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sábado, 3 de septiembre de 2016

Claire Bloom / La vida después de Chaplin

Claire Bloom y Charles Chaplin

Claire Bloom

La vida después 

de Chaplin



A los 71 años, mantiene el encanto que mostró como protagonista de "Candilejas"

MIÉRCOLES 13 DE MARZO DE 2002

MAR DEL PLATA.- A los 71 años, la actriz londinense Claire Bloom conserva una belleza elegante que muchas mujeres bastante más jóvenes quisieran exhibir. Esta notable intérprete, dueña de una riquísima trayectoria en las tablas del teatro (especialmente shakespeareano) y en las pantallas de cine y televisión, llegó al festival para acompañar la presentación de "Candilejas", el clásico de Charles Chaplin que la lanzó a la fama y de cuyo estreno se cumplen 50 años.
Aquella jovencita de aire inocente que trabajó a la par de un Chaplin que daba vida a un veterano cómico teatral nunca más alcanzó el status de estrella, pero construyó una sólida carrera que la llevó a trabajar con directores tan diversos y prestigiosos como Woody Allen, Tony Richardson, Richard Brooks, George Cukor, Stephen Frears, Laurence Olivier, Carol Reed, Robert Rossen, Martin Scorsese y Robert Wise, entre otros.

Apenas se inicia la entrevista con LA NACION, Bloom parece revelar uno de sus secretos íntimos: "Hoy caminé tres kilómetros por la playa y eso me hizo muy feliz. Creo que las actrices mantenemos la capacidad de conservar intacto en el interior nuestro costado infantil, esa capacidad de asombro. Hace unas horas vi eso en María Vaner, la intérprete argentina que vino a saludarme".

Bloom dice que nunca tuvo miedo de venir a la Argentina, a pesar de las imágenes de saqueos: "No soy norteamericana -dice, con su irónico humor británico-. Quería venir a la Argentina, así que mi única preocupación era si el festival finalmente se iba a hacer o no".

Claire Bloom y Charles Chaplin

-"Candilejas" fue su segunda película. ¿Qué significó para su carrera ese film con Chaplin siendo usted tan joven?
-Fue prácticamente mi debut en cine, ya que del primer film, un ridículo proyecto inglés que hice a los 16 años, prefiero no acordarme, porque no significó nada. "Candilejas", en efecto, cambió mi vida, y yo lo sabía perfectamente apenas me convocaron. El resto de mi carrera se lo debo a ese espectacular comienzo con Chaplin. Por eso, hasta mi biografía se llama "Candilejas y después".
-¿Cómo la eligió Chaplin?
-El buscaba una joven actriz e hizo casting con varios cientos de ellas, pero no encontraba exactamente lo que quería. Hasta puso un aviso en el diario. Yo estaba haciendo una obra en Londres, tenía 19 años y cierto éxito como joven prometedora en una producción de Peter Brook. Un amigo suyo me vio, me recomendó y el resto ya es historia conocida.
-En la presentación pública que hizo aquí de "Candilejas" habló del espíritu de Chaplin de sonreír incluso frente a la adversidad ¿Lo dijo como mensaje a la Argentina?
-No quise dar consejos a nadie. Quería decir algo y me salió eso. Cuando no hay dinero resulta muy difícil reír ante a la crisis. Chaplin es un buen ejemplo de esos que caen y resurgen, no sólo en las historias de sus películas sino también en su situación personal y política.
-¿Tenía ansiedad por volver a trabajar con él en sus dos siguientes películas?
-Nunca pensé que me iba a llamar de vuelta, así que no me sentí defraudada. Hubiese sido hermoso, pero en las otras películas no tenía papeles para mí. A Chaplin lo vi hasta el final de su vida. Lo adoraba y además su mujer era mi mejor amiga. Lo vi muchas veces, incluso en Suiza. En sus últimos días ella lo cuidó maravillosamente. A pesar de que estaba en silla de ruedas, muy viejito, se mostraba siempre prolijo, bien alimentado, aunque ya no tenía la lucidez de sus grandes épocas.
Claire Bloom

-¿Qué otras experiencias rescata entre los grandes cineastas que la dirigieron?
-Tony Richardson, Martin Ritt, George Cukor, Stephen Frears... muchos. No me sentí más cómoda con los europeos que con los norteamericanos, siempre me gustó trabajar con diferentes métodos.
-¿Cómo fueron los trabajos con Woody Allen en "Crímenes y pecados" y "Poderosa Afrodita"?
-No aprendí demasiado con Woody Allen. El ni siquiera te da un guión, algo que para mí ya es bastante insultante. Estaba siempre muy ensimismado, casi no daba instrucciones. Cuando decía algo te ayudaba, pero su personalidad no ayuda para aprender. Además, yo ya estaba en cierto punto de madurez en mi carrera. Con Tony Richardson fue totalmente distinto. Trabajé con él a los 27 años y aprendí mucho a liberarme, a encontrar la verdad orgánica como actriz. Chaplin era muy puntilloso, específico, detallista... y un poco dictador.
-¿Le interesa cómo ha ido cambiando la forma de hacer Shakespeare?
-Claro, porque mi carrera es el teatro. Pero para mí no hay una división entre puestas clásicas o puestas modernas de Shakespeare. Es lo que uno recibe y percibe del pasado que luego te lo hace poner en el presente de una manera distinta. Si hoy hacés una obra en verso y de manera grandilocuente, el público se va. Aunque suene como una profesora -y esto es lo que les enseño a mis alumnos-, el inglés de Shakespeare es muy ensalzado, es como una partitura que no se puede interpretar tal como está y por eso hay que encontrar la manera contemporánea, una forma propia, para no quedar atado a la disciplina del verso.
-¿Se siente fuera del cine que se hace hoy?
-¡Si trabajé con Stallone en "Daylight"! Sí, realmente es muy difícil conseguir buenos papeles. La mayoría de lo que me ofrecen es un insulto a la inteligencia y a mi edad. Pero acabo de hacer en Canadá una película inteligente y adulta llamada "The book of Eve", de Claude Fournier. En teatro sólo hago las cosas que siento con todo mi corazón porque no hay recompensa económica, mientras que la televisión es una alternativa para ganar buen dinero y así tener una vida decente. Hay que balancear. Esa es la base de toda larga carrera.
Por Diego Batlle Para LA NACION
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