita juntos La cata y El librero, dos de los relatos de Dahl, acompañados de un opúsculo de la escritora estadounidense Joyce Carol Oates sobre el trabajo adulto del autor de Matilda.

Luces y sombras.

“Sus historias pueden verse como ingeniosas variaciones de los cuentos de los Hermanos Grimm”, escribe sobre sus cuentos Oates, que introduce a Dahl en la exclusiva lista de autores “moralistas satíricos, que blanden el idioma inglés como un instrumento quirúrgico con el que desollar, diseccionar y exponer la estupidez humana”. Sin embargo, la autora le recrimina a la obra breve del escritor un cierto viraje hacia la mecánica, explotadas ya sus experiencias íntimas en sus primeros relatos, llegando a compararlos con una máquina de cuentos manufacturados que aparece en un relato del propio Dahl. Es más, Oates indaga en la psicología del escritor a través de sus escritos sobre mujeres, sexualidad reprimida o las experiencias sexuales de sus protagonistas de forma nada condescendiente, y reprocha que las mujeres de Dahl sean ejemplares especialmente grotescos. «La señora Ponsonby, tan increíblemente bajita, achaparrada y rígida…»; «Abrió la puerta la mujer más enorme que haya visto en mi vida. He visto mujeres gigantes en circos (…) Nadie tan absolutamente repugnante ». Oates llega a afirmar que estos retratos misóginos deben ser autorretratos del alma deforme de un misógino, ya que sacan a la luz una estremecedora repulsión que apenas es capaz de contener.








HERMANO ILUSTRADOR

Imágenes de Blake para 'Charlie...' y 'Matilda'

Si hay alguien cuya obra es indisoluble de la de Dahl, ese es el ilustrador británico Quentin Blake. “Ambos tenían mucho en común: eran maestros de un tono casi caricaturesco. Con cuatro pinceladas, Roald Dahl pintaba un personaje. Y con cuatro pinceladas, literalmente, Blake lo trasladaba al papel. Ambos eran muy irónicos, ácidos. Mordaces pero profundos. Por eso hacían tan buenas migas”, cuenta Federico Delicado, que ha ilustrado el relato El librero (Nórdica). “Eran dos personas muy expresionistas, capaces de decir mucho con muy poco".
“Era como si lo que el escribiera fuera lo que yo dibujaba, el mismo grado de comedia y exageración”, llegó a decir Blake de sus colaboraciones. Tomando prestada la ironía del escritor, Blake llegó a calificar a Dahl como “peligroso”, por cuanto que trataba a los jóvenes como a gente que supiera de qué iba el mundo.

Roald Dahl nos daba chocolates, pero también tenía mucho ácido en la sangre. Como dice un personaje femenino en el relato Mi querida esposa: “Soy una mala persona. Igual que tú lo eres en secreto. Por eso nos llevamos tan bien”.

Cine

Si hay un autor moderno hermanado con el cine, ese es Roald Dahl. Además de convertir en guiones  dos de las novelas de Ian Fleming (Incluyendo, sí,Solo se vive dos veces, de James Bond), y de que series como SuspenseAlfred Hitchcock presenta adaptaran algunos de sus relatos, la primera gran conversión de la obra de Dahl al cine fue, como no podía ser de otra manera,Charlie y la fábrica de chocolate. En 1971, el libro pasó (mutatis mutandi) a la gran pantalla como Willy Wonka & the Chocolate Factory. Dahl, decepcionado por el cambio de eje que se ejerció en la cinta, dando más protagonismo a Willy Wonka (El recientemente fallecido Gene Wilder) que al propio Charlie, se negó a que se hicieran más adaptaciones del libro mientras siguiera con vida (ya sin él, llegó en 2005 la versión de Tim Burton protagonizada por Johnny Depp).
Tras esa primera incursión llegaría Danny, el campeón del mundo (protagonizada en 1989 por Jeremy Irons), Punto de ruptura (Telefilm de 1989), La maldición de las brujas (en 1990, con Anjelica Huston y Mr Bean), James y el melocotón gigante (Dirigida por el director de Pesadilla antes de Navidad, Henry Selick, en 1996); Matilda (de y con Danny de Vito). Y, ya en este milenio, la mencionadaCharlie y la fábrica de chocolate o El Superzorro (Fantastic Mr Fox) que Wes Anderson dirigió en 2009. También, Steven Spielberg adaptó El gran gigante bonachón en la película (Mi amigo el gigante) que acaba de caerse de las carteleras (y que ya tuvo en 1989 una primera adaptación animada).

“De la opinión del escritor de sus adaptaciones tenemos sus propias reacciones en vida: no le gustaron”, cuenta el crítico de cine Jordi Costa. “Pero, independientemente de lo contento o no que quedara con las adaptaciones, la verdad es que su originalidad pervivía. Por mucho que lo traicionaran los cineastas, algo queda, por eso creo que no hay adaptaciones que se puedan llamar malas de las obras de Dahl. Además, es curioso ver cómo cineastas consagrados, como Tim Burton o Steven Spielberg, aportan su propia visión a su mundo. En el caso de Wes Anderson, ves perfectamente que es alguien que creció leyéndolo: ves alsuperzorro, sí, pero también ves al propio Anderson de pequeño, leyendo El Superzorro. Es como si le devolviera el favor”.

Las películas que adaptan sus libros han recaudado más de 750 millones de dólares (660 millones de euros). Y de esos libros se han vendido más de 200 millones de copias en todo el mundo. Son las cifras mesurables de toda una literatura, los números de un escritor que a todos ha acompañado, y que 100 años después de nacer sigue, con sus luces y sus sombras, retorciendo el mundo de los mayores y dando alas suspicaces a los más pequeños.
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