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martes, 20 de septiembre de 2016

Grace Paley / Cuentos completos / Reseña


Grace Paley

CUENTOS COMPLETOS


Reedición de los 'Cuentos completos' de la autora norteamericana

La energía de la sonrisa


Manuel Hidalgo
25/06/2016 




A mediados de los años 80 fui seducido por Grace Paley, una escritora que desconocía. Sobre la mesa de novedades de la librería, me atrajo, primero, el título del libro que acababa de publicar Anagrama, Enormes cambios en el último minuto. Tengo atracción por el arte de titular, por determinados títulos, que anoto y colecciono, y ése pasó a ser uno de mis favoritos.



Y me encantaron las 17 historias cortas de ese libro, su humor, su naturalidad, su cotidianidad, la aparente facilidad de la escritura de Grace Paley. Ahora Anagrama vuelve a reeditar sus Cuentos completos, la práctica totalidad de la obra narrativa de Paley, que publicó también tres colecciones de poemas y algún libro de artículos y conferencias, pero que nunca llegó a terminar -aunque lo intentó- una novela.

Los Cuentos completos de Grace Paley comienzan con la primera de sus entregas, Batallas de amor, publicada en 1959. Paley tenía ya 37 años. En el prólogo, la escritora confiesa, con su habitual sencillez que, si bien había escrito poemas, nunca se había planteado la prosa de ficción. Hacia 1954, o 55, empezó a sentir la necesidad de contar historias, y se puso a ello sin muchas pretensiones aprovechando que, por haber caído enferma, disponía de tiempo.

Estaba casada todavía, y desde 1942, con Jesse Paley -de quien tomó el apellido-, un cámara de cine de mediocre trayectoria que, sin embargo, por aquellos tiempos colaboró con Stanley Kubrick en la fotografía de su segunda película, El beso del asesino (1955).

Paley tenía dos hijos pequeños, Nora y Danny, y se ocupaba de su crianza. Escribe: "La vida cotidiana, la vida en la cocina, la vida con los niños, era lo que me había sido dado, era lo mío, y era el comienzo de mi buena suerte, aunque aún yo no lo sabía".

Grace Paley siempre ha reivindicado los beneficios de la maternidad y de las tareas hogareñas, y esto no deja de ser llamativo en una mujer que no sólo había de ser escritora, sino que, por aquellos mismos años de sus inicios literarios, comenzó su activísima militancia en el feminismo y en el pacifismo. Como se deduce de alguno de sus cuentos, Paley llevaba a sus niños por la tarde a jugar al parque y allí se juntaba, por ejemplo, con manifestantes contra las armas nucleares.

Nacida como Grace Goodside en 1922, en el neoyorkino barrio del Bronx, era hija de judíos rusos de Ucrania, expulsados y emigrados a Estados Unidos en 1905. Su padre era médico, y su madre -que murió cuando Grace tenía algo más de 20 años- era una mujer de ideas socialistas.

Grace no hizo estudios propiamente universitarios, pero recibió clases nada menos que del poeta británico W. H. Auden en la prestigiosa The New School. Con seguridad, Auden tuvo mucho que ver con la inclinación hacia la poesía de Paley, con su admiración por Yeats y Eliot. La escritora nunca vivió de sus libros -bien escasos-, sino de dar conferencias, cursos y clases en diversas instituciones académicas, las universidades de Siracusa y Columbia, entre otras.

Divorciada del cineasta, Grace Paley se casó en 1972 con el poeta, novelista, dramaturgo y arquitecto paisajista Robert Nichols, que había estado casado con la editora del Village Voice y que fue su marido por el resto de sus días. A los dos años de su segundo matrimonio, Paley publicó Enormes cambios en el último minuto, donde figura el relato "Conversación con mi padre", que siempre se ha tomado como una declaración de principios sobre su narrativa. El padre enfermo, viejo y con oxígeno lee un cuento de la hija y le hace algunos reproches: debería parecerse a Maupassant y Chéjov, dar más detalles sobre sus personajes, construir una trama más compacta, no dejar tan abiertos los finales... Ella se defiende y contraataca con delicadeza y contundencia, hace valer sus planteamientos.

Nichols, el segundo marido, era igualmente un activista por la paz, causa que, con el feminismo, ocupó a la escritora durante muchos años de su vida, no sin contratiempos. Paley formó parte de organizaciones contra la proliferación de armas nucleares; se opuso a la Guerra de Vietnam; viajó a Hanoi como delegada para negociar la repatriación de prisioneros de guerra; participó en la Conferencia de Paz de Moscú de 1974, donde montó un lío al criticar la represión de las autoridades soviéticas sobre la disidencia; fue detenida por colocar una pancarta contra el armamento atómico en los mismísimos jardines de la Casa Blanca; se manifestó a favor de los derechos humanos y en contra de las intervenciones militares norteamericanas en Centroamérica y, en los últimos años de su vida -siendo ya una abuelita de pelo blanco con tres queridos nietos-, protestó contra la Guerra del Golfo.

Paley, que se definía como "pacifista combativa" y "anarquista cooperadora", siempre dijo que el matrimonio y los hijos, la escritura y la militancia política eran actividades compatibles y que para ella era una suerte haber podido dedicarse a las tres cosas. Los historiadores señalan, no obstante, que sus compromisos como activista le quitaron tiempo para la literatura, lo que explica lo reducido de su producción literaria.

La tercera parte de Cuentos completos está formada por los 17 relatos de Más tarde, el mismo día (1985). En total, el volumen agrupa 44 narraciones breves. En 18 de estas historias, aparece el personaje de Fe Darwin, que algunos han considerado una especie de alter ego y portavoz de la escritora. Grace Paley lo desmintió en una extensa e importante entrevista concedida a The Paris Review, en la que sí reconoció que Fe Darwin era una síntesis de algunas mujeres cercanas y amigas que ella conocía muy bien.

Grace Paley, tan enérgica como con frecuencia sonriente, falleció en 2007 de un cáncer de mama. Tenía 84 años. Robert Nichols murió tres años después.

EL MUNDO


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